La historia trata de tres traviesos niños, que en la Venezuela de antier jugaban y compartían, nos regalan una de sus más misteriosas anécdotas, la cual te preguntaras si es cierta o no.

Lo que te podre decir es que yo estuve allí y me creas o no, la historia que les contare los hará estremecer y pensar a quien tienes allí, al lado de tu casa como vecina.

Entre momentos jocosos compartimos ese día; un día esplendoroso, el cual se volvió misterioso, como muchos en mi Venezuela querida, cuentos de camino que existen y existirán. Lo único que hay que hacer es buscar y saber a quién preguntar.

Paseos de muchacho en bosques conocidos, como lo es nuestro Ávila, pulmón vegetal, compartiendo con mis amigos la noche nos agarró y lo misterioso empezó a relucir en un bosque misterioso, como hay muchos por ahí.

Antímano es una populosa parroquia ubicada al oeste de la ciudad de Caracas, con sus techos rojos y el Cine Astor ubicado en la calle real, justo en el centro, era una de las atracciones más visitadas para la época, con sus grandes barquillas de dos bolas, era la alegría de grandes y chicos.

La iglesia es una de las más visitadas, por sus pobladores, una parroquia pequeña pero bastante amena y amigable.

Al frente, está una gran montaña muy parecida a nuestro Ávila, por donde pasa la autopista Francisco Fajardo, es visitada por jóvenes valientes que sin tener más que hacer, se dirigen allí para acampar y vivir la gran aventura de pasar una noche a la intemperie, desafiando los elementos.

Siempre veía a vecinos más grandes que yo, ir en grupo hasta la montaña, regresando al día siguiente contando lo divertido que la pasaron. Era mi sueño poder ir con mis amigos hasta allá y vivir también esas grandes aventuras.

Ya siendo más joven. Juan, pedro y yo nos fuimos esa noche al bosque para acampar, entre gritos y brincos caminábamos por el medio de la calle, hacia la entrada de la autopista donde está la universidad, desde allí podríamos ingresar a la gran montaña.

Comenzamos a subir por el estrecho camino, rodeado de grandes árboles, donde las sombras jugaban con nuestra imaginación, parecía que nos observaban desde lo alto. La humedad comenzaba a sentirse, debido a la espesura del bosque, que ante nuestros ojos se formaba poco a poco.

Llegamos a la mitad de la montaña, improvisamos rápidamente un campamento y alrededor de la fogata nos sentamos a compartir unos dulces y prepararnos para esos cuentos que dan mucho miedo.

Seguimos la conversación y las bromas toda la noche, las nubes cubrían la luna y hacia un frio que la fogata no calentaba, las luciérnagas también brindaban la compañía misteriosa de sus luces que parecían pequeños espíritus, estos volaban sin rumbo en la oscuridad. Se oye el aullido de un lobo a lo lejos, nos asustamos un poco pero no le prestamos atención y seguimos con nuestros juegos.

Fueron estas las palabras precisas para que se hiciera repentinamente de noche, rápida y extrañamente se formó una espesa neblina, el frio penetraba en nuestra piel hasta los huesos, un frio de ultratumba… Vemos una figura reflejada en la neblina, cuando de pronto abre sus alas y nos damos cuenta que es una lechuza, muy grande para ser de origen natural, mueve sus alas y un viento helado sopla en torno a nosotros, dominamos el miedo y comenzamos a rezar, el animal empezó a retorcerse y salió volando.

Armados de palos y piedras, pero también de mucho valor comenzamos a perseguirla, y recordamos que si le damos seguramente la podremos capturar, Juan siendo el más ágil de los tres, le atino una pedrada y el ave comenzó a caer pesadamente al suelo, corremos y…

Se levantó esa horrible figura arrugada y cadavérica, que se nos vino encima gritando y arañándonos, sus gritos espantosos no se alejaban ni siquiera tapándonos los oídos, era como un sonido dentro de nuestra cabeza, espantoso y tenebroso.

Caímos los tres al suelo húmedo y frio y solo sentíamos los golpes en nuestras espaldas, cuando vemos un rayo de sol y la bruja emprende rápida huida, pero alcanzamos a gritar, “pasa mañana por sal” ….

Exhausto nos fuimos a casa, descansamos todo el día y toda la noche, pero nuestra sorpresa fue que sonó el timbre a las seis de la mañana en punto alguien afuera pidiendo sal, la sorpresa fue que era LA VECINA.