Anoche fue una de esas noches... Con la soledad. // Relato erótico

Ella llegó sin avisar, creo que ahora cree que somos amigas, pero no. Ella me hace sentir vacía, mi vida pierde sentido cuando está cerca. Esta vez llegó y me encontró tumbada en mi cama, con la mirada perdida, pensando en él, mala combinación. Llegó, y el hoyo negro que se por si tengo permanentemente en mi pecho, aumentó de forma abismante, yo solo quería distraer la mente y el cuerpo, o dormir.

Mi subconsciente decidió por mí y quiso distraer la mente y el cuerpo, por lo que trajo sensaciones y pensamientos que llevaron a que mis manos se movieran solas por mi estomago, llegando lentamente a mis senos, haciendo con mis dedos movimientos circularmente sutiles en mis pezones. Comenzaba a molestar la ropa.

En la cabeza solo tenía momentos donde me sentía la mujer más deseada del mundo, momentos que solo él me regaló. Él me besaba como nadie. Primero empezaba lento, sin apuro, cuando había tiempo. Se dedicaba a mis labios, pasaba por mis mejillas y luego bajaba suavemente a mi cuello. Con solo sentir su respiración ya mi piel respondía, se erizaba. Volvía a subir a mi boca y cuando él sentía que yo necesitaba más, pasaba su lengua por mis labios hasta meterla y hacer que se entrelazara con la mía, era mágico, yo comenzaba a mojarme.

Mientras pienso en esos momentos y caigo de nuevo en la realidad, ya tengo una de mis manos metidas en mi entre pierna, ella sabía que tenía que hacer el trabajo de él que ya no estaba. Esa noche había tristeza y una visita inesperada, la soledad hacía que mis acciones fueran nostálgicas, mi mano se movía con nostalgia. Con movimientos etéreos, la humedad poco a poco iba aumentando y hacía menos áspero el trabajo, comenzaba a sentir placer.

Mi mano se paseaba por mi clítoris, lo tocaba de arriba hacia abajo, lento pero sin parar, mientras la otra seguía en uno de mis senos contribuyendo al momento. Como deseaba que estuvieras ahí. Pero eso no importó, uno de mis dedos se escapó hacía mi vagina y mi cuerpo entero comenzó a retorcerse, quería más y más, por lo que los movimientos ya dejaron de ser livianos y comenzaron a ser tan agresivos como mi cuerpo lo fue pidiendo.

La humedad fue aumentando, los gemidos aparecieron en el medio de la noche, la sangre comenzó a correr más de prisa. Ya no había un solo dedo dentro de mi, habían dos, tres... Entraban y salían sin cesar, entraban y salían cada vez más agresivos. El sonido que hacían me recordaba a ti y eso me excitaba más.

La mano que tenía en mi seno se dio cuenta que había otra zona que tenía que atender así que escurriéndose por mi estómago y mi vientre, llegó al sitio y mientras mis otros dedos estaban en lo suyo, esta rozaba mi clítoris con timidez pero luego se dio cuenta que no era suficiente y lo hizo aún más fuerte, ya yo estaba por perderme en el éxtasis.

"Más, dame más" solo podía pensar, "dame más"... Hasta que me vine y mi cadera cedió al placer, hasta que la humedad era tal que se escurría por mi vagina, hasta que la relajación era tal que ya dormir no sería tan difícil.

Anoche quedé tumbada en la cama, y sin pensar en más nada, cerré mis ojos hasta la mañana de hoy.

Hoy, cuando me desperté con la vista hacía la ventana, la soledad se había ido. Estaba rodeada de gente, lo sé por el ruido en la calle, pero me sigo preguntando, ¿Hasta cuándo esas noches así?