Este es un proyecto de 5 historias sobre inmigrantes venezolanos: Historia #1

in #spanish6 years ago

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El 06 de enero de 2014, salí de Caracas con destino a Estados Unidos, con el propósito de estudiar inglés para luego, en lo que creía que era un futuro lejano, pudiera ejercer mi profesión internacionalmente. Poder hablar más de un idioma siempre había sido una de mis metas profesionales y personales. Y aunque quería tener el nivel necesario de inglés para trabajar con otros países, nunca tuve como meta estudiar mi pregrado en otro país que no fuera Venezuela.

En Boston aprendí inglés, obtuve dos certificados de Cambridge en inglés avanzado, y conocí a quien sería mi mejor amigo y mi novio, un chico de los Países Bajos que no hablaba español y que nunca había conocido a nadie de Venezuela. Pasaron seis meses y al finalizar mis estudios regresé a Venezuela. A pesar de dejar atrás una de las personas más importantes de mi vida, mis metas seguían claras, estudiaría en la Universidad Central de Venezuela, me graduaría en unos cinco años aproximadamente y tras obtener mi título buscaría la oportunidad de hacer un postgrado en Europa.

El 12 de junio del 2014, comencé mi primer semestre en comunicación social en la UCV. Durante estos días el país estaba de luto después de las enormes protestas que duraron unos tres meses y que dejaron varios estudiantes sin vida y cientos de heridos. Por las calles de Caracas todavía se sentía la tensión que dejaron las protestas. La universidad estaba tratando de recuperar los meses de paro indefinido. Comenzaron las clases y los profesores trataban de seguir el calendario académico a pesar de todas las razones por las cuales la universidad poco a poco se caía.

Pasaron unos tres meses, los paros indefinidos, las fallas eléctricas y la falta de material hicieron que estudiar fuera un peso sobre mis hombros, pero un peso que llevaba con gusto. Estudiar en la Universidad Central de Venezuela siempre fue un sueño. En los siguientes dos años, me mudé a Caracas, hice amigos increíbles, y crecí personalmente, pero también presencié el robo de todos los equipos de radio académicos en mi escuela, perdí meses de clase, un amigo recibió un disparo en el pecho por su celular, y un profesor fue robado frente a todos por arma de fuego en la puerta de mi escuela. Mantener mi meta se hizo cada vez más difícil. Era imposible no sentir tristeza al ver como la universidad que admiras se va sintiendo tan vulnerable. Comencé a proponerme a mí misma la idea de estudiar fuera pero el dinero y mi familia me impedían pensar mas allá de eso.

Desde mi regreso de Estados Unidos, mantuve una relación a distancia. Una relación que nadie comprendía del todo. Dos culturas diferentes, dos idiomas diferentes. Él trabajaba y ahorraba dinero para verme en vacaciones. Pasaba navidades en Venezuela y cualquier chance libre que tenía. Esperábamos meses, nos veíamos, nos despedíamos, esperábamos de nuevo. Él era (y sigue siendo) la persona a la que más he querido. Juntos hacíamos lo posible por mantenernos cerca. Cada vez más difícil pero seguíamos. Así pasaron 3 años, entre esperas y despedidas, pero 3 años estando juntos. Yo luchaba con mantener mis metas en Venezuela, pero él me abría un mundo de posibilidades que, a lo mejor, me brindarían una mejor vida.

Estábamos cerca de finalizar el quinto semestre en la UCV cuando nuevas protestas llevaron a la universidad a convocar un nuevo paro indefinido. Mis ganas de cambiar mis metas eran cada vez más grandes. Mis papás trabajaban día y noche para que en mi casa no faltara nada, pero poco a poco, como en toda familia venezolana, se comenzaron a sentir los problemas del país cada vez más cerca. La escasez, la falta de valores, la delincuencia, que para mi es la peor crisis de todas. La inseguridad se convirtió en mi miedo más grande, impidiéndome salir y divertirme como cualquier estudiante joven quisiera, y llenándome de ansiedad por miedo a que algo le pasara a mis seres queridos.

Después de meses pensando en mis oportunidades, mis padres y mi novio me convencieron a arriesgarme. El semestre terminó y no volví a inscribirme. Me enfoqué en el siguiente paso y en todo lo que debía hacer para cumplirlo. Estudiar en otro país sólo era posible con una beca, con una ayuda financiera. Jamás pensé que era posible ganarme una beca, pero nada costaba intentarlo.

En marzo del 2017 envié a tres universidades de los Países Bajos todos los documentos que tenía, notas de bachillerato, notas de la universidad, curriculum que incluía cualquier curso que alguna vez hice, carta de motivos, certificados de inglés, y cartas de solicitud de beca (ayuda financiera a estudiante extranjero) una para la universidad, una para el gobierno de los Países Bajos. En las cartas solicitando mi beca hablé de mi, de mi familia, de mi país, de toda la lucha y de toda la tristeza que me dejaría irme, pero también hablé de todo lo que pudiera devolverle a mi país si me brindaban la oportunidad de formarme mejor académicamente.

Esperé dos meses sin respuesta. Mis esperanzas nunca habían estado tan altas. A principios de mayo recibí una carta de aceptación a la universidad, y dos semanas después recibí un documento de aprobación de beca por parte del gobierno de los Países Bajos. Todavía no puedo explicar lo que sentí. Fue felicidad y tristeza. Fue emoción y miedo. Mis papás con lágrimas en los ojos. Ellos siempre quisieron darme todo lo mejor. Me educaron para arriesgarme, para tener fe, para confiar en que todo se puede pero sólo si das tu mejor esfuerzo.

Debo ser sincera, nunca quise irme de Venezuela. Creo que todos hubiésemos querido un destino diferente para nuestro país, uno en el que pudiéramos cumplir nuestras metas, quedarnos con nuestra familia, nuestros amigos, nuestra gente, nuestra cultura. Creo que a nadie le gusta estar en casa ajena, e irse del país es sentir que estás en una casa ajena todos los días.

Dos meses después de recibir mi carta de aceptación estaba esperando mi vuelo en Maiquetía hacia los Países Bajos. Todo fue rápido, todo cambió en un par de meses. No tuve tiempo de despedirme de todos los que hubiera querido. No me alcanzó el tiempo en Venezuela para agradecerle a mis padres por haberme impulsado a buscar otras oportunidades. Despedirme de mi familia ha sido lo más difícil, el sentimiento de estar lejos de tu casa no se va con el tiempo, sigue ahí siempre para recordarte que tu verdadero hogar está a miles de kilómetros y que algún día debes devolverle todo el amor que te sembró.

Como todo estudiante emigrante, mi historia en otro país comenzó en un colchón y un cuarto vacío, que después de meses de estudio, trabajo, esfuerzo se convirtió en un cuarto con cama, escritorio y amigos. Pasé un año sin ver a mi familia, un año difícil, un año en un país ajeno, con un idioma diferente, con una cultura diferente, pero en un país que me abrió las puertas y me permitió empezar una nueva vida.

Fui afortunada por tener personas que creyeron en que podía ser candidata para una beca extranjera. Yo nunca lo pensé posible. Creo que la mayoría de nosotros subestimamos la educación venezolana, creemos que no estamos a la altura de universidades europeas, cuando la verdad es que si, estamos preparados y somos suficiente para estudiar donde queramos.

Creo que haber mantenido mi relación a distancia es una de las cosas más difíciles que he hecho, un desgaste emocional en cada despedida y una lucha diaria con todas las personas que creyeron que esta relación no iba a funcionar. Pero a la vez pienso que fue lo mejor que he podido hacer, lo único que me impulsó a arriesgarme, a crecer y a aprender a valorar lo que tengo. Fui afortunada por tener a alguien apoyándome del otro lado del mundo. Alguien que quiso un mejor futuro y una mejor vida para mi, alguien que fue mi mejor amigo, mi novio, alguien que me brindó una oportunidad increíble y que aún, cinco años después sigue a mi lado.

Hoy, tengo un trabajo, estoy en el segundo año de mi carrera, tengo un diploma de excelencia académica en la universidad, y tengo amigos venezolanos que se han venido por razones similares y que, como yo, solo esperamos volver a Venezuela, nuestro único verdadero hogar.

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thanks!!

Aiinss que linda .. Me saco las lagrimas .. Exitos en tu vida nena. ;)