Las galaxias de los caracoles
Hace una semana tuve la dicha de cruzarme con un grupo de amigos en un cafetín, que venían de un curso, y me invitaron a compartir la mesa donde estaban sentados, para recordar los viejos tiempos.
Esos gratos amigos, siempre los he calificado como exitosos, hombres íntegros, de admirable sensibilidad humana, notables esposos y unos padres excepcionales. Dentro de tantas cosas que conversamos, hablamos de la empatía, haciendo referencia al hecho de que este elemento clave de la inteligencia emocional hoy día, está en boca de todos, y de la cual además nos encanta presumir, pero que pocas veces utilizamos con propiedad.
"Acercándonos a otra persona con amor en el corazón, sin pedir nada sino tan sólo ofreciendo ese amor, creamos relaciones milagrosas"
Plácidamente conversando, intercambiamos que, para mí la empatía es así como el frasquito esencial de rosas que no entregamos hasta el momento apropiado, porque es un regalo de profundo significado que despierta en ti, que no llega porque vamos detrás, ella te persigue. La empatía viene de descubrir que te da más alas la verdad que el miedo. Se trata de crear un mapa delineado en el anfiteatro espiritual trazando las líneas de la comprensión, el reconocimiento, la calidez emocional, el afecto y la sensibilidad apreciando las necesidades de los demás.
La empatía la envuelve ese sentimiento que nos llega como un anhelado atardecer, que nos enseña a leer emocionalmente a las personas, cual soplo de una brisa perfumada, aflora en el alma como fuente primordial de tus pensamientos y acciones, que nos encuentra en una misteriosa conexión, y nos lleva a saber cuándo hablar y cuándo no, sin que su dimensión implique estar de acuerdo con el otro, ni dejar de lado las propias convicciones o asumir como propias las que no son tuyas.
Compartir con los más humildes, los desprotegidos y los más vulnerables socialmente, es la elección de morar en el mapa de la empatía, de convertir lo impensable en factible, de vivir cada empeño y hacer de los afectos un lenguaje común, e invitarnos cada día a una nueva ración de optimismo.
"Los grandes egos tienen pequeños oídos"
Pero a la vez, debo reconocer que, nunca es fácil sintonizar con el desvalido, porque cada uno carga sus sueños, sus miedos, su memoria y sus silencios, lo que yo llamo las galaxias de los caracoles, cada uno con una historia de vida en su interior, donde el tiempo no importa tanto.
Si alguna vez te has detenido a observar un caracol, habrás podido apreciar que, este pequeño animal puede crecer desde adentro y proyectarse al exterior y que, en esa misión, no tiene otra maestra que su propia alma. Por eso, cuando él siente que las condiciones le son favorables, sale de su concha y decide seguir su trayecto.
Pero también, el caracol puede andar sobre el filo de un cuchillo. Y aunque acostumbramos a verlo en el piso, tiene otras habilidades como las de trepar por las paredes, avanzar por el techo o encontrar la felicidad sobre la rama de un árbol. Es decir, es capaz de ascender tan alto como se lo proponga.
Y en esta travesía, he visto a mucha gente llevada a lo simple que no tiene poder sobre la hora, acostumbrados a levantarse cada día apocados como si no pudiera ser de otra manera, acostumbrados a la violencia como algo infaltable en las noticias, acostumbrados al paisaje habitual de pobreza y desolación, caminando por las calles de nuestra ciudad.
Pero también he logrado descifrar que, muchas personas vulnerables han aprendido como nadie a ver la oportunidad detrás de cada adversidad. La experiencia vivida y testimoniada en otros me ha enseñado que no siempre los mayores lamentos se corresponden con las peores adversidades y, también, que superar una adversidad no equivale a “volver a tener”, sino volver a ser, donde la autoconfianza es el viento que agita las alas del espíritu de superación.
"Y es que el amor no necesita ser entendido, simplemente necesita ser demostrado"
En mi relación empática descubriendo las galaxias de los caracoles comprendí que, el dolor es un crucero penoso por el desierto del sufrimiento cuando mis hermanos están sumidos en las más crueles adversidades, les duele que los demás miren hacia el otro lado, porque para ellos, eso es más humillante que el propio sentimiento de sentirse extraños.
Entonces, puedo decir, que alegra el alma sentirse, así como el sol en la tempestad de alguien, escribiendo el destino a lápiz y sin perder mi propia hoja, escuchando lo que no se dice en voz alta.
"La empatía es la capacidad de meterse en la piel de otra persona, de sentir lo que ella siente, de ponerse en su lugar, de ver a través de sus ojos. Si somos capaces de sentir empatía podemos establecer vínculos afectivos con quienes sufren, alegrarnos por el amor de los demás, sentir placer al ver triunfar a otro, comprender la ira de un amigo y el dolor de un desconocido"
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