Sobre mi segunda obra: La Estrella
Hola Steemers, les doy las gracias de antemano por consumir mis letras. Gracias de todo corazón. En esta oportunidad les cuento que esta novela corta la creé con un amigo al que considero un hermano, al que suelo llamar "hermano del tintero digital" porque eso es lo que en realidad somos Marfred Colmenares y yo, hermanos de tinta binaria.La idea de esta novela surgió de algo que tuvimos en común, Marfred y yo: el amor hacia las morochas Belinda y Bellamar. Recuerdo como si fuese ayer, el sentimiento provocado por aquellas personalidades juguetonas, vespertinas y melodiosas que calaron en nuestras almas entregadas al arte. Les comento que para mí el escribir a dos manos, me enseñó mucho, y me dio equilibrio como escritor. Marfred me enseñó, y por supuesto, también él aprendió de mí. En la foto que les muestro a continuación yo soy el del centro, Marfred, el joven que tiene franelilla, y el calvo, se llama Marcell, hermano de sangre de Marfred, y al que del mismo modo, lo considero mi hermano.
Mi hermano de sangre se llama Daniel, y al igual que ellas(Belinda y Bellamar), nosotros, también somos morochos, pero, esto no es lo único en común entre los dos pares, ya que, el aniversario de nuestros nacimientos coincidieron, y a partir, de ser conscientes del calendario que nos une, empezamos a celebrar nuestros cumpleaños en una misma casa, y así, dio inicio a un amor que, en la letra fue fuego, y en la carne se tradujo en amistad. Sin más preámbulos les presento, parte del primer capítulo.
La Estrella
En un pasillo largo. Cortinas blancas, de lado a lado. Camina a toda marcha un chico, el cual, se vale de sus pestañas para contener las lágrimas ensangrentadas, producto, de las sensaciones que en éste ha provocado, una mujer apresadora, incontenible y de inconmensurable sencillez avasallante. Dentro de sí palpita fuertemente el músculo cardíaco que permitió a la sonoridad nerviosa llegar sin dilación a sus oídos. Siente que el amor más puro lo guía hacia la plena felicidad. Hay muchas cosas alrededor, pero, sólo importa ella. En ausencia de la deslumbrante belleza todo se tiñó de oscuridad. Oscuridad, en la que se han impreso, las lúgubres huellas del hermoso recuerdo de que allí estuvo ella. A medida que se acercaban a una puerta, la visión se hacía neblinosa, para ambos. De repente, él observa con terror, como los tobillos de la bella son alcanzados por hiedras ponzoñosas. El silencio empieza a reinar, y después de esta espantosa escena, entrambos, pronuncian una sarta tormentosa, que, silencia al silencio pesaroso. Al entrar en contacto los cuerpos, el amor, que es producto de la unión, vislumbró a las dos almas, en una cuna nebulosa ─. ¡Otra vez ella! ─ Y agrega furiosamente ─ maldita ola. ─ Dijo Lucas, somnoliento. Y del apéndice de esta acción abrupta, la lagaña hinchada y el sopor lánguido, se hablaron ávidamente en la caída de una botella de licor.
Intentó relajarse, a causa del prematuro despertar ─ no lo logro ─ e inmediatamente se puso a pensar en los vidrios rotos, pequeños detalles que, obligó al oráculo de los sueños a esperarle nuevamente; posteriormente, empezó a recoger los pedazos restantes de aquella botella que habían roto su sueño con aquella estrella que apareció una noche de julio. Noche donde solitariamente busco la próxima parada junto a la única estrella que le inculca, una curiosidad calmada.
COPYRIGHT © 2018 DAVID GILBERTO IRIARTE Y MARFRED COLMENARES
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Táchira ─ Venezuela