Z-Elección | Capítulo Nueve | Historia Propia | Jhorjo
FUEGO Y AIRE
Escuché un sonido sin eco en el escalofriante silencio que se formó en el anfiteatro a partir de las últimas palabras que dijo el orador. Al parecer fui el único que lo oyó, ya que ningún cuello giró como el mío. Zoe estaba tan curiosa, con sus grandes ojos rayados que despedían lágrimas y sus pestañas que estaban mojadas, vi como se mordisqueaba las uñas quizá por ansiedad o nervios, pero siempre mirando al frente siguiendo con sus ojos al hombre que caminaba por todo el escenario.
Volví a enderezarme y miré hacia abajo, hacia el hombre.
—Sí, como escucharon. —Hizo una pausa y otra imagen se vio en la gran pantalla que había bajado.
Más que una imagen era un vídeo que se repetía una y otra vez, a cálculo creo que duraba unos cinco segundos. En él se podían apreciar dos cosas: Un cuerpo masculino desnudo y llamas en él.
El cuerpo ya lucía chamusqueado y se podía ver la sangre hervir, pero al hombre que le ocurría eso parecía no importarle.
«Es un Contemporáneo» pensé y seguí mirando la bizarra imagen.
—Luz infrarroja, por favor. —Demandó el hombre y la imagen se tornó de colores rojos, naranjas, amarillos, azules, blancos y negros.
Más o menos sabía lo que significaba cada color...
«Rojo es que se está quemando... Dah, obvio. Naranja... más o menos, el amarillo es que se está medio quemando. Ok los demás significa que está frío en esa parte, pero... ¿Y ese color verde?» yo mismo debatía en mi cabeza.
Alrededor del cuerpo de ese Contemporáneo pude notar como una nube, que arrojaba color verde gracias a la luz infrarroja, se desprendía del cuerpo.
—Él es Joao de Lucca. Un inmigrante portugués residenciado en los Estados Unidos de Norteamérica, él pertenecía a la ECC de dicho país.
Al lado del vídeo, en miniatura, apareció el rostro de ese hombre.
—Este vídeo fue grabado hace unos veinte años, donde se puede observar a Joao en una camilla, siendo grabado con todo tipo de cámaras... Estábamos desesperados en conseguir la cura y todos firmamos un tratado que decía que, si llegáramos a convertirnos en uno de ellos o morir de alguna u otra forma, íbamos a dejar nuestro cuerpo a manos de la ECC para realizar experimentos... Todo sea por la cura...
Alguien le exclamó algo, pero no pude escuchar qué fue. Sin embargo, noté como unos uniformados se llevaban a un hombre fuera del anfiteatro, ¿había sido él quien gritó?
—Si saben más o menos matemáticas y sacaron la cuenta. Joao murió en el año 2025, para ser más especifico, el quince de marzo. Diez años después que se inyectara la vacuna.
Escuché otro sonido, pero éste no tenía eco, venía de afuera. El único sonido con el que mi memoria lo relacionaba era con un disparo.
Creo que Zoe también se dio cuenta porque vio por donde habíamos entrado, por las grandes puertas que estaban cerradas, en ellas estaban tres hombres uniformados de azul, quizá del ejército no lo sabía, lo que sí sabía era que llevaban metralletas las cuales se veían letales.
—¿Esos son disparos? —Me preguntó Zoe, volteándose a verme.
—Eso creo. —Le dije y volví a mirar hacia las puertas. Ocultando por completo el miedo que estaba sintiendo en ese momento.
Miré un brazo moverse de un lado a otro por arriba de las puertas, lo que me hizo llevar mi atención a la cosa que lo hacía, pero no era una cosa, era Frank el que trataba de llamar mi atención.
«¡Frank!»
Le hice una señal y dejó de hacer el movimiento, pero lo noté preocupado. Aunque a la distancia a la que estábamos quizá sólo había sido mi imaginación.
Ya había encontrado a Frank y él a mí.
—El virus no había llegado a América, los países unieron sus fuerzas para dejarlo fuera de nuestro continente, pero todo el mundo se sorprendió cuando Joao se convirtió. Una investigación se llevó a cabo y todos los integrantes de su familia fueron entrevistados para buscar alguna pista de lo que fuera. La pregunta principal fue que si había viajado al continente europeo, o al africano, también se preguntó si había recibido algún paquete de algunos de esos países, inclusive dinero.
—Pero las respuestas a todas esas preguntas fueron negativas...
«¡¿Y cómo carajo se infectó?!» pensé estresado, ya me dolía la cabeza.
—Por ello, se realizaron una serie de pruebas con el primer cuerpo infectado en América, pensábamos que era por tener sangre europea, pero lo descartamos al instante al recibir una llamada de nuestra sede en Venezuela. Dos adolescentes uno de dieciséis y otro de diecisiete años, fueron el segundo y el tercer Contemporáneo. Estos chicos no tenían nada que ver con Europa, ni África, ni Asia, ellos eran cien por ciento americanos.
La imagen de la pantalla se cambió y dejó ver una fotografía de dos chicos sonrientes, no parecía que fueran hermanos, ya que uno era totalmente diferente al otro. Primos tal vez, o amigos del colegio...
—La ECC de dicho país retuvo a los chicos y también realizaron experimentos con ellos, bajo la aceptación de la familia. Pero no encontraron nada, y tampoco con Joao.
«¿Entonces?»
—Así que estábamos de brazos caídos sin poder hacer nada...
—¡Digan que no consiguieron una cura a esta mierda y no nos hagan perder el tiempo que nos queda de vida! —gritó una mujer, su voz provenía de más abajo de donde me encontraba sentado, como a unas cinco filas.
Las personas la siguieron y nuevamente el anfiteatro se volvió un mercado.
****
Volvieron a tocar la alarma para que las personas se callaran, a los segundos mis oídos escucharon más disparos. Vi a Zoe de reojo y noté su nerviosismo, quizá ella también haya notado algo en mí, aunque lo haya ocultado.
—Como decía... —el hombre caminaba de un lado al otro el escenario, para dar más tensión al asunto. ¡Cómo si lo hubiésemos necesitado!—. No encontramos nada desde el 2015, hasta el 2037. O sea, veintidós años con una venda en los ojos, pero con una nariz que captaba todo.
«¿Nariz que captaba todo?» me retumbó en la cabeza.
La imagen cambió y mostró a la señora con los gatos nuevamente, luego se volvió más pequeña y se colocó a una esquina de esa gran pantalla. Luego apareció su hermana, la que había ido a su departamento a buscar unas cosas... Y así fueron apareciendo muchas más imágenes de personas, entre ellas de niños pequeños.
—¿Recuerdan a Gloria y Madeleine Zaal? —inquirió el orador viendo al público—. Las primeras Contemporáneas de Europa y del mundo, fueron incineradas con otras veintidós personas más que habitaban ese edificio.
El vídeo del hombre quemándose volvió a aparecer en la pantalla.
—¿Recuerdan a Joao de Lucca? —Volvió a preguntar—. El primer Contemporáneo de América, el que creíamos que por tener sangre europea se había convertido, y con él hicimos una serie de experimentos, y al terminar lo quemamos para que el virus que lo había atacado muriera.
Los chicos de antes volvieron a aparecer en la pantalla.
—¿O quizás recuerden a los chicos venezolanos. Omar Hernández y David Graterol? —Hizo una pausa el orador—. Fue por ellos que dedujimos que no tenía nada que ver la sangre, las raíces, en esto. Al terminar los experimentos con ellos, también fueron incinerados... —Dejó escapar un suspiro largo el orador—. ¿Qué es lo que tienen en común esas personas? —Hizo una pausa para aumentar la tensión.
«¡Esto no es un concurso de belleza!» me alteré y me coloqué en el borde de mi asiento, esperando que dijera lo que seguía.
—Todas fueron quemadas para que el virus no se siguiera esparciendo. —Se calló por unos segundos y luego retomó la palabra—, pero no fue así como creíamos que sería.
El vídeo con los millones de colores, del hombre quemándose, volvió a aparecer.
La imagen se congeló en un punto y unas anotaciones aparecieron en él.
—Es por esto que duramos treinta años sin saber nada. —Señaló el humo verde que salía del cuerpo. Lo que yo anteriormente no podía descifrar—. Es por esto que nuestros familiares han fallecido y se han levantado queriendo comernos. Es por esto que vivimos con miedo desde hace treinta años. Es por esto que estamos muriendo. Es por esto que nos han tildado de asesinos... —La voz del hombre se estaba quebrando.
—¡Esto es la Toxoplasma godii! —bramó—. ¡Después de treinta años lo hemos descubierto!
El hombre casi lloraba de la emoción.
El público se levantó a aplaudir, nunca antes había visto a un público tan bipolar.
****
—Al quemar los cuerpos ya infectados, el virus voló por los aires a todos lados... A los cementerios... El virus asociado ahora con La Milagrosa, era tan fuerte que los muertos pudieron levantarse. Ojo, no todos ellos, sólo los que habían muerto a partir del 2012, uno que otro del 2011, y esto gracias a los conservantes que todos los alimentos tienen, no impidiendo la descomposición del cuerpo, sino atrasándola. Es lo que nos dicen nuestros investigadores .
—Mientras los Antaños salían de sus tumbas, revividos por los compuestos de La Milagrosa mutados con la Toxoplasma gondii, y buscaban como locos carne fresca. Nosotros estábamos ocupados descifrando qué era en lo que la vacuna había fallado. Los Antaños infectan a los personas con una mordida, un rasguño, o inclusive si se llegara a tener una herida que aún no ha cicatrizado y se exponía al contacto con alguno de ellos, ya estará infectado. Los Contemporáneos igual...
—Pero... —Hizo una pausa el hombre—. La Toxoplasma gondii ya nos infectó a todos y sin excepciones, sin necesidad de una mordida, una herida mal sanada o algún rasguño, porque las personas que estaban sanas quemaban a los Antaños o Contemporáneos que se encontraban tirados en la calle o en sus casas... El virus se salió de control y desde Europa se esparció a todos los continentes, hasta acá a América.
Estaba anonadado. No me lo creía, todo lo que el hombre había dicho parecía ser sacado de una historia de ciencia ficción.
—¡La cura! —Empezó a corear el público.
«Por quemar los cuerpos contaminados, el virus está en el aire» mi boca estaba abierta por lo asombrado que estaba, mientras escuchaba a todo el mundo exigir la cura.
—¡Calma! —Ordenó el hombre, yéndose hasta el atril. Lo noté nervioso, en su frente pude notar como la luz del reflector iluminaba las gotas de sudor.
Más disparos...
«¡Santo cielos!» todo el mundo me tenía estresado, creo que había sido una mala idea ir.
—La persona que esté sentada en la butaca del número que diré, por favor venir hasta la tarima. —Sacó un bowl de vidrio con muchos pequeños papeles dentro—. Bien, empecemos. —Metió su mano y sacó el primer papel.
«Espera... ¿Qué? ¿Qué es todo esto?»
Continuará...
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La imagen utilizada fue creada por mí.
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Me estremezco al imaginar la ensena del cuerpo quemado.