Pedro Salmeron y el laberinto de sus adjetivos.

in #spanish5 years ago (edited)



Magnicidios y la Historia de las historias.
 
 
 



Luis XVI. Rey de Francia.   
 


El 21 de Enero de 1793, a las 10:22 de la mañana, fue ejecutado el Rey Luis XVI de Francia en la Plaza de la Revolución con un "sofisticado" y "misericordioso" nuevo aparato. Un hombre levantó la mitad de su cabeza para mostrarla (la guillotina le había atravesado en la zona occipital y atravesado para cortar a la mitad la mandíbula) entre el júbilo de los presentes que gritaban: ¡Viva la Nación! ¡Viva la República! Fue un día "gris" para los conservadores; algunos aristócratas lograron huir maldiciendo la locura de la masa mientras que otros fueron capturados y corrieron la misma suerte que su monarca. Dicen que el rey pronunció, en los últimos segundos de su vida: espero que mi sangre "inocente" cimiente la buena fortuna de los franceses. No se equivocó. Durante siglos, Francia fue la referencia mundial de la libertad, la igualdad y la fraternidad; la monarquía absolutista francesa, una vez símbolo de la marginación, la explotación y los excesos de los poderosos, fue descabezada en un acto respaldado en el Congreso Nacional por 387 votos contra 334. La democracia decidió el cruel asesinato de un gran hombre, de un rey, de un hombre entregado a la Francia por la voluntad de Dios.   


 


 

 
Nicolás II. Zar de Rusia.   



Contrario a la ejecución "patriótica" de Luis XVI, la historia actual define la ejecución oficial del Zar Nicolás II –y toda su desafortunada familia-  como un "horrible asesinato" perpetrado por el "dictador" bolchevique Vladimir Lenin. “Fueron fusilados, bayoneteados y apaleados para después ser desnudados y mutilados y incinerados en fosas comunes” por una horda de "locos" comunistas que habían triunfado en la revolución soviética de febrero de 1917. 

Boris Yeltsin, encargado del saqueo nacional de la Unión Soviética recién disuelta por su determinación democrática, sentenció en una ocasión que el asesinato de los Romanov había sido una de las páginas más "vergonzosas" de Rusia. 

Durante los más de 400 años que gobernó la dinastía Romanov, hay varias páginas de enorme "grandeza patriótica": la expansión y occidentalización del Imperio Ruso; diversas masacres, parricidios, fratricidios y filicidios. Los Romanov eran símbolo de la grandeza rusa, de la voluntad inquebrantable de su pueblo pero también de la crueldad y desprecio por la vida de los pobres y miserables. 

El asesinato, de Nicolás II y de su familia, que inclusive cuenta con una película infantil muy popular de Fox de 1997, puso fin a la dinastía mas poderosa del Imperio Ruso, a los "padres" de la patria Rusa. También puso fin a la aristocracia en esa nación para darle lugar al "despiadado" comunismo que padecería la madre patria por más de 70 años.
 
 




Maximiliano I. Emperador de México.   



Maximiliano de los Habsburgo fue nombrado como Emperador de México en julio de 1863 por sugerencia de Napoleon III, emperador de Francia, ante la necesidad de un gobernador que lograra unificar a la recién fracturada nación mexicana por la guerra de Reforma. Napoleón Bonaparte conocía al Archiduque, quien había sido virrey de Lombardia-Venecia y cumplía los requisitos que demandaban los conservadores mexicanos: era católico, de la casa real más poderosa de la época, en el zenit del Sacro Imperio Germánico Romano, de formidable educación y con la cultura y elegancia que todo aristócrata de alcurnia debe tener.

"Idealista" y llamado a grandes causas por su propia convicción, había ya tenido contacto con el Emperador Pedro I, de Brasil, en su juventud, lo que seguramente dejó una fuerte marca sobre sus ideas acerca de las necesidades  de un gobierno formal en estas tierras alejadas de la civilización y el orden. Consciente del enorme potencial del país, de sus enormes riquezas; y bajo el apoyo militar de Napoleón, el 10 de abril de 1864 juró defender, salvaguardar y velar a los mexicanos y su territorio.   

Más pronto que tarde, sus ideas liberales se ganaron la enemistad de esos conservadores que lo habían llevado a la corona. La iglesia y católicos le retiraron su apoyo y, paradójicamente, liberales moderados se acercaron a él. Bajo su corto gobierno consintió la separación de la Iglesia y el Estado, desarrolló un proyecto de Estado de Bienestar que, entre otras cosas, abolía las tiendas de raya y prohibía la venta o compra de la fuerza obrera. Canceló las deudas de los más pobres y suprimió el trabajo para menores de edad.  Si fue puesto como títere de los intereses franceses en América, pronto demostró que tenía sus propios planes para esta gran Nación: comenzó la industrialización y la comunicación del país, proyecto que décadas después, otro conservador joven inspirado por el Emperador y bajo la consigna de sufragio efectivo y no reelección, desarrollaría a niveles insospechados: Porfirio Díaz.   

Fue esta situación la que hizo que Francia retirara su apoyo al Emperador; mientras que por el otro lado, Benito Juárez, fiel a la idea de República, y apoyado por Estados Unidos que no quería la influencia francesa en su continente, terminó por desgastar el poder de Maximiliano I de México. Fue fusilado después de un juicio teatral y sin sustento jurídico, junto con dos generales conservadores en el Cerro de las Campanas, el 19 de julio de 1867, tan sólo 3 años después de su arribo a Veracruz. 

La historia lo caricaturizó como un perdedor sin fortuna, un oportunista que no tenía futuro en Europa, un usurpador que llegó a México a someterlo al interés de los franceses y que su asesinato fue un acto de justicia social. Ese día, murieron tres hombres "inocentes", acusados de traición a la patria. Las últimas palabras del Emperador fueron: "Perdono a todos y pido a todos que me perdonen y que mi sangre, que está a punto de ser vertida, se derrame para el bien de este país. Voy a morir por una causa justa, la de la independencia y libertad de México. ¡Que mi sangre selle las desgracias de mi nueva patria! ¡Viva México!" Benito Juaréz, benemérito de las Américas, por su parte gobernó México durante 14 años. Su última elección, entre acusaciones de fraudes electorales, a pesar de su salud y las denuncias, le dio por tercera vez la presidencia. Sólo la muerte lo quitó del poder.    
 
 
 

 

Eugenio Garza Sada. El hombre mas rico de México antes del Neoliberalismo.


   

(*) El 17 de septiembre de 1973 don Eugenio Garza Sada, uno de los más notables y emprendedores industriales del país, murió acribillado por un grupo de jóvenes socialistas armados que intentaron secuestrarlo. Su muerte conmocionó a importantes sectores del país y miles de personas asistieron a su funeral, en el cual los empresarios expresaron una enérgica protesta contra el gobierno de Luis Echeverría. 

Lo estrepitoso y violento de su muerte contrastó con la vida que don Eugenio había llevado: a pesar de su fortuna era un hombre modesto y austero. Después de muerto fue el prototipo del empresario con sentido humano, impulsor de empresas que fueron cabeza del proceso de industrialización nacional: Se le consideraba la cabeza de lo que por décadas se conoció como Grupo Monterrey. 

Fue además fundador del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, ideado originalmente no como negocio educativo, sino como espacio alterno de formación de los técnicos y administradores que, en opinión de Garza Sada, necesitaba la industria nacional. Contribuyó así de manera efectiva a la educación superior en México. 

A Garza Sada sus admiradores lo recuerdan como el multimillonario que usaba un auto anticuado y vestía sencillamente, que rechazaba consumos ostentosos y utilizaba sus ganancias para crear más empleos y mejorar las condiciones de vida de sus obreros y empleados. 

Su muerte fue resultado de la profunda división que experimentó la sociedad mexicana desde los años sesenta, cuando muchos jóvenes que veían canceladas las posibilidades de participación y transformación pacífica de un sistema político vertical y autoritario, buscaron cambiar las cosas por la vía violenta. En su lucha contra el estado y el sistema capitalista, identificaron a los empresarios nacionales como sus enemigos, de ahí que no fuera nada raro que planearan secuestrar a Garza Sada, sólo que el recio empresario, de 81 años de edad, no estaba dispuesto a dejarse secuestrar para alimentar la espiral de violencia, y anunció que haría frente a quienes lo intentaran. Sus dos escoltas aceptaron el riesgo, de modo que cuando un comando de "valientes" jóvenes de la Liga Comunista 23 de Septiembre intentó raptarlo, se desató una balacera en la que perdieron la vida don Eugenio y sus escoltas, Bernardo Chapa y Modesto Hernández, y dos de los guerrilleros. (*)
 
 


 
Muamar el Gadafi. Hermano líder y guía de la Revolución de Libia.
  


Líder de la Revolución del 1° de Septiembre de 1969, gobernó por 42 años Libia hasta el día de su muerte. Pocos días después de su muerte circularon videos tanto en Internet como en canales de noticias donde se veía como era apedreado, apaleado y golpeado por sus opositores. En un punto de algunas de las grabaciones se ve como le encajan una bayoneta por el ano. Su muerte fue un acontecimiento global y, especialmente, los países de la OTAN lo hicieron ver como un triunfo de la democracia y el Estado de Derecho. Hillary Clinton, en una entrevista a CBS news en octubre del 2011, dijo al enterarse de la muerte de Gadafi: Fuimos, vimos y él murió. Ambas, entrevistadora y Secretaria de Estado, soltaron carcajadas ante el comentario de la última. Pocos reaccionaron con horror ante las imágenes que mostraban el asesinato violento e inhumano del líder Libio.  

Durante su gobierno, Gadafi nacionalizó la industria, las tierras, los recursos minerales y petroleros y la banca y desarrolló un sistema socialista basado en el concepto de la distribución de la riqueza. Expulsó a los gobiernos extranjeros que ocupaban el territorio, nacionalizó los sectores estratégicos, promovió las pequeña y mediana empresa y fue un promotor de la igualdad entre el hombre y la mujer en contra de la ortodoxia musulmana. 

Sus resultados económicos fueron insospechados, llegando a convertir a Libia en el Estado Africano con el mayor PIB e Ingreso Per Capita de todo el Continente. Duplicó el salario mínimo, controló estatalmente los precios y estableció la igualdad de la mujer en política y vida social. Desarrollo un gigantesco programa de desarrollo educativo con la conformación de un sistema educativo universal garantizado hasta la educación superior. De 1970 al 2011 multiplicó en 20 veces el Producto Interno Bruto, llevándolo de 3 mil millones de USD a 80 mil millones. El Ingreso Per Capita se fue, de 1600 dolares en 1970, a 12800 dolares en el 2012 para luego irse en picada a 2800 dolares en 2016. 

Para 1980 resultaba claro para el gobierno de Reagan que Gadafi representaba un peligro para el estatus de la OTAN y de AFRICOM, sin embargo era útil para satisfacer los intereses europeos. Pero no se volvió un verdadero problema sino hasta entrado este siglo en que Gadafi opta por una postura menos radical y busca el acercamiento diplomático con diversos países africanos para crear un proyecto panafricano. 

Entre sus principales amenazas están la venta de petroleo fuera del sistema de petrodolares, la creación de una moneda no vinculada con el dólar como reserva y un sistema de financiación africano independiente de las instituciones mundiales de financiación. Acusado de ser un Estado "terrorista", de albergar grupos "radicales" musulmanes, de la "violación sistemática" de los derechos humanos, dentro del contexto de las Primaveras Árabes, la CIA operó junto con los gobiernos de Francia, Italia e Inglaterra un golpe de Estado que terminó con el asesinato violento del "dictador" Gadafi el 20 de octubre de 2011. 

Actualmente Libia es un estado fallido con un nivel de pobreza similar al existente en el gobierno del Rey Idris I, y con una graves crisis migratoria que está afectando principalmente a los países Europeos. 

Diversos grupos radicales ortodoxos musulmanes se disputan el control y los derechos de mujeres y hombres por igual se encuentran restringidos.     

  
  
  
  
Conclusión.    

  

Es ampliamente conocido que la Historia la escriben los ganadores. Difícilmente una persona ordinaria, sin interés por la historia o por los hechos políticos de Francia sabría decirte como se llama el Rey francés que fue ejecutado en la guillotina. De los pocos que quizá supieran su nombre, probablemente justificarían la acción del Comite Nacional Republicano de la Revolución Francesa como un hecho necesario para instauración de la democracia en el Mundo.    

En cambio muchos conocen la triste historia de Anastasia, la pequeña hija del Zar Nicolás II que fue inmortalizada en una famosa película infantil de 20° Century Fox de 1997 o, para el público mayor de plena Guerra Fría, la Anastasia con Ingrid Bergman de 1956. Lamentables sucesos. Su complejidad divide opiniones. Nada de qué preocuparse: para eso están los "buenos" medios de comunicación. Para eso el "sabio" gobierno se encarga de construir una historia congruente, adaptada con los acontecimientos actuales. El asesinato de Luis XVI fue un acto heroico, de justicia; el asesinato de Nicolás II fue un hecho vergonzoso.    

La historia mexicana esconde muchos secretos de historias detrás de las historias. Despreciado por el sistema educativo público, Maximiliano I, es mostrado como un cobarde y oportunista. Un pendenciero que vino a darle un toque aristocrático a la Ciudad de México mientras que el trabajo duro, la organización social de todo el país la llevaba el gobierno itinerante del gran Benito Juárez. La historia la escriben los vencedores y venció Benito Juárez; y cuando, en la Revolución Mexicana expulsan a Porfirio Díaz, aun más sagrada se vuelve la figura de Benito Juárez. 


Ciertos personajes se convierten en símbolos que encarnan la historia viva de nuestros países. Conservadores y liberales, liberales y conservadores, no significan nada sin estos símbolos. Comunistas, capitalistas o anarquistas no significan nada sin estos símbolos. La Historia está escrita con adjetivos. Un adjetivo que inició la Gran Guerra y un adjetivo que terminó la Segunda Guerra Mundial. La Historia entonces parece aclararse, ordenarse, concatenar hechos, explicar comportamientos, justificar atrocidades. Hillary Clinton riendo a carcajadas ante las imagines de un Gadafi siendo sodomizado por un rifle con bayoneta no es historia, es un adjetivo simplemente: la mujer "psicópata". Parisinos vitoreando la media cabeza decapitada de su rey muerto no es historia, es un adjetivo, la clase "chusma". Mexicanos aplaudiendo el homicidio de Miramon, Mejía y Maximiliano no es historia, es un adjetivo: el presidente liberal "inconmovible", otro adjetivo: Benito "El justo".    


El 17 de septiembre del 2019, Pedro Salmeron recordó el asesinato de Garza Sada en Nuevo León; el secuestro fallido que intentó realizar la Liga Comunista 23 de Septiembre, un grupo de jóvenes valientes, de valientes asesinos, de despiadados homicidas valientes. Inmediatamente los medios conservadores gritaron con voz ahogada señalando la apología al crimen. Los jovenes no eran valientes, eran asesinos -no un adjetivo sino un sustantivo. Garza Sada, por el contrario, es adjetivos: bondadoso, austero, trabajador, billonario. La valentía de unos jovenes comunistas implica otras cosas. Sugiere, palabras más o palabras menos, un símbolo de la miseria, corrupción y  degeneración de la elité mexicana, de la opresión de los ricos hacia los pobres; del enriquecimiento ilícito, perverso, del poderoso a costa del sufrimiento y la opresión del marginado y sin oportunidades. Y no, eso jamás. Don Eugenio Garza Sada debe ser por siempre un hombre dedicado a su país, austero, trabajador, bondadoso. Su único crimen fue ser inmensamente rico en un país que era inmensamente pobre por culpa de un gobierno dictatorial. 

Quizá el texto de Salmeron no tenía porque adjetivar a los comunistas y así renunciar al mismo laberinto de su profesión: historiador. Pero la Historia adjetiva. Su función primordial es adjetivar. No importa tanto el hecho como el adjetivo del hecho. Aunque para términos históricos los adjetivos en la historia salen sobrando, la realidad es que para términos de la Historia son el propio sentido de la Historia.    

El día de hoy, Pedro Salmeron, ahora ex-director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, presentó su renuncia ante las presiones de diversos grupos que calificaron el adjetivo como una apología del secuestro y asesinato. Las presiones hicieron su trabajo y poco tiempo después fue removido de su puesto. No se puede tolerar que los símbolos se alteren. 

El símbolo de Garza Sada debe permanecer inalterado, aun cuando el gobierno en turno, sea un gobierno que promueve la tolerancia, el derecho a la información y a la opinión. Unos jóvenes luchando por sus ideales pueden ser valientes, o temerarios, o locos. Y sin embargo ese “valientes” no le da sentido a los comunistas, no le quita ni le da más a la Guerra Sucia de los años setenta. Su pecado es que descalifica el simbolismo del empresario regiomontano que identifica la Historia del Desarrollo Sustentable, tolerante del gobierno corrupto y déspota pero sensible a las carencias del pueblo sin cabeza, sin una verdadera autoridad moral; el símbolo del líder moral del desarrollo social y económico de México a pesar de sus pobres y sus políticos, de sus anacronismo y sus excesos. El gobierno de Echeverría fue sanguinarío, y aun así, entre los locos comunistas y los locos embriagados de poder, hubo un hombre austero y bondadoso, que murió por sus ideales, enfrentando la desesperación de los delicuentes y la desprotección del gobierno. 

Igual, la renuncia de Pedro Salmeron no le quita o le da nada a Pedro Salmeron, no le quita ni le da nada al Instituto Nacional de Estudios Historicos de las Revoluciones de México. Pero pone en evidencia que hay ciertos límites de la historia contemporánea que no pueden ser tocados por la Historia, que no deben ser tocados por la Historia bajo la pena de ser perseguido y censurado.

    


La Historia la escriben los que ganan: se vuelven signos de victoria, de verdad, de sabiduria; y esos signos, a veces, evolucionan a ser símbolos de lo que representa el progreso, la modernidad, la bondad. A veces evolucionan inclusive a una profundidad inconsciente que encarna el propio sentido de la Patria. A veces, los que ganan, no entienden que esos símbolos no deben corromperse, aun cuando en apariencia es sólo parte de una historia, de aquella sin los adjetivos del historiador del régimen. 

Así, la Historia no se ha de corromper, mucho menos por el adjetivo de un historiador incompetente que no entiende que el principal deber de todo historiador es justamente velar por el justo adjetivo, aquel que le da sentido a la Historia. Pedro no pudo resistirse, fiel a su oficio, al adjetivo. Aun sabiendo que siempre habrá fanáticos descompuestos que los utilicen de forma poco "profesional": nazis, comunistas, cerdos capitalistas, aristocratas degenerados, conservadores corruptos, liberales chairos. 

Porque las historias no tienen adjetivos, pero la Historia no es nada sin los adjetivos.    
 





Referencias: 

(*) El texto integro sobre Don Eugenio Garza Sada es un copy/paste del blog de Pedro Salmeron https://lacabezadevilla.wordpress.com/2019/09/20/el-asesinato-de-eugenio-garza-sada/ ; la única libertad que me tomé en relación al texto fue entrecomillar el adjetivo valientes.

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