La Bendición Del Arcángel | Día De San Rafael Arcángel

in #spanish5 years ago

La Bendición Del Arcángel


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El mercado municipal de independencia no siempre fue lo que es en la actualidad, solía ser bastante desolado, en comparación con lo que a día de hoy es, y todo se lo debemos a nuestro santo patrono... San Rafael Arcángel.

Años atrás, cuando recién estaba comenzando a funcionar el mercado y los comerciantes a penas eran una fracción de la cantidad que hoy son, se presentó un anciano mendigo al lugar, y siendo que las ventas eran pocas y las ganancias escasas, nadie le daba nada. El anciano mendigo pasaba cada día a la misma hora por el mercado, y cada día se iba de ahí sin recibir nada.

Las vestimentas de el pobre anciano eran bastante viejas y desgastadas, una camisa de cuadros de mangas largas, a la cual le faltaban dos de los botones y tenía agujeros y parches por donde se le mirase, un sombrero pelo e' guama que ya se estaba comenzando a destejer, un pantalón de jean que alguna vez fue azul que tenía tantos agujeros que se podían ver a la perfección sus delgadas y ancianas piernas, y para complementar su vestimenta, un par de alpargatas a las que ya casi no les quedaba suela junto con una descuidada barba bastante sucia.

Nadie le daba nada, ni una sola verdura, ni un solo fruto, y cada día las ventas escaseaban más.

Un día, una de las vendedoras del lugar decidió llevarse a su pequeño hijo, pues no tenía con quien dejarlo para que lo cuidase. Este niño era completamente inocente aún, sin ningún pecado ni pensamiento de mal, un alma inocente y limpia, completamente lleno de pureza. Ese día, a la misma hora de siempre, pasó el anciano; y como cada vez, todos los comerciantes lo ignoraron. El niño pregunta a su madre, por la identidad de aquel señor, siendo que jamás había visto a un hombre en esas condiciones de suciedad y pobreza.

—Es un mendigo, pasa cada tarde por aquí pidiendo comida, pero nadie le da nada. —Le respondió a su hijo.

—¿Tú tampoco? —Preguntó el joven.

—No mi amor, yo tampoco, no podemos regalar nuestra mercancía porque después no tendríamos que comer. —Le responde tristemente a su hijo.

—Mami, yo le quiero dar algo. —Responde aquel bondadoso niño a su madre.

La madre al ver el rostro de su hijo, y la bondad con la que lo dijo, llamó al anciano y le dio algunas verduras de las que ella ahí vendía. Después de todo, con las ventas tan bajas era seguro que tendría que tirar a la basura mucha mercancía.

—Muchas gracias señora, es usted muy buena, que Dios y San Rafael Arcángel la bendigan siempre. —Le dice el anciano a la vendedora antes de seguir su marcha.

Estas palabras tuvieron un impacto en ella increíble, la dejaron conmocionada y con los ojos húmedos, pero reaccionó segundos después cuando escucha a su hijo decirle algo.

—Mami, yo quiero darle algo también al señor. —Le dice el niño a su madre.

—¿Si mi amor? ¿Que quieres darle? —Pregunta la madre, conmovida por la bondad de su hijo.

—Quiero darle uno de esos. —Dice el niño a la vez que señala unos plátanos que se encontraban en la parte de atrás del puesto.

—Llevaselo entonces. —Dice la madre mientras le entrega dos plátanos al joven. —Uno de tu parte, y uno de parte mía.

Así mismo se fue el niño corriendo a alcanzar al anciano y entregarle su obsequio.

—Señor, aquí tiene, uno mío y uno de mi mamá. —Dice el niño a la vez que entrega los dos plátanos al anciano.

—Muchas gracias hijito, yo también te quiero dar algo a ti. —Le dice el anciano al joven mientras que le entrega el dibujo de San Rafael Arcángel. —Que Dios y San Rafael Arcángel te bendigan y te protejan siempre hijito.

Acaricia el cabello del niño y se va...

Al llegar el niño con su madre, le muestra el dibujo que el anciano le había regalado, y al ver el reverso de este se leía "Que lo que usted me de hoy, Dios se lo multiplique en abundancia por siempre". La señora lo miró y de sus ojos brotaron dos pequeñas lágrimas.

—¿Quieres que lo pongamos aquí para que adorne la tienda? —Pregunta la madre a su joven hijo.

—Si mamá, así todos van a querer comprar aquí. —Dice el niño a su madre con toda la inocencia que un niño puede tener.

La madre, conmovida, coloca el dibujo en un lugar visible dentro de la tienda.

El resto de la tarde, comenzaron a llegar más visitantes al mercado, pero estos parecían ignorar completamente todas las demás tiendas, y únicamente pasaban hasta la tienda de la señora donde se encontraba la figura del Arcángel. Fue tal la bendición que la mercancía que tenía prevista para toda la semana, acabó el mismo día y hubo que comprar más. Al día siguiente, antes del mediodía, ya había vendido todo; exceptuando una pequeña bolsa que había dejado detrás del mostrador.

Cuando ve acercarse al anciano, como cada día a la misma hora de siempre, esta le llama, entregándole la bolsa que había dejado detrás del mostrador, y agradeciéndole por la bendición que le había dado a ella, a su hijo y a su tienda.

—No me agradezca a mi, agradézcale a Dios y a San Rafael Arcángel, ellos fueron quienes hicieron el milagro.

El anciano se retiró nuevamente, pero no sin antes bendecir nuevamente a la señora y de igual forma también al mercado en nombre de Dios y de San Rafael Arcángel, dejando otro pequeño dibujo del Arcángel en la entrada del mercado para decretar abundancia siempre en él.

Fin.

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