Es un debate complicado ya que la evolución de la especie se encuentra en duda, porque se parte de diversas hipótesis no solo creacionista sino también de la posibilidad incluso que seamos descendientes de una raza superior de origen extraterrestre.
Ahora bien si nos enfocamos en el progreso del ser humano desde su primer descubrimiento que fue el fuego hasta esta época, sin dudas vemos que los cambios han sido drásticos, incluso muchos de ellos en un espacio de tiempo muy pequeño y que los mismos han sido posibles, según los científicos con un uso mínimo de la capacidad cerebral.
La clonación, la transgenia, el estudio del genoma y un sin fin de experimentos y descubrimientos logrados en el campo de la genética y de la biología solo han confirmado que existe un desconocimiento amplio acerca de las capacidades del ser humano y del funcionamiento de esa computadora perfecta que lo conforma.
¿Significa esto que no evolucionamos?
Es una paradoja que mientras se avanza en campos científicos se involuciona en los sociales y el hombre va cayendo en una ebriedad existencial que cada día lo aleja más del funcionamiento como ser pensante, cayendo en acciones muchos más viles que los propios animales.
Por lo tanto vive encarcelado en la disyuntiva de ser cada día mejor, estando dotado biológicamente para eso, pero no pudiendo explotar ese material por no haber logrado alinear las diferentes fases con las que ha sido creado.
Tal como lo decía una famosa canción “vamos un pasito para adelante y otro para atrás” y termino respondiendo la pregunta:
¿Hemos desarrollado como especie nuestro verdadero potencial? ¿Cuáles son nuestras reales capacidades?
No lo hemos hecho y nuestras verdaderas capacidades son tan extensas que carecemos de noción sobre el límite de estas.