La gran, gran, Gran Sabana (Parte 2/2)
El viaje
Después de recorrer un gran trayecto en autobús desde Puerto Ordaz hasta San Francisco de Yuraní (6 horas), llegamos a nuestro hospedaje. El ambiente era excelente ya que el pueblo se llenó de corredores y los habitantes de la zona nos recibieron con mucha amabilidad.
Comimos y a descansar ya que al día siguiente tendríamos el congresillo donde nos darían los detalles de la ruta. La carrea de Tanno Tuy es organizada anualmente por la gente de Rueda y Corre y posee varias distancias, 15k, 32k, 58k, 80k, 103k, y 113k. Todas parten y retornan al mismo lugar, la diferencia está en el punto de retorno.
En el congresillo nos dijeron que estuvo lloviendo en las cabeceras de los ríos y que era muy probable que suspendieran las distancias de 113k y 103k así que anunciaron que la máxima distancia que se correría ese año sería la de 80k. Informaron también que había lugares de difícil acceso, que tuviéramos cuidado con el cruce de ríos y que nos ayudáramos entre todos.
Ruta de 103k (distancia y altimetría)
http://ultratrailtanno.wixsite.com/uttt/untitled-component_9350?lightbox=i41lhy
Entre la emoción por la cercanía de la carrera y el cambio de alimentación deje de ir al baño por tres días. Sentía que no estaba haciendo la digestión, como si el estómago se hubiese paralizado. La última noche hice, al igual que todos los participantes, una buena carga de carbohidratos pero lo devolví todo, me sentí mal toda la noche, no pude dormir.
A las tres de la mañana nos levantamos para arreglamos y fuimos al puesto de control donde revisan los Camelbag (se debe llevar por obligación un kit de primeros auxilios, 2 litros de agua como mínimo, linterna de cabeza y un pito por si sufres algún accidente). Yo parecía un zombi, verde, con los ojos pequeños, queriéndome acostar en cualquier parte para dormir y débil, muy débil. A las 5 de la mañana, todavía oscuro, dieron la salida a nuestra carrera, yo iba a por 58k. Me armé de valor y me dije: si entrené tanto para estar aquí no es momento para dar marcha atrás.
El primer punto de control era a los 10k y creí que no llegaría, tenía como una baja de tensión y sudaba exageradamente. Lo bueno es que desde que salí comencé a tomar una pastilla de sales por hora e iba tan lento que llegué a los 10k ya habiendo ingerido dos. Comí naranja, un poco de patilla y bastante bebida isotónica que nos dieron en el puesto. Estaba a punto de retirarme de la carrera pero tenía frente a mí una bajadita y me dije, llega hasta el final de la bajada y allí decides. Respiré profundo y me lancé, mientras bajaba me empecé a sentir bien, así que al llegar al final lo que hice fue correr, allí realmente comenzó mi carrera.
Un paisaje alucinante, aire limpio y corredores de diferentes países, todos disfrutando de ese entorno. Corrí y corrí, aunque en las subidas muy empinadas las caminaba. Llegue al punto de control que marcaba la mitad del camino y allí comenzó lo mejor de la carrera.
Habíamos dejado atrás a los corredores de menor distancia y a los de mayor andaban en otra ruta, entonces compartías la ruta con pocas personas y más era el tiempo en el cual corrías solo en esa inmensidad, con razón se llama la Gran Sabana. Durante esa segunda mitad de la carrera me encontré con una gran serpiente, un cachicamo bebé y con algo que me rugió a la salida de un río pero que nunca vi.
Según los indígenas de la zona los tepuyes son dioses y solo se muestran si ellos quieren, pues fueron muy indulgentes con nosotros, un cielo despejado dejó ver a los dos que guiaron el camino, el monte Roraima y el Kukenán (de este último se dice que come gente). Es como estar en un paraíso perdido en el tiempo.
Uno de los momentos sorprendente del camino fue después de subir un cerro muy empinado, que en algunos puntos había que ayudarse con las manos para no caer. Al llegar a la cima, casi sin fuerza, me volteo y veo esa inmensidad de tierra dividida por un majestuoso río, nada menos que el Kukenán. Ese es uno de los grandes afluentes del río Caroní que al llegar a San Félix se une al Orinoco. Dos mega ríos que son fuente de electricidad para Venezuela y otros países.
http://www.eluniversal.com/guia-turistica/130915/kukenan
Ya en piloto automático llegue al punto donde solo me faltaban 8k para llegar y el regalo de cierre de la naturaleza fue un pomposo atardecer, todo tipo de tonos rosa y azules sobre una extensión de verde... realmente mágico!.
En la meta me espiraban mis amigas que corrieron una distancia menor y las que corrieron la misma distancia que yo pero más rápido. Me sentí feliz, estaba tremendamente agotada pero a la vez con mucha energía interior. Correr allí te carga de algo que no puedo describir en palabras, lo que más se le asemeja es la felicidad.
Para coronar la ruta al día siguiente salimos a los alrededores a disfrutar de la naturaleza pero ya sin tanta carrera.
Trail duro pero bonito, impresionante la Gran Sabana Venezolana, un paraíso.
Buen post!
Saludos
Gracias. Fue una de las carreras que más me ha gustado. Espero pronto poder escribir de otra experiencia igual de emocionante, el cruce de los ríos Orinoco-Caroní, son solo 3k nadando pero corrientes de agua fuerte y gran profundidad.
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