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Hola ami@s de Steemit este post es el segundo de seis, donde compartiré con ustedes la lírica de canciones que hablan de un amor en tiempos bíblicos. Las canciones narran el intenso amor entre el Rey Salomon y su esposa “la Sulamita”. Es un poema, una canción, que habla sobre toda la expectativa, el romanticismo y placer que rodeaba a esta pareja enamorada.
La información expuesta en este Post proviene de:
Biblia de la Familia, Traducción en Lenguaje Actual.
Cantares 2:8 al 3:5
Ella
¡Oigo la voz de mi amado!
¡Ya lo veo venir!
Viene saltando por las colinas,
viene brincando por las montañas.
Mi amado es como un cabrito.
¡Allí está, tras el muro!
¡Se asoma por las ventanas,
me espía por las rejas!
Mi amado me dijo:
«Acompáñame, amada mía;
¡ven conmigo, bella mujer!
El invierno ya se ha ido;
las lluvias han terminado.
Ya hay flores en los campos;
ha llegado el tiempo de cantar.
¡El arrullo de las tórtolas
se escucha en nuestra tierra!
En las higueras hay higos,
y las flores de las viñas
esparcen suave aroma.
Acompáñame, amada mía;
¡ven conmigo, bella mujer!»
El
Palomita amada,
no te escondas en las rocas.
Muéstrame tu rostro,
déjame oír tu voz.
¡Tu voz es dulce!
¡Tu rostro es bello!
Coro
Las zorras pequeñas
causan daño a nuestras viñas.
¡Ayúdennos a atraparlas,
pues nuestras viñas están en flor!
Ella
Mi amado es mío,
y yo soy suya;
mi amado cuida de su rebaño
entre las rosas.
Regresa a mí, amado mío,
mientras sopla todavía
la brisa de la tarde,
y las sombras van cayendo.
¡Corre como un venado!
¡Corre como cabrito
por las colinas que nos separan!
En la oscuridad de la noche
busco al amor de mi vida.
En la soledad de mi cuarto
lo busco y no lo encuentro.
Me levanto,
recorro la ciudad,
voy por calles y mercados,
buscando al amor de mi vida.
Lo busco y no lo encuentro.
Me topo con los guardias,
con los que vigilan la ciudad,
y les pregunto si han visto
al amor de mi vida.
Apenas los dejo,
encuentro al amor de mi vida.
Lo abrazo,
no lo suelto,
lo llevo a mi casa,
¡lo hago entrar
en la habitación donde nací!
El
Mujeres de Jerusalén,
quiero que me prometan,
por las gacelas y venaditas
que corren por el bosque,
que no molestarán a mi amada
ni la despertarán de su sueño de amor
hasta que ella sola se despierte.
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