Una maestra rural en los años cincuenta

in #spanish7 years ago

Puedo contar las penurias pasadas aquellos primeros años de mi docencia en Castropetre: Cuando ya estaba la escuela construida con tablas y un tejado rudimentario, y el suelo de tierra pisada.
Los hombres del pueblo pusieron una puerta de tablones. La puerta no tenía bisagras.

Captura de pantalla 2018-01-02 a las 18.59.10.png Simplemente la sujetaron atando unos nudos con una soga en una de las aristas. Eran bisagras fabricadas manualmente con trozo de cuerdas.
En el pueblo, minúsculo y frío no había ni siquiera una cantina como por entonces ya tenían todos los pueblos. Por supuesto no había ni iglesia, ni farmacia y lo que es peor, ni siquiera había una pequeña tienda de ultramarinos donde poder comprar lo más imprescindible.
Una vez a la semana subía entre matojos y tramos de senderos por la montaña un panadero del pueblo grande más cercano, Oencia, con las alforjas llenas de panes para abastecer a los habitantes de Castropetre.
La economía era de subsistencia. Recuerdo las empanadas que me hacía la patrona para comer con hojas de remolacha cocidas, que se me resistían al paladar y yo no podía comer, aunque el aspecto a primera vista parecía una empanada exquisita

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pero cuando arreciaba el hambre no había más remedio. Ni siquiera había cementerio. Un día se murió una abuela, la más anciana del pueblo y comprobé cómo ni siquiera la podían enterrar porque no había dónde. Le hicieron una caja con tablones mientras alguien bajó a Oencia a encargar un ataúd, que subieron durante la siguiente jornada en un caballo, y la llevaron a enterrar a hombros campo a través, porque los senderos estaban borrados por tojos, silvas, urces y todo tipo de otros matorrales.
Algo de sendero a través de la montaña se conservaba del paso natural de jabalíes y corzos que eran aprovechados para trasladar las ovejas y las cabras a calvas de hierba en el selvático bosque.
Un día, estábamos comiendo mi patrona y yo, y llamaron a la puerta. Salió la patrona a abrir y cual no sería mi sorpresa cuando vi que era una pareja de la guardia civil.

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(Algo así recuerdo a los guardias civiles, aunque en grosero croquis a lápiz)
.

Yo me puse nerviosa, porque aquellos años eran duros y los maestros estábamos muy vigilados por las autoridades del momento, pocos años después de la guerra civil. Yo no había tenido nunca significación política, pero reinaba en el ambiente cierto nerviosismo, porque podía haber una confusión que constara muy cara.
Entraron hasta la cocina donde estábamos comiendo y le pidieron a la patrona un caldo caliente para comer, caldo de pote, con patatas y verduras sazonadas con algo de carne de cerdo. La patrona también se puso nerviosa porque no teníamos más que lo que estábamos comiendo: unos huevos con pan y una empanada de hojas de remolacha con queso. Les dijo que si querían queso del que estaba encima de nuestra mesa, ya que era lo único que teníamos aquel día. Yo creía que nos iban a quitar la empanada, pero no, se comportaron correctamente pidiendo permiso para sentarse cuando nosotras dos termináramos. Y así fue. Cuando terminamos de comer, uno de ellos salía de la casa hacia el árbol en que habían atado los dos caballos y sacó de la alforja embutidos, queso, un fiambrera llena de otros alimentos y una bota de vino. Tenían suficientes alimentos, aunque ellos hubieran deseado un caldo caliente.
Lo que le pidieron fue una habitación, ya que a la entrada del pueblo alguien les había dicho que era la única casa que tenía una habitación vacía, y era cierto. porque la casa tenía tres habitaciones: la de la patrona, la mía y otra con una cama grande y una mesita de madera con un palanganero con jarrón y cubo. Ajustaron el precio para pasar allí la noche que les esperaba. La patrona creía que iban a decir que tenía que dejarles dormir gratis, pero se equivocó porque le pagaron la estancia aquella noche según habían negociado. Al día siguiente cuando ya se habían marchado del pueblo, me dijo la patrona que aquellos guardias civiles con caballos buscaban cuevas donde se refugiaban los maquis. Yo pasé miedo. Pero no pasó de ahí el percance.

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Buenísimo @felicidad ! La educación es la base de nuestra sociedad! un fuerte abrazo desde España!

Castropetre es un pueblo de la montaña de León lindando con Galicia. Muchas gracias

Que increíble pensar que un lugar así existiera y siguen existiendo. Tan alejados de todo, con tantas necesidades, donde no entra ni lo suficiente para vivir (ni morir). Saludos .

España, durante estos últimos 77 años ha evolucionado muchísimo. Solamente nos damos cuenta del gran avance los mayores que ya frisamos casi los noventa. Aquellos años de post-guerra fueron durísimos. Pero los maestros teníamos que tirar de los niños para adelante como fuera, aun en el pueblo más recóndito si queríamos que avanzara la sociedad. Muchas gracias por leer.

compañeros increíbles

interesante relato de su vida, le sigo saludos

Eso es vocación y amor por lo que hace. Felicidades por su labor que se ve que lo realizo con mucho amor.

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Hola Felicidad! Muchas gracias por su escritura maravillosa y sus cuentos fascinantes. Ahora estoy siguiendo!

Soy traductora profesional (nativa inglés) y me encanta traducir narrativas personales que considero importante y fascinante.

Si a usted le interesa la idea de tener traducciones de sus artículos al inglés, seria un placer de ayudarle. Pienso que sus historias deben ser compartida con el mundo de Steemit en inglés, y estoy seguro que podemos llegar a un acuerdo de beneficio muto.

Hasta pronto,

Donovan

Es una historia increíble, me recordó un poro a "Por quien doblan las campanas" se me erizo la piel al imaginarme sentado en esa mesa frente a los guardias civiles. Que duros años le habrá tocado vivir. Creo que ya lo dijo en un comentario, había que tirar de los niños incluso en aquellos rincones apartados. Así se hace la historia. Saludos, que tenga buen día