No podemos imaginar la cantidad de personas que en estos momentos está sufriendo de algún grado de depresión y no lo saben, o ni siquiera tienen la menor idea de que están padeciéndola ni de sus posibles consecuencias a largo plazo.

Nuestro modo de vivir en la actualidad nos impone un ritmo y unas exigencias que no pocas veces ameritan de nuestro sacrificio en relación al tiempo de descanso del que disponemos, y del mismo tiempo de disfrute y esparcimiento que van haciendo que, a la larga, el cansancio, la acumulación de pequeñas decepciones o frustraciones, nos regalen una depresión enmascarada que luego fácilmente puede pasar a una definida depresión clínica.

Aunado a esto, la alimentación mal cuidada o simplemente mal coordinada o deficiente que nos impide ofrecer al cuerpo y al sistema nervioso los nutrientes como vitaminas y minerales esenciales para que existan buenos niveles de neurotransmisores y de estructuras protectoras de las células cerebrales.

Las caras que muestra una depresión en sus inicios, casi siempre pasan desapercibidas; por eso, es importante que sepamos algunas señales que nos pudieran advertir de que estamos padeciendo el inicio o la instalación de esta enfermedad que puede llegar a ser incapacitante y hasta mortal.

Actualmente disponemos de ayuda en casi todas las instituciones de salud del mundo para que recibamos una orientación adecuada, así como cualquier médico está en capacidad de ayudarnos a detectar y tratar la depresión en forma inmediata y correctamente.

Pero para eso, debemos ser nosotros mismos los que reconozcamos en nuestros actos las variaciones que ella nos impone en forma progresiva y lenta, sobre todo si es una consecuencia o reacción de nuestros hábitos de vida o de nuestra rutina.

He escrito a lo largo de varios años en los que he trabajado en la red para algunas publicaciones de salud y otras de actualidad, muchos artículos como este, donde intento poner en alerta a la población de una manera sencilla y de fácil detección, con señales simples pero icónicas de esta muy molesta y dolorosa patología, sobre todo a nivel social o de interrelaciones personales.

Así que veamos algunas señales de advertencias y tratemos de tomar en serio sus consecuencias.

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^{Pixabay. Autor: Engin_Akyurt}

Importantes organizaciones de salud alrededor del mundo, incluyendo la Organización Mundial de la Salud, la OMS; manejan cifras que no son nada positivas respecto a la depresión.

Según estas organizaciones, la enfermedad depresiva se ha incrementado hasta en un 20% cada década, y son cerca de 300 a 400 millones de personas alrededor del mundo quienes la padecen; esto implica una incidencia del 5 al 10% de la población mundial.

Lo más llamativo es que al año, de 800.000 a un millón de personas pierden la vida a consecuencia del suicidio, que es una de las salidas que el ser humano le da a este sufrimiento.

Unas cifras que nos gritan que hay que ser muy cuidadosos y preventivos a la hora de tratar con este problema.

También nos hablan de que nadie está exento de sufrirla y que debemos estar pendientes en notar las señales que nos pudiera estar dando esta afección para prevenir sus consecuencias.

Recordemos que la depresión no es un trastorno del carácter ni de la personalidad, tampoco indica una debilidad del ser ni es una mancha que el individuo tiene que ocultar ante la sociedad.

Esta afección es una suma de trastornos endocrinos, bioquímicos, relacionados con neurotransmisores y que además, tiene en sus antecedentes una historia de déficit de nutrientes que incluso nos puede hablar del cansancio o del desgaste.

Nuestro actuar lógico sería la búsqueda inmediata de ayuda tan pronto alguna de nuestras actitudes o actividades cambiantes nos pongan en alerta y así iniciar el tratamiento adecuado con ayuda médica, tomando la depresión como lo que es, una enfermedad.

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^{Pizabay. PublicDomainPictures}

Aunque no tan simple, muchas de estas señales pueden pasar inadvertidas ya que solemos dar explicaciones para todo y que nos permitan mantenernos alejados de la preocupación y de algún sentido del cambio.

Para eso, cada circunstancia que tengamos como un alerta se debe explicar en su sentido más sencillo como una señal de depresión.

Estar cansado continuamente:

Puede pasar por alto, ya que esta sensación es paulatina, progresiva; y consiste en sentir cansancio y en ir dejando de sentir gusto o placer por cosas que antes nos energizaban y disfrutábamos.

De las primeras manifestaciones, es cuando empezamos a notar que nos duele el cuerpo, que nos levantamos cansados, con leves dolores musculares, con la idea de que el sueño no fue suficiente.

Cambios en los hábitos de alimentación:

Están descritas la falta de apetito o la exagerada necesidad de comer como parte de las primeras manifestaciones de la depresión; pero un cambio de gustos, como aferrarse a un tipo determinado de alimento, que probablemente sea una fritura, un snack o un dulce determinado, es también posiblemente, señal de estar padeciendo de depresión.

Igualmente la alimentación indisciplinada, exagerada, o por el contrario, mínima en varias tomas o a destiempo, es decir, sin horarios.

Presencia de emociones negativas como la rabia y la impulsividad:

Muchos estudios han corroborado que contrario a lo que se piensa que la tristeza y la melancolía son las emociones resaltantes en la depresión clínica, los cambios hacia la rabia, la ira y hasta las reacciones violentas, son inequívocamente señales de inicio de la depresión.

Son síntomas que tomamos como “normales” cuando estamos cansados y llenos de trabajo o estrés cotidiano, pero que deben relacionarse más con la depresión como enfermedad.

Autocrítica y culpa exacerbada:

Hay que entender que aunque en la actualidad y debido a las exigencias del mercado laboral, muchos somos autocríticos en forma exagerada, tratando de realizar mejor cada vez nuestros trabajos; esta señal puede ser parte importante de la depresión.

Me refiero al hecho de que cuando se está instalando la depresión tendemos a ver las cosas en forma negativa o pesimista, y esto trae como consecuencia que nos volvamos críticos en exceso con tendencia a culpabilizarnos por las cosas que no salen bien o de la manera en que lo deseamos.

La culpa aparece como una manera inexacta de ver las cosas y tiende a convertir el cuadro depresivo en un círculo vicioso, pues lo agrava y lo mantiene.

Frialdad afectiva:

Tal vez tenga mucho que ver con el cansancio y la pérdida del interés por las cosas, pero es algo que los demás notan enseguida, pues hay una falta de empatía hacia las situaciones que viven los otros, hacia la vida social que nos rodea y hasta nos mostramos muy desagradecidos con ellos.

No es difícil definir esto cuando se experimenta porque la persona siente una distancia y una falta de interés hacia personas que normalmente nos importan mucho, y es definida como una sensación de extrañeza que incluso se extrapola hacia nosotros mismos, restándole importancia a hechos como incluso, la misma higiene personal.

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Pixabay. Aut: Silvarita}

Si has notado alguna de estas señales es bueno que comiences por pedir ayuda. No te estigmatices, la psiquiatría y la psicología clínica son áreas de las ciencias de la salud que permiten resolver estos problemas relacionados con el funcionamiento de la cognición, no profesionales para locos; ellos están para orientar y tratar lo relacionado con la conducta.

Sé consiente con la situación que atraviesas y pide opiniones cercanas, a la gente de confianza, ellas te orientarán en cuanto a la parte del comportamiento que no podemos observar en nosotros mismos.

En tanto no tengas un esquema de tratamiento que incluya la dieta, la reorientación de hábitos de vida y que puedas descansar, no tomes ninguna decisión importante ni realices actividades definitivas como mudarse o cambiar de empleo. La negatividad y la falta de apreciación de la realidad con esta patología pueden hacer que se tomen las decisiones menos acertadas.

Por último, recuerda que la preservación en el ser humano es muy importante, así que cualquier indicio de que cuidarte o preservar tu existencia está siendo poco valorado, es necesario pedir ayuda, notificar y sobre todo, dejar a un lado las falsas creencias sobre la debilidad emocional y buscar la suplementación química adecuada y medicamente indicada para tu sistema nervioso.

La idea es retornar al equilibrio, a la tranquilidad, a la productividad acertada y sin consecuencias desgastantes; a llevar una vida que se disfrute y con tendencia a la felicidad; después de todo, eso parece ser el motivo por el que tendemos a hacer tantos esfuerzos cada día.