Z-Elección | Capítulo Once | Historia Propia | Jhorjo

in #spanish7 years ago

CAOS TOTAL


—¡Todos al suelo! —gritó una voz ronca potente—. ¡Ahora!

Ese grito había sido el detonador del caos para las personas.

De inmediato me arrojé sobre el piso de madera de la tarima. No me dolía nada, no me estaba quejando, ni nada por el estilo, así que descarté que el disparo lo había recibido yo.

«¡Mierda Frank!» Mi corazón empezó a latir con fuerza, pensando que él era el que había recibido el disparo.

Me impulsaba con mis brazos, uno siempre delante del otro, hasta llegar al borde y observar que muchas personas estaban igual que yo, tiradas en el suelo, arropándose la cabeza con sus brazos. Como si las balas no pudiesen traspasarlos.

—¡Frank! —grité cuando por fin lo ubiqué.

El chico estaba batallando con la mujer que lo tenía prisionero de sus brazos. No la estaba golpeando, sino que trataba de quitarle la daga de las manos. Vi un poco de sangre y esperaba que no fuese la de él.

Frank no me oía por todo ese escándalo... Y ahora por los disparos.

«¡¿Quién coño está disparando?!»

Rebusqué por todos lados, al hombre con el uniforme azul que me había amenazado, hasta que lo encontré tirado en el mismo lugar donde estuvo parado cuando me amenazó. Bajo de él, había un gran charco de sangre que se regaba por todos lados.

Un escalofrío subió desde mi espalda hasta mi cuello al ver que se levantó.

Tomó por una pierna a otro hombre y la empezó a mordisquear. El hombre apagaba todo el ruido que había en el anfiteatro con sólo sus gritos. Vi como en un acto reflejo sus manos empezaron a golpear al hombre uniformado de azul, pero la boca de ese hombre dejó su pierna y con una mordida arrancó un gran pedazo de su antebrazo.

—¡Frank! —Volví a gritar, ¡teníamos que salir de allí! Pero luego sentí que me halaban de mis pies.

Volteé para fijarme de quién se trataba y era el chico con lentes oscuros, él me estaba halando hacia los adentros de la tarima mientras aún se encontraba en el suelo.

«¡¿Y ahora a éste qué le pasa?!» pensé lleno de inquietudes. En ese momento no podía confiar en nadie, como pude me coloqué en una mejor posición, mientras él aún me tenía de una pierna, pasé toda la fuerza que me quedaba a mi pierna libre y cuando llegó el momento adecuado, dejé escapar una patada rápida a su entrepierna.

Cuando lo vi caer al suelo, seguido de una maldición hacia mí. Pude ver como una cara reconocida se enfocaba en mis ojos, era mi padre que me llamaba con una señal de manos.

Los que fueron seleccionados estaban arrastrándose hasta mi padre. Cuando lo miré por última vez tenía al chico de doce años por sus axilas arrastrándolo hasta tras bastidores.

Me sentí mal por el chico que se estaba retorciendo en el suelo agarrándose sus genitales y quejándose del dolor. Él me estaba llevando a la seguridad y vine yo a darle una patada.

Gateé hasta donde se encontraba y lo tomé por los brazos. Hice lo que estaba haciendo él conmigo, pero no me plantó la patada que yo sí lo había hecho. Lo llevé hasta donde mi padre estaba con una chica.

—¿Dónde está Francisco? —Me preguntó el hombre con los ojos abiertos de par en par.

—¡Metido en esa mierda! —Espeté, la adrenalina me estaba empezando a correr por el cuerpo. Todo este caos me tenía nervioso—. Voy por él.

—¡Ethan, espera! —Lo escuché gritar, pero ya yo me había colocado de pie sin miedo a las balas y salí corriendo hacia donde lo divisé por última vez.

****

Cuando llegué al borde de la tarima no lo pensé dos veces en saltar, nada de protocolo de ir bajando las escaleras. Estábamos de vida o muerte.

Las personas estaban aglomeradas en ciertos puntos, unos peleando sin razón alguna y otros observándolos como se mataban entre ellos. Vi como una pareja discutía, pero de un momento a otro los golpes aparecieron.

Ya no me apenaba mostrar mis hematomas y las cortadas que me había hecho días atrás, porque ahora todos tendrían.

El suelo estaba lleno de sangre con diferentes tonos de rojo. Pero en un momento que miré una parte del suelo, me di cuenta que ese color rosado no era sangre, sino sesos. El estómago se me revolvió al ver a una mujer con el cráneo partido, pero no dejé el vómito salir, ya me había acostumbrado. Desde que nací había visto a gente así, y hasta peor.

—¡Quiero la cura! —Escuché un bramido escalofriante.

Me apresuré en buscar a Frank...

Desde la tarima se veía todo con claridad, pero bajo ella tenía que esforzarme un millón de veces para buscar entre las personas, porque todas llevaban sudaderas, gorros y guantes, todos del mismo color y eso me desconcertaba.

Me empujaban a cada rato, tanto mujeres, hombres y niños. Odiaba ver a los niños llenos de lágrimas correr por la poca vida que le quedaba. Muchas personas corrían hacia las puertas por donde entraron, que estaban cerradas por alguna razón. Trataron de derribarlas, pero no podían.

Abajo donde me encontraba, en el caos total, escuché un grito que me sacó de mis casillas.

—¡Ya son cuatro de ellos! —Era voz femenina, por su tono chillón.

«¿Cuatro Contemporáneos?» estaba sudando y tenía frío. Pero ahora sudaba frío, eran los nervios que me hacían eso.

«¡Maldito Frank dónde estás metido!»

Y allí lo vi. No a Frank, sino al uniformado de azul que se había vuelto Contemporáneo, su mandíbula estaba llena de sangre. Sangre que ya sabía de dónde venía.

Detrás de él estaba el hombre que le había mordisqueado la pierna y pensaba que sólo le había quitado un poco de carne del brazo, pero en realidad había sido todo el brazo.

—No voy a ser el quinto —Susurré y tomé el revólver de Zoe, no sabía cuántas balas tenía, pero eso me defendería de esos dos.

Apunté al hombre uniformado de azul, justo en la cabeza, y disparé.

Todo en ese momento para mí estaba en cámara lenta. Miré poco a poco como caía al suelo el hombre de azul y el otro Contemporáneo empezó a correr hacia mí atraído por el estrépito que había ocasionado al disparar.

Cuando el cráneo del militar llegó al suelo, un sonido con mucho estruendo me hizo girar la cabeza hacia las puertas por donde entré.

—A la mierda... —Mi corazón le empezó a dar una taquicardia.

Una estampida de cientos de personas bajando los largos escalones, unas cayendo, unas saltando a los que se cayeron y otras sólo... Buscando alimentarse.

Creo que de tantos gritos y disparos que venían del anfiteatro, les llamó la atención a mínimo doscientos Contemporáneos que se las arreglaron para entrar al edificio de la ECC. Vi muchos de ellos vestidos de azul, y por mi mente pasó que eran los militares que nos habían ayudado a entrar, los que estaban cuidando las puertas de entrada al edificio.

El Contemporáneo que tenía al frente cayó al suelo al tropezarse con uno de los escalones. Ese fue mi momento de correr.

No iba a dejar a Frank, él me había salvado y era mi turno de devolverle el favor.

Mientras las personas que estaban en las puertas llegaban a la tarima, yo tenía que esquivarlas o abrirme paso entre ellas, así fuese empujándolas.

«¡Por lo más grande del mundo no te vayas a caer!» me ordené y seguí mi camino.

Si me caía iba a ser una estampilla en menos de un segundo.

****

—¡Frank! —grité cuando mis ojos lo vieron—. ¡Frank por aquí!

Él estaba entre los asientos de la primera y segunda fila. Tomándose su brazo y llevándose la mano en varias ocasiones a su pierna.

Llegué hasta donde él.

—La película estaba muy buena. —Me agaché para encararlo, estaba exhausto—, pero creo que ya debemos irnos.

¡Qué gran sentido del humor tenía! Y más en ese tipo de situaciones.

—¡Vámonos! —Le grité al ver que no se movía.

La sangre me hirvió al verlo casi sin alma en el suelo sentado. Quizá lo había mordido un Contemporáneo y se estaba resignando a dejarse convertir.

Lo tomé del cuello de la camisa y lo levanté.

—¡Te dije vámonos! —gruñí y lo empujé entre toda esa multitud.

Escuchaba gritos llenos de dolor por doquier. Tenía el arma preparada para cualquier eventualidad y quizá muchos pensarían que tenía a Frank como escudo, pero es que si yo encabezaba la travesía cualquier Contemporáneo, así fuese un bebé podría acabarlo.

Yo era su escudo.

****
Era un desafío llegar hasta la base de la tarima. Tantas personas reunidas allí, y también montándose.

Mis piernas me jugaron una mala pasada y casi caí de rodillas, pero al estar tomado de los hombros de Frank guardé el equilibrio y pude seguir.

—¡Mira lo que nos ha hecho la ECC! —Escuché el grito de una persona—. ¡¿Qué diferencia hay entre los Contemporáneos y nosotros?! —gritó, pero esta vez fue de dolor. Quería buscarlo para ver qué le ocurría, pero tenía que llegar a la tarima lo más rápido posible, tenía que reencontrarme con mi padre—. ¡Ninguna! ¡Todos aquí queremos algo a morir, ellos nuestra carne y sangre, y nosotros la cura! ¡Somos otra clase de Contemporáneos! ¡Somos los seres humanos!

Mi oído estaba atento a otra declaración de ese hombre, pero no escuché más nada.

Y admitía que tenía toda la razón del mundo.

Frank y yo ya estábamos muy cerca de la tarima, o mejor dicho ya habíamos llegado, sólo nos faltaba subir.

—Sube. —Le ordené. Él aún estaba con la mirada pérdida—. Te haré un escalón con mi pierna.

Me agaché y coloqué una de mis piernas en el suelo y la otra flexionada, haciéndole un escalón al chico.

—¡Sube! —repetí.

Al tercer llamado, me levanté lo cacheteé y le volví a gritar:

—¡Sube!

Ésta vez si me obedeció, colocó su pie en mi muslo y se impulsó hacia arriba, luchando por no caer.

Ya Frank estaba arriba, sólo faltaba yo. Él me extendió sus manos que estaban completamente llenas de sangre y eso las hacía resbalosas.

—¡Agarra mis antebrazos! —exclamó y lo obedecí.

Lo solté de inmediato, parecía que se fuera a caer y sería peor.

—Iré por las escaleras...

Dije eso, pero yo lo traduciría a "Vete, yo me quedaré"

Me desprendí de la tarima, Frank me estaba hablando pero ya mi cerebro había desconectado mis oídos.

****

"Los Seres Humanos son otro tipo de Contemporáneo"

Ya veo el porqué

Estaba caminando sin rumbo alguno entre las personas. No me provocaba su sangre o su carne, pero quizá ese pensamiento cambiaría cuando me encontrara a un Contemporáneo.

Dejé caer el revólver.

Seguí caminando.

Escuché a una mujer llorar. Llevé mi vista hacia ella y pude notar que estaba sentada en las escaleras para subir a la tarima.

Había llegado a las escaleras, pero ya no quería continuar más.

—¡Chico! —dijo la mujer rubia entre sollozo—. Tu eres uno de los elegidos... —No podía entenderla muy bien y me acerqué para unírmele en su infierno provocado por nosotros mismos—. Quizás me ignores o hasta me mates, pero quiero que le des una oportunidad a mi bebé —Ella llevaba unas toallas blancas y dentro de ellas pude ver a un figura humana pequeña, con cabello negro, estaba dormido y deseaba estar como él, o ella, en esos momentos—. Dale una oportunidad.

Un nudo se formó en mi garganta, pero no quería desatarlo, me hice el fuerte.

«Muchos buscan oportunidades donde no las hay, y yo teniendo una la desecho»

Asentí con los ojos empañados y me agaché donde estaba ella.

—Mi bebé... —La señora lloraba con una sonrisa, eso me partía el alma—. Quiero que seas un buen chico, estudia con los libros que puedas conseguir, valora lo que tienes y a los que tienes, espero te guste el básquet como a tu padre, pero si te gusta otro deporte estoy segura que él no se va a enojar —Ya mis ojos no aguantaban más, así que dejé escapar unas cuantas lágrimas—. Este chico cuidará de ti, puedes llamarlo papá si lo deseas y si tiene a una chica también puedes llamarle mamá, pero no me olvides, eso me rompería el corazón... Hazle caso y siempre obedece sus reglas, aunque sean estrictas, él sabrá lo que hace. Él te sabrá guiar por el buen camino... Te amo mucho mi bebito...

Tuve que bajar la cabeza cuando lo empezó a comer a besos para ocultar mis lágrimas. Luego de eso volvió a hablar.

—Muchas gracias chico —dijo y me entregó el montón de toallas con el bebé dentro—. Espero triunfes —Se levantó de su asiento y me plasmó un beso en la frente, mojándola con un poco de sus lágrimas.

La mujer se marchó, no quise preguntar nada, o sólo era porque no podía por mi llanto ahogado.

Ahí estaban las escaleras. Con cuatro peldaños

Ahí estaba yo. Con un bebé entre brazos.

Pero también estaba todo el mundo vuelto un caos y tenía que tomar una elección.

Una elección que cambiaría mi vida para mal o para bien.

Sólo una elección.


Continuará...

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La imagen utilizada fue creada por mí.
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wow, es una de las pocas veces que he encontrado una publicación como esta. Tan bien narrada e interesante. Me encantó. Trataré de buscar los otros capítulos para leerlos. :)

Muy buena la historia. Te felicito.