En un pueblito parecido al de PINOCHO en la película de Disney por la singular forma de las casas al estilo alemán, con paredes de color blanco o marfil decoradas con rayas negras o marrón que simulan las columnas hechas en madera de estas antiguas viviendas.

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allí se encuentra un pequeño niño de tan solo ocho años de edad llamado Richard, perteneciente a una familia en ese entonces de clase media baja pero muy trabajadora, sus padres aunque jóvenes, muy responsables, siempre trabajaron muy duro para darle lo mejor a Richard, a él le gustaba colaborar en el trabajo de sus padres a pesar de su corta edad aunque también invertía mucho tiempo para imaginar y jugar a que era un Doctor, Veterinario, Dueño de su propio restaurant o hasta científico en un laboratorio de toxinas de arañas, pero inocente de lo que sería su vida unos años más tarde. A Richard siempre le gusto ayudar a sus primos menores para que aprendieran a montar en bici o les enseñaba a leer, los fines de semana mientras sus padres trabajaban en un pequeño restaurant de la familia él trabajaba con dos de sus primos mayores en un estacionamiento propiedad de su abuelita, ella les pagaba el día como si fueran adultos, Richard como era muy pequeño no podía salir al mini mercado que estaba cerca de su casa para poder gastar su dinero en dulces, sus padres no se lo permitían ya que era muy peligroso por tener que cruzar una vía principal, en vista de esto el pequeño niño decidió guardar su dinero en una alcancía que le habían obsequiado, sin tener noción completa de lo que estaba haciendo siguió así por aproximadamente 3 o 4 meses, sin el saberlo sus primos estaban haciendo lo mismo, en el momento que se enteró se alegró mucho porque no era el único que estaba colocando su dinero en un cilindro de cartón con tapas de metal, los tres se imaginaban lo que podrían hacer con el dinero, pensaron en comprar un nuevo balón de futbol para jugar o quizá uno de esos famosos Nintendo 64, como eran niños, cada uno acudió a sus padres, ellos escucharon y respondieron de forma negativa respecto a gastar su dinero en lo que habían pensado, horas más tarde los padres de Richard y de sus primos los reunieron y preguntaron ¿niños porque no unen el dinero que tienen los tres y colocan en el estacionamiento un puestito con galletas y dulces para vender? Así ganarían el sueldo que les paga su abuelita y ganan un extra con el puestito, Richard en el momento entendió por inercia, no sabía lo que era una inversión en teoría pero ahora lo sabía en la práctica, el entendió que al hacerlo iban a ganar más y así poder comprar lo que querían y solo tenían que reunir nuevamente el dinero que utilizarían en la inversión, el primer fin de semana no les fue muy bien, solo vendieron 2 paquetes de galletas, Richard y sus primos no estaban muy contentos pero la paciencia y perseverancia que caracterizaban al pequeño hicieron que se calmara y le dijera a sus primos, “el próximo fin de semana nos ira mejor chichos, no se preocupen”, un mes más tarde el puestito ya les estaba rindiendo frutos y ese fin de semana se enteraron que llegaron al pueblo nuevos teléfonos celulares de la época, ellos se emocionaron mucho y sin pensarlo fueron corriendo a donde sus padres para pedirles que les compraran los nuevos teléfonos, los padres de Richard en vista de que su hijo con la corta edad que tenía trabajaba duro y era tan responsable decidieron ir a la tienda para comprar lo que el pequeñín deseaba, cuando llegaron Richard se decepciono pues el teléfono era muy costoso y sus padres no tenían el dinero completo, regresaron a su casa y el pequeño se fue triste a su habitación, cuando de pronto miro a lo alto de su closet y vio su alcancía, allí tenia los ahorros de un mes de trabajo, la tomo y corrió a donde sus padres con una felicidad enorme y les dijo ¡mami! ¡Papi! Aquí tengo dinero esto debe alcanzar para completar y comprar el teléfono que quiero, los padres se miraron y decidieron contar el dinero, para su sorpresa el dinero que estaba en la alcancía era la cantidad exacta, Richard se sintió muy feliz y orgulloso, al igual que sus padres, ya que con su esfuerzo y perseverancia había logrado algo grande, de allí en adelante el pequeño comenzó su vida sumergida en los negocios, emprendimiento y estudio.

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Ese pequeño niño se convirtió hoy día en la persona que escribe estas líneas, narrando muy orgulloso una anécdota de su vida para así presentarse ante una maravillosa comunidad, llena de sueños al igual que él, al igual que Javier Jesús Morales Gutt en la historia llamado “El Pequeño Richard”, hoy por hoy joven venezolano de 23 años, residente de un pueblito de origen alemán llamado la Colonia Tovar, todo un emprendedor, trabajador, colaborador y por supuesto entregado a su mundo “Los Negocios”
Espero les haya gustado mi pequeña anécdota para presentarme pronto les contare un poco más de mí y las actividades que realizo hoy día para seguir emprendiendo y ayudando.