Fantasía de 100 años.
Lo conocí hace un siglo, años más, años menos, cuando se ha vivido tanto como yo no se cuenta más…
Era callado.
Pero cuando hablaba, si te pescaba en un acto deshonesto, por su boca salían vientos antiguos de justicia que te dejaban helado, huracanes furiosos que te hacían cerrar los ojos para no ver la destrucción que dejaban a su paso, lava hirviente de las entrañas de los volcanes más feroces… y también era capaz de convertirse en lluvia fresca si el alma se te acaloraba por el miedo, y un cálido sol de primavera te acariciaba el pelo si él susurraba.
Siempre lo vi con una piel enorme de oso sobre sus hombros. La verdad, no sé si era la piel de él.
Tenía unos brazos enormes, capaces de romper un tronco, también capaces de abrazar al amigo recién muerto para infundirle vida. El amigo parecía dormido. Todavía no sé quién le dio la vida a quién.
Iba por la pradera caminando altivo y majestuoso, las flores se abrían y desparramaban sus perfumes con generosidad, lo rodeaban los lobos, los caballos se le iban uniendo por donde él pasaba, las águilas lo escoltaban, no como siguiendo al dueño, solo acompañando al hermano.
Una vez llovía tanto, tanto, que no se veía nada.
Pero lo vi a él, desnudo, sentado en la tierra con las piernas cruzadas y la cara al cielo.
Los relámpagos le iluminaban la cara: estaba ido, en trance, no sentía nada y a la vez sentía en sí mismo a toda la creación.
Me contó que había visto nacer a las montañas. Que fueron grandes los dolores de parto, que enormes bloques de piedra se desprendieron y también nacieron islas.
Me habló del alumbramiento de los ríos, de cómo no tuvieron más remedio que acabar su loca carrera en los océanos y entregar la dulzura de sus aguas a cambio de formar parte de algo más grande.
De cómo apareció el sol por el horizonte un día e iluminó todo, y sus ojos vieron, y sonrió.
Su cuerpo olía a tierra fresca. Él decía que era un anticipo del final de todos. Y que si alguien olía a otra cosa era que la tierra no lo estaba reconociendo, que su destino sería errar.
Me detenía a veces con su mano enorme en mi pecho y me decía: “Escuchá”. Cuando afinaba el oído iban tomando forma grillos, aves, hasta serpientes, el bramido ronco del viento entre los árboles y algún trueno lejano. Pero no tenía miedo si estaba con él.
Extrañamente, ahora que no está tampoco tengo miedo y a pesar de que soy viejo nunca lo he experimentado desde que él se cruzó en mi camino.
Me hizo amar al sol, me llevaba a las cimas a ver los rayos colarse entre las nubes.
Me hizo amar al rayo, tantas veces contemplé los dibujos de las descargas desde alguna cueva…
Me hizo amar las olas, necesitarlas con desesperación si pasaba un día y no metía mi cuerpo en el mar.
Un día al despertar vi huellas.
Empezaban en el lugar donde había dormido su gigantesca anatomía, y desaparecían entre el ramaje del bosque.
Las seguí, a través de los recovecos de la espesura, subí lomas y dunas de arena blanca, interminables, las bajé, con el pecho agitado y las piernas temblando por el esfuerzo, las seguí hasta la orilla, donde se esfumaban bajo la abatida de una ola.
Eso fue todo.
Nunca supe quién era, de dónde había venido y no sé a dónde se fue.
A veces pienso que se fue a dormir al mar…
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Una ventana se abre con violencia y golpea la pared, haciendo muchísimo ruido.
“¡Ahhhhh! ¡Otra vez, de nuevo estaba soñando!”
“¡Quién es, quién es!”
Desesperado, me quedo sentado en la cama, mirando hacia la ventana que golpea, golpea, golpea.
Me levanto a cerrar la ventana y cuando alargo la mano, la ventana no está, y yo estoy en el viento. Yo soy la lluvia, y el bramido del mar.
Yo navego con las olas y corro desatado con todos los ríos a encontrarse con el mar.
Huele a flores, una tras otra se abre y me regala sus pétalos perfumados.
Me rodean las águilas, relinchan por mí los caballos que corren enloquecidos y aúllan los lobos sobre las cimas. Y no siento nada y a la vez siento en mí mismo la creación entera.
“100 años soñando, 100 y pico, años más, años menos, cuando se ha vivido tanto como yo no se cuenta más…”
Imágenes cortesía de Pixabay.
@laudeuruguay
Nice Post!
Thanks for sharing this.
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