La soledad es desesperante, empiezas a sentir que todas las paredes a tu alrededor, se cierran poco a poco, asfixiándote, impidiéndote reaccionar como deberías. En momentos así, se me dificulta respirar, el oxígeno se extingue y mi subconsciente susurra voces en mi mente: "Estás sola". Un grito sale de mi garganta, pero no me escuchan, no alcanzan mi mano en la oscuridad, gritos sordos, lágrimas que descienden por mis mejillas, nadie aparece ni viene a salvarme.

     Un sólo roce basta, uno será suficiente, el dolor emocional se reducirá y el físico aumentará. Se adormecerán todas las críticas, todas las palabras filosas adquiridas, los rechazos, los dolores que me carcomen a diario, pero la sensación dura tan solo segundos, a continuación, se repite el escenario de cada día, se abre el telón de la obra y los personajes comienzan a circular sin vergüenza alguna: la soledad, la frustración, los cortes, el arrepentimientos, las dudas y las mil preguntas. Juntos crean la escena más triste y cruda que he experimentado. Se cierra el telón y todo vuelve a desordenarse, una cicatriz se agrega a mi antebrazo y las ideas chocan entre sí. La oscuridad se vuelve abrasante, me arropa hasta lo más mínimo, dejándome completamente desolada.