La Torre Blanca del Engaño: La Humildad
¡Hola Steemians!
Siempre es un placer que pasen sus ojos por estas palabras. En muchas ocasiones he sentido en mí una resistencia bastante sutil que ha impedido el disfrute pleno de grandes experiencias. Esta reflexión es la que quiero compartirles hoy.
Sin dar más rodeos, empecemos…
La Torre Blanca del Engaño: La Humildad
Recuerdo una delicadísima pared que contemplaba con grandes ojos, y en la que se encontraban tallados los rostros venerables de santos monásticos, ascetas, errantes, intelectuales y personajes literarios, todos ellos recubiertos por una sombra cristiana de sufrimiento y renuncia. Encima de esta blanca y pequeña estructura, parado sobre un pequeño ladrillo blanco, podía visualizar todos los pastizales mundanos, y no perdía oportunidad alguna en disparar flechas envenenadas de juicio a todos los hombres y mujeres que se divertían en el fango mientras yo, por mi parte, apenas si rozaba las espigas frondosas del campo.
Con el paso del tiempo fui reafirmando el sueño. Desde mi blanca y liviana torre fui cultivando el rechazo, la superioridad y la enajenación del mundo natural, discriminando seres por vulgares, grotescos e indignos de la vestimenta angelical que me poseía al entrar en la recámara oscura ubicada en la cima de la cada vez más monumental torre. Sin un gesto al sol, sólo las plateadas noches me alimentaban de la palidez necesaria para arar, al igual que aquellos lejanos y grabados renunciantes, la creencia en la democratización, en el mundo mejor, en la igualdad, en la tolerancia, en la feminización, en la castración y aceptación, en la negociación, en la inclusión y la paz.
“Un hombre que se miente a sí mismo y cree en sus propias mentiras, se vuelve incapaz de reconocer la verdad, tanto en sí mismo como en cualquier otro, y acaba perdiendo todo respeto para sí mismo y para los otros. Cuando no tiene respeto, ya no puede amar, y acaba cediendo a sus impulsos, indulge en la forma más baja del placer y se comporta como un animal satisfaciendo sus vicios. Y todo se produce por la mentira -a otros y a uno mismo-.” Los hermanos Kamarazov. Fiódor Dostoyevski.
Dotado del bellísimo color de la austeridad, evitaba, no sin antes dedicarme al correcto padecimiento, los placeres de las gentes. Hinchado de vapor de nube, procuraba no desear los bienes que tan alegres hacían a todos, escogiendo el peor trapo, la peor pocilga y el peor tratamiento al cuerpo. A este maltrecho y deformado vehículo que me intentaba apresar a través de la sensualidad y el placer, yo le respondía con dolor y hambre, con una sonriente saciedad de repulsión, tal como me indicaban aquellos venerables maestros de torres blancas en libros, discursos, sermones, canciones y entrevistas, todos ellos señalando el camino a través de su mano izquierda.
Recuerdo que mi primer maestro fue un dibujo en un libro de catecismo, un hombre de cabellos largos vestido con una bata estirada que ocultaba sus pies descalzos. Este hombre con una sonrisa sublime señalaba siniestramente la pobreza, la renuncia y la obediencia. Recuerdo a mi lastimosa maestra enseñando moral y ética, una señora bella en su debilidad. Recuerdo a grandes profesores iluminados con la vela de la academia promulgarse sobre la igualdad y el derecho de los desvalidos y discriminados, decían lacerarse por los pobres y mendigos, decían conocer la inocencia y la creatividad de los infantes así como la sinceridad de los políticos. Estos altísimos me enseñaron sus propias torres blancas. Allí percibí a grandes renunciantes de la vida, maravillosos hombres y mujeres sufrientes, creadores de movimientos, de luchas contra la riqueza y la razón, grandes pastores de gente entregada y sumisa al considerarse indigna, errada y culpable. Recuerdo también solicitar como todos un rescate. Recuerdo que el rescate tenía el costo de mi parte derecha, no asegurando el éxito sino hasta haber renunciado a todo, menos a la escucha de las palabras de los señores blancos.
Fue así la creación de mi beatitud, de mi superioridad basada en la pobreza, en la blancura de la renuncia y la sonrisa condescendiente de la miseria propia. Así inició la construcción de la fortaleza blanca que apartaba de mí la abundancia y experiencia ganada por virtudes y convicciones nobles.
A través de las pequeñas mirillas de la torre todo me resultaba plausible: cualquier medida, cualquier discurso, cualquier evento era sonreído por considerarlo ganancia en inocencia y no idiotez. Mientras admiraba las luchas sociales desde mi encierro, la aridez de mi propio concreto se impregnaba de los persistentes musgos que no se rendían a vivir aun cuando yo consideraba viva a la muerte. Me encantaba ver la propia insistencia en morir reflejada en las masas. Recuerdo también el frío, la soledad y el nacimiento de mi sombra con cada iluminación externa; recuerdo haber odiado la luz por ello y haber maldecido cada aliento floral, cada bella curvatura femenina, cada manifestación viril de la vida. Recuerdo el temor al ascender a la recamara oscura de la blanca torre, así como el pavor al color del cielo.
“¿Quién te robó la vida? ¿Quién te volvió tan en contra tuya?
¿Quién fue el ladrón, quien te rasuró los dientes, aceptando solo la virtud?
¿Y actuó solo? ¿Había más cómplices?
Cuando cantaba y ofrecía el anillo ¿Qué voz antigua decía, "bésalo"?” Naiads, Cassadies. Fleet Foxes.
Paulatinamente, sufriendo y carcomido por la insistencia de la vida en mí, me encontraba sordo de los cantos de las aves y solo podía escuchar el lenguaje metálico de la cultura del hierro, del poder y el odio de los resentidos y querientes por ascender a la fuerza. La insania y la miseria me eran conocidas como medios para controlar a los indignos, al bagaje humano que pretendía celebrar la estupidez sin conocer el sufrimiento, el verdadero dolor de los hombres de las murallas blancas. No me importaban. A través de las grietas de mi torre observaba de madrugada el constante avance de la sombra de deseos que me atormentaba y golpeaba constantemente, mientras, al mismo tiempo, me encontraba apuñalado siempre por un corazón furioso, por una naturaleza creativa reprimida e indetenible.
Recuerdo sentirme escaso, preso, sin potencia mientras los poco reconocibles grabados de los renunciantes me llamaban a la completa entrega a los señores blancos, los cuales se encontraban en una condición opuesta a la mía: se les veía vigorosos y sonrientes en sus grandes y opulentas torres, mientras conducían y convencían a todos de que la miseria era redención social y el plan divino, mientras sus trajes angelicales se transformaban en sangrientos ropajes de animales.
Muriendo, en los últimos alientos, observando el cambio en la piel de los hechiceros, mi corazón soltó un último grito de vitalidad que retumbó en mí como una reminiscencia de una sonrisa encantadora, de una luz purísima y reveladora que, como un beso suave, impregnó de calor mi cuerpo y salió como una lágrima por mi pasmado ojo derecho. Ese grito cardiaco retumbó en toda la torre, cuyas bases parecían fragmentarse al mismo tiempo en que recordaba los pastizales y el fango de las riveras.
“Todo rezumaba engaño y simulaba tener sentido, felicidad y belleza, cuando no era más que podredumbre encubierta. El mundo tenía un gusto amargo. Una tortura era la vida”. Siddhartha. Hermann Hesse.
Recuerdo entreabrir los ojos y ver las ruinas oscuras de la construcción, salvo por un ladrillo blanco que había sido el primero en apoyarme para ascender, siendo además el que le diera el olvidado nombre a mi inexistente torre blanca. En dicho ladrillo se podía ver difícilmente una palabra que al leerla en voz alta desboronó el elemento en mis manos.
Tal es la resistencia eterna que se oponía a la vivencia perfecta de la realidad. Tal es la creación sutil de engaño e ilusión que me provocó la muerte en la mazmorra que llevaba por nombre la falsa virtud de la Humildad.
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Tienes una manera de escribir impresionante. Guao... Gracias por compartir tu talento. Saludos de corazón.
Gracias, Neo. Qué bueno que te haya gustado. Tu perfil es interesantísimo, estaré leyéndote. Un abrazo grande.
Hola amigo muy interesante su contenido y de verdad me parece que esta muy bien estructurado sigue adelante
Muchas gracias, Albeiro. Me alegra que te haya parecido interesante. Un abrazo, gracias miles por el apoyo.
Sensacional publicación, amigo @israleve. Me encantó. Es maravillosa la forma como te paseas por los sucesivos eslabones hasta cerrar el tema, ¡¿y las ilustraciones? ¡divinas! Te felicito
Jaja gracias, Mari. De verdad siempre es un honor para mí que leas mis post y de que además este te haya gustado. Un abrazo grande.
Buen contenido, te estaré leyendo te invito a pasar a mi blog. Saludos
Gracias, linda que cool que te haya parecido así. Estaré pasando por allá. Saludos
Vaya, vaya. Excelente post; gran fluidez discursiva, literaria. Un placer haberte encontrado. Un saludo
Gracias, Gianmauro! Qué honor tu comentario. Un abrazo.
Hola excelente post con un gran sentido ocultista para el que sabe leer entre lineas, saludos fraternos R+ .·.
Muchas gracias! Ciertamente hay algunos guiños. Un abrazo!!
Está genial la historia, deberías plantearte ser escritor. Felicidades por el post :)
Jajaj Sasha! Que genial siempre encontrarte. Un beso y abrazo grande!
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que gran post, y felicidades por el voto de cervantes, a mi me gustaría dar un voto aun mayor, pero estoy limitado, pero te aseguro que lo daré y cuando lo haga tu seras el primero en recibirlo
Apolo! Por favor... que hagas este comentario para mi ya es un honor, sabes que siempre has sido una piedra de apoyo fundamental para muchos, incluyéndome. No debes darme excusas. Un abrazo grande.