La oficina estaba prácticamente vacía. Sólo había un hombre de unos cuarenta y tantos a quien estaban atendiendo y luego ella seguiría.

Desde que tenía uso de razón, Diana había querido viajar a la Tierra. Hace ya casi un siglo los humanos pudieron colonizar Marte y su querido abuelo había formado parte de este importante hecho. Cuando era más pequeña, el abuelo de Diana le hablaba con frecuencia sobre lo grandioso que alguna vez había sido este cuerpo celeste. Para ese entonces, ya los humanos podían registrar sus memorias en videos y la pequeña Diana quedaba fascinada por todo lo que veía en la de su abuelo. Los colores en el planeta azul abundaban y existían maravillas que te dejaban sin aliento. La gente caminaba libre y todo parecía más vivo.

Con mucho pesar, el abuelo también mostraba cómo su misma especie había acabado con aquellas bellezas de la naturaleza, el ser humano aceleró enormemente el calentamiento global, lo que acrecentó la escasez de recursos fundamentales para la vida como el agua y la comida, originando guerras devastadoras para conseguir ambos. Como si fuera poco, empezaron a existir crisis ambientales que generaron abundantes períodos de sequía, y hundimiento de muchas ciudades por el derretimiento de los polos.

Afortunadamente, la comunidad científica halló la forma de construir aeronaves de propulsión rápida, aptas para viajar al planeta más cercano e iniciar la salvación de la humanidad antes de que pudiera extinguirse por completo. Antes, por supuesto, habían colonizado la luna, convirtiéndola en la primera parada de un viaje espacial. En unos años, el viaje interplanetario entre Marte y la Tierra había logrado reducirse a unos 4 meses gracias a los importantes avances tecnológicos ocurridos en la década de los 2050 d.c.

A pesar de que la comunidad científica sabía que Marte poseía una atmósfera complicada, donde el oxígeno era inexistente y la radiación era muy peligrosa, pronto consiguieron construir la primera ciudad de este planeta a través de cápsulas atmosféricas que creaban campos magnéticos artificiales y evitaban que los nuevos marcianos pudieran sufrir las consecuencias de un ambiente deficiente. Esta ciudad era conocida como Stacia, que en el antiguo griego significa "resurrección" o "lo que se levanta de nuevo". Los humanos lograron acostumbrarse a este entorno, la tecnología había sido crucial para esto y el planeta rojo era en la actualidad un lugar pulcro y futurista. Además, habían logrado descubrir organismos pluricelulares que se encontraban bajo supervisión estricta del gobierno marciano.

Pero Diana, a quien siempre le fascinaron los relatos de su abuelo, no le seducía mucho aquel ambiente. En unos días él cumpliría 9 años de muerto y desde aquel suceso, Diana había pasado los días estudiando historia humana, además de ciencia. Ahora había conseguido un empleo en Musk Inc., la antigua SpaceX, en la que se encargaba de ayudar a investigar una posible implementación de campos magnéticos a gran escala, los cuales podrían incrementar la zona libre de viento solar en Marte y por lo tanto, protegería muchísimo más a los seres humanos de su radiación...Tal vez ni siquiera necesitarían los trajes espaciales para explorar las afueras de Stacia.

Ahora mismo, Diana se encontraba en la Oficina de Permisos de Viaje Espacial Terrestre. Desde la presencia humana en Marte y debido al gran deterioro de su planeta original, se promulgó una ley que establece que a partir de los 21 años terrestres se puede emitir un permiso especial de viaje a la Tierra. Se supone que a esa edad eras lo suficientemente consciente de los riesgos a los que te enfrentabas si decidías viajar hacia allá. Diana tenía 20, pero al día siguiente cumpliría la edad requerida y podía procesar su solicitud.

En la actualidad, estos viajes eran realizados por científicos e importantes empresas, ya que el estado de la Tierra no era el más óptimo y, siendo honestos, a la mayoría de los humanos-marcianos de su edad no les interesaba. Además, los viajes interplanetarios eran inaccesibles para muchos, pero no para ella, cuya familia había heredado beneficios considerables al ser pariente de uno de los colonizadores. Se lo había pensado mucho durante años, pero la decisión la tomó definitivamente cuando buscaba un viejo cuaderno de ciencia entre las cosas de su abuelo. A pesar de la avanzada tecnología, a él le gustaba lo antiguo y plasmó importantes conocimientos en aquel objeto. Mientras ojeaba las páginas, Diana notó que en el pie de las mismas se encontraban unos números diminutos, casi imperceptibles. Decidió buscarlos en la red; ese día buscó la cifra en todos los sitios que se le ocurrieron. Hasta que, finalmente, recordó un archivo de la memoria de su abuelo que estaba cifrado. Siempre se preguntó qué sería...Tal vez ahora pudiera saberlo.

Introdujo el código y pronto se reveló un mensaje que hablaba sobre la hipótesis exodus. En ella se planteaban razonamientos y sospechas fundadas de que el planeta Marte fue habitado por una especie similar a la humana hace más de 3000 millones de años. Aparentemente, antes de que se enfriara por completo el núcleo marciano, intentaron enviar una parte de su especie a diversos planetas. La Tierra había sido uno de ellos. Su abuelo señalaba África y Egipto como posibles receptores de estos seres. Lo que significaba que ellos podrían ser nuestros ancestros. La investigación no había podido concluirse porque hacía muchos años que los esfuerzos de la comunidad científica estaban centrados en desarrollar la tecnología necesaria para colonizar otro planeta, había sido olvidado. Diana estaba atónita. No podía creer que su abuelo dejara una información tan valiosa en un lugar así. Por lo que, sin pensarlo mucho, decidió averiguar por su cuenta emprendiendo un viaje a la Tierra. ¡Por fin podría viajar al sitio con el que tanto había soñado! Y ahora con una razón mucho más importante.

Pronto trató de contactar a las personas mencionadas en el archivo, a los colaboradores de la investigación, pero era difícil dar con ellos. Algunos no sabían nada al respecto, otros estaban desaparecidos o muertos...Sin embargo, cuando estaba a punto de darse por vencida, recibió respuesta de Akili N'Kono, una mujer africana cuyo tío estuvo involucrado en las exploraciones relacionadas a la hipótesis y quien tras una serie de preguntas indicó que la recibiría cuando aterrizara. En el mensaje, Akili le indicaba que debía borrar todo tipo de conversación que hubiesen mantenido. Aparentemente, estas investigaciones habían resultado peligrosas para quienes intentaron llevarlas a cabo ¿es que había alguna cosa que esconder?

-¡El siguiente, por favor! - gritó la voz del cyborg que atendía la oficina. Las preguntas fueron minuciosas, pero Diana se había preparado y pronto tuvo con ella un pequeño permiso de viaje terrestre incrustado en la muñeca. Recibiría una inducción e instrucciones del viaje al día siguiente y la hora de partida estaba pautada para las 8:00 pm en Marte. Todo está listo, se dijo. ¿Lograría conseguir algo? ¿Le sucedía a la Tierra lo mismo que a Marte hace millones de años? ¿Cambiaría para siempre la historia de la humanidad si la hipótesis resultaba cierta? Recordó a su abuelo y una lágrima se deslizó en su mejilla...

Desconocía la apasionada Diana que pronto sus planes se verían frustrados, el archivo cifrado de la memoria de su abuelo había emitido una alerta al ser abierto y a partir de ahora los obstáculos serían una constante para ella.