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¿Estás embarazada? ¡Estas loca! En estos tiempos y aquí en Venezuela, eso es una locura.

Es lo primero que dijeron algunos conocidos cuando se enteraron de mi estado. Quise comenzar mi historia con esa frase, porque es muy fácil lanzar un juicio sin tomar en cuenta que se pueden herir susceptibilidades. Nadie sabe bajo qué condiciones concebiste a ese bebé que está en tu vientre.

Este post de mi historia, quiero compartirlo con todos, porque en mi última consulta, una joven embarazada lloraba diciendo que no podía continuar con el embarazo porque el padre de la bebé que estaba esperando le dio la espalda y la dejó sola.
Me senté a su lado y le conté mi historia. Le hice ver que ella tenía apoyo, al menos una casa y a sus padres, yo no. Y así la motivé a buscar opciones. Le hablé de Steemit pero no se sentía preparada para eso en este momento y lo respeté. También le hablé de otras opciones y le dejé mi número de teléfono, pero yo no tomé el de ella y aun me quedo pensando cómo estará.
Espero que sus padres la apoyen y que tomemos consciencia de que no se debe enjuiciar a una mujer porque está embarazada y sola. Los que no han pasado por tener a una mujer embarazada cerca de su familia, no saben lo sensible que nos encontramos. Todo nos afecta, las noticias buenas, las malas, las preocupaciones, las preocupaciones y las preocupaciones.

En mi mente ha estado la idea de hacer una fundación, cuando logre estabilizarme y nuestra Venezuela pueda ser otra y así darle abrigo y cariño a todas esas mujeres que están pasando por un embarazo difícil, en conflicto.

Estar frente a una computadora, con los ojos nublados de lágrimas, buscando una opción de vida, un alquiler digno y no conseguir nada porque estás embarazada, aquí en Venezuela, no es fácil.

La vida está llena de esto, de situaciones, buenas o malas, siempre se alternan y por eso, nada dura para siempre. Lo peor ya pasó para mí, lo difícil aún permanece, pero también pasará y me estoy preparando para eso.

¡Ánimo mujer, que sí se puede!

Mes a mes

Segundo mes…

No sabía que estaba embarazada. Tomaba píldoras anticonceptivas, las cuales por la situación del país cambiaba frecuentemente porque era lo que se conseguía en las farmacias. Veía mi sangrado mensual normal. Comía demasiado, realmente el apetito me había aumentado y no sabía cómo explicarles las mezclas locas que me provocaban. Sería algo grotesco y difícil de creer. Después de algunos mareos y náuseas, decidí hacerme una prueba de sangre y el resultado fue positivo.

¿Qué pasó por mi mente en ese instante?

Realmente miré la prueba y no asumí nada al momento. Tenía tanto trabajo pendiente, tantas cosas por resolver con mi empresa que salí corriendo a la oficina. La situación económica no me había afectado. Tenía mi empresa y trabaja más que todo con la empresa del padre de mi hijo porque le dábamos mayor prioridad para lograr establecerla en el mercado. Invertí sin tener nada firmado, todo mi capital en esa empresa y bueno, después de que la noticia de mi embarazo salió a la luz, las cosas cambiaron. Ya no tenía trabajo, mi empresa estaba parada y se negaron a darme mi dinero.

En mi familia me preguntaron, ¿qué vas a hacer? Mi respuesta fue contundente: “echarle bolas y tener a mi bebé”, como se dice aquí en Venezuela.

No evalué las consecuencias, pero me siento orgullosa de la decisión que tomé, no podía hacer otra.

Después que mi mente lo asimiló, comenzó el malestar a empeorar. Las náuseas eran constantes, no podía cocinar porque no lograba comer. El hambre se me había pasado. Si, sé que las preocupaciones se apoderaron de mí esa fue una de las causas.
Decidí emprender y buscar no una, si no muchas entradas de dinero para pagar el médico, medicinas, comida y alquiler.

¿Medicinas? Pude conseguir algunas medicinas prenatales al tercer mes y tengo 6 y nunca pude comprar vitaminas, en ningún lado logré ubicarlas. ¿Comida? He tenido que seguir una dieta obligada de cero arroz, pastas o harinas, salvo en ocasiones que se dejan ver en algunos supermercados, pero a un precio exagerado. Ni hablar de los gastos médicos, exámenes especiales, etc. Pero no me quejo, solo les comento para los que están planificando sepan lo que deben tener en cuenta. Yo decidí asumir mi pancita y aquí estoy, dando la cara por eso.

Tercer mes…

En este mes, el sueño me atacaba a cada rato. Por más que quería mantenerme despierta, casi no podía. Pero mi fortaleza era verme la panza y por el bebé, tenía que sacar fuerzas de mis defensas para mantenerme de pie.

Buscar un empleo en alguna empresa no me iba a resultar, porque nadie contrata a una embarazada. Ya no tenía que ir a la oficina, mi relación se había roto a causa de mi decisión de tener al bebé. Obviamente no tenía trabajo porque le trabajaba a él. Tomé la iniciativa de reactivar mi empresa en algo que no me generara costos, me fui por la parte de servicios. Llamé a uno de mis clientes y retomé el trabajo de campo en investigación de mercados. Contraté a algunos encuestadores y a una supervisora, a los que le pagaría al finalizar el estudio.

Todo iba bien, hasta que las manifestaciones en las calles caraqueñas se intensificaron y por ende, las vidas de los encuestadores corría peligro y por otro lado, las personas no querían ser encuestadas y el trabajo se hacía cuesta arriba. Por ello, ya no era rentable continuar. No podía seguir con el área de ventas, porque eso me iba a generar un gasto de inversión, dinero que no tenía y lo poco debía guardar para sobrevivir hasta conseguir una entrada fija de dinero.

Pasaba mucho tiempo sentada y la columna ya me estaba afectando. Trataba de levantarme pero era más el tiempo que estaba sentada.

Cuarto mes…

Llego Steemit a mi vida y vi la luz. Pude resolver muchas cosas el primer mes, el segundo mes y cuando ya casi iba a cumplir los tres meses en la plataforma, bajaron los votos, ingresaron muchos usuarios y mis posts ya perdían interés.

Me bajó mucho el ingreso, ahí entra la frase: “nunca dejes todos los huevos en una sola canasta”

Aposté por que Steemit fuera mi única entrada de dinero, me dedicaba día y noche a comentar a votar y a publicar, pero ya no podía subsistir con lo poco que ganaba. Con todo eso, me inicié con las PTC, y terminé dándole click a publicidades en 5 páginas (aun lo sigo haciendo y actualmente están pagando), no es el pago ideal, pero todo lo que suma, es bueno.

Ya no salía mucho de la casa. Pegada literalmente en la computadora buscando y enviando ofertas de trabajo. Me llegó una llamada para decirme que había trabajo de campo disponible. Me arriesgué y llamé al grupo de encuestadores y a la supervisora para contratarlos y tomando en cuenta el riesgo de trabajar en la calle, les ofrecí casi que el 100% de lo que me estaban pagando por hacer el trabajo con mi empresa, pero mi idea, era quedarme con algo para agregar a mi cuenta bancaria.

Y así hice, se dio el trabajo, solo que se alargó mucho por todo el desastre en las calles.

En la consulta mensual, le comentaba preocupada a la obstetra que no me daba hambre y me preocupaba que el bebé viniera bajo de peso, pero él iba bien. En ese mes, me enteré que espero a un niño y me sentí muy feliz.

Quinto mes…

Aun así, sabía que los gastos que me venían iban a ser muy fuertes y por ello, coloqué mi hoja de vida en varias plataformas en internet, ofreciendo algunos trabajos a nivel metodológico, etc. Para mi sorpresa, me contactaron de una editorial desde España y me pidieron al menos tres capítulos de una novela que haya realizado, pero que cumpliera con ciertos parámetros que ellos necesitaban.

Lo escribí en dos días, tres capítulos de una novela romántico-erótica, con una gran carga de escenas de sexo. Lo envié al correo de la editorial y al día siguiente me enviaron el contrato por correo, lo leí, se ajustaba a lo que habíamos conversado en llamada por whatsapp, lo firmé y lo envié. Lo único malo, es que tuve que renunciar a mis derechos de autor, era la cláusula que ellos no podían modificar, de igual manera acepté. En 10 días les entregué la primera novela y me pagaron antes de haber hecho el envío. Hoy en día continúo con ellos.

Los días y noche han sido interminables, casi no he podido descansar. Aunque por medidas de salud debo permanecer acostada, casi no duermo a pesar de que el sueño trata de vencerme, pero si no hago todo esto, no puedo sobrevivir.

Sexto mes…

Ya estoy en el sexto mes, es una bendición sentir los movimientos de mi bebé, sentir sus pataditas en mi vientre, es algo único e irrepetible. Lloro de emoción cada vez que me pasa. Es lo que he disfrutado en mi embarazo, sentirlo. A veces me siento tan agotada que lo siento moverse y es como si su vocecita me dijera: “mamá, debes descansar” y apago la laptop y me acuesto.
La espalda me duele muchísimo, la presión en el bajo vientre casi no me deja caminar, mi bebé ya está grande y si me tocara dar a luz en este momento, él ya se encuentra en posición. Pero debo descansar mucho para que él se mantenga más tiempo dentro de mí.

Sigo en Steemit, sigo con las PTC, sigo escribiendo novelas, y estoy tratando de concretar algunas transcripciones de voz a texto en español para unos estudiantes estadounidenses que hacen su doctorado de antropología en Chile, aprovechando el contacto de uno de ellos a quien les trabajé hace algunos años.

Las medicinas siguen igual, sin conseguirse. La comida sigue carísima y lo básico casi ni se ve. No he logrado conseguir un apartamento para alquilar. Pero el esfuerzo y el sacrificio es lo que nos va a hacer grandes madres. Sé que cuando vea la carita de mi hijo por primera vez, me hará saber que todo ha valido la pena.

No dejes que la sociedad se te venga encima, no te estigmatices, vive a tu propio ritmo y sobre todo no le quites la oportunidad a un niño de nacer. Por más ahogada que te sientas al momento, busca ayuda y si no la consigues, siéntate y busca dentro de ti misma, y escucha la voz de tu consciencia. Nuestra historia, nunca va a ser peor o más triste que la de otras mujeres, piensa que alguien está sufriendo más que tú.

Sabemos que Venezuela está en una situación extrema en todo sentido, pero al menos yo, tengo fe de que esto pasará.

Nunca se está sola, Dios no nos abandona jamás.