La naturaleza no deja de sorprendernos con las muchas formas y mecanismos de defensa que tienen los seres que habitan en ella; y ese es precisamente el caso de este animalito, o sería más correcto decir, de su relación con su comida, que me ha fascinado por parecer salido de una peli de fantasía. El paracheirodon axelrodi, conocido comúnmente como el pez cardenal o tetra cardenal, es un pacífico pez de unos cinco centímetros que de normal se alimenta de zooplancton sin ningún problema, pero cuando se topa con cierta especie llamada ostrácodo su cuerpo empieza a brillar. Esto sucede debido a que los ostrácodos al verse en peligro empiezan a emitir luz, la cual afecta negativamente al pez cardenal; pero no porque la bioluminiscencia le haga daño, sino, porque al ser un pez tan diminuto la luz dentro de su cuerpo lo hace más visible y vulnerable a los depredadores de su entorno, por lo cual, el pez cardenal escupe a los ostrácodos luminosos que intentaba comerse produciendo un efecto como de película que da la impresión de que estuviese escupiendo fuego azul o lanzando algún hechizo mágico.

El pez cardenal es oriundo de las islas Banggai donde suelen vivir en grupos de hasta 60 ejemplares. Se los puede cuidar en acuarios, siempre que cumplan ciertas condiciones, como por ejemplo tener entre 50 y 60 litros, una temperatura entre veintitrés y veintisiete grados centígrados, y un ph entre 4,6 y 7. Además debe tener una iluminación tenue y con abundante vegetación para no dificultar su reproducción porque esta especie acostumbra a poner sus huevos en las hojas.