Deseo, anhelo de un imposible.

Deseo.
Mis 11:11 por tu cabello, anochecido y hermoso, lleno de bucles de infinidad en los que me deslizaba cauteloso. Lo quiero liso pero sin dudas ondulado es como siempre me ha tenido enamorado.
Mis monedas en la fuente por tu mirada y tus pestañas, que entre la multitud y tal como tú, son tan destacadas, capaces del alcanzarme y de atraparme en tu mirada.
Mis estrellas fugaces por tu sonrisa, por tus labios y los lunares que los acompañan, esa sonrisa brillante y perlada y el dulce sonido de tu carcajada, esos pequeños labios y los besos que me dabas, aún recuerdo cómo los movías mientras leías y yo al mirarte más aún me enamoraba y como olvidar tus lunares a los cuales cantaba; me encantaba besarlos, no había forma de que me cansara, mientras los contaba y en seguida la cuenta olvidaba, pues era infinito el gozo que contarlos me daba.
Antes de apagar mis velas de cumpleaños por tu cuerpo y cada rincón de este donde mis labios y mi mirada se posaron, cada curva y cada hendidura que mis manos palparon, y cada fibra que vibro junto al mío cada vez que nuestros cuerpos se juntaron.
Cada pestaña entre los dedos, cada hueso de pollo roto, cada supersticioso ritual de deseos que haga será por ti, así como mis pensamientos, así como este amor y está añoranza y como muero día a día por ti, de ti, como mis cartas y poemas por ti y cada palabra de amor que exprese, de amor por ti.
Si, soy egoísta, nunca te lo he negado y no me interesa ocultarlo pero, después de todo que son los deseos, si no el anhelo más desesperado y egoístas de un imposible.