El Niño sin Honor [Cuento|Capítulo 2]
La Primera Prueba
Pero que miedo tenía el niño al desvanecerse en la oscuridad por un segundo y luego aparecer ante el paisaje más terrorífico que haya visto. Sin contar la entrada al abismo, con aquel guardián que lo perseguía cada instante en sus pensamientos. Pero había algo que considerar en aquel momento, el niño le tiene pánico al mar y aquel no era sólo cualquier mar. El cielo oscuro y tormentoso le hizo preguntarse qué pasó con el clima que había en la ciudad, cálido y hermoso. Un muelle inmenso estaba frente a él, se encontraba solo y al final del muelle un gigante. Quizás no sea un gigante pensó él, quizás se trate de alguien más parecido al guardián del Abismo y eso solo lo hizo temblar más. Bajo aquel muelle un inmenso mar rebelde con altas olas y lo más importante, negro. Uno diría que el color es debido al cielo oscuro de aquel momento pero no, al niño acercarse y asomarse por el muelle pudo ver de cerca que era real, el mar era tan negro como el petróleo. Sin nadie que le dijera que hacer solo pudo suponer que debía acercarse a aquel ser. En cuanto estuvo cerca pudo detallar la extraña criatura acuática que parecía custodiar aquel muelle. Su cabeza de pez inconfundible, su boca de piraña, ojos de reptil inmensos de color amarillo, una criatura marina que nunca había visto, su cuerpo de serpiente, oscuro, musculoso e inmenso todo brillante y baboso. Sus patas parecían las de un dragón con inmensas garras y una larga cola. La personificación de los peligros desconocidos del mar negro.
“¿Vienes a enfrentarte a la primera prueba en el fondo del mar negro y descubrir los misterios que en él se esconden, pequeño niño?”
“Ehmm...s-sí, supongo”, dijo el niño con esfuerzo.
“Me llaman Celoc, la criatura acuática más peligrosa en todo el mal negro, desde hace milenios fui escogido por los 12 ángeles para custodiar el mar negro y guiar a los almas ennegrecidas en su viaje a la primera prueba, mi trabajo es darte las instrucciones y hacer que las cumplas.”
“¿Q-que tengo que hacer?”
“Te noto nervioso, por supuesto debes estarlo, en el fondo del mar negro debes encontrar la brillante perla de los sueños y traérmela, evitando por supuesto los peligros que acechan en las profundidades”, el guardián se acercó. “Pero primero...convénceme de que eres un alma digna de ser puesta a prueba.”
El niño no comprendía lo que el monstruo decía, comenzó explicándole que era bueno en todo lo que hacía, que era un niño aplicado y sabía tocar el piano, que era bueno en los deportes a pesar de estar gordito, que respetaba a sus padres y tenía muchos amigos. Pero el guardián no le creyó.
“Quizás todo lo que me dices es cierto, pero eso no me dice si eres un alma digna, te dejaré pasar, pero solo porque hay una gran posibilidad de que te pierdas en la corriente y las almas consumidas te arrastren con ellas al abismo, sin embargo, si encuentras la piedra, aquí estaré esperando.”
El niño sin honor pensó en aquel guardián del Abismo que quería llevarlo con el a su eterna tortura, su hogar pero la perdición del niño y sus piernas temblaron una vez más, estuvo a punto de llorar de nuevo porque no quería entrar a ese tenebroso mar. El guardián se apartó dándole paso e hizo un gesto que hizo que un hoyo se abriera en el agua, la entrada a las profundidades. El niño se acercó sin poder evitarlo, algo lo empujaba hacia aquel lugar como animándolo y diciéndole que podía hacerlo, era Ozryel, el ángel de la muerte. El niño estaba en el borde del muelle, cerró sus ojos con fuerza y se dejó caer a aquel hoyo en el mar.
La oscuridad imperturbable, sentía a su alrededor seres que acechaban y lo veían con curiosidad, sentía la presencia de algo inmenso y poderoso. ¿Cómo encontraría algo tan pequeño en aquel basto mar oscuro? Avanzó poniendo en práctica sus clases de natación, para algo le servirían después de todo, mientras avanzaba sentía el agua volverse más espesa y la fuerte corriente lo hacía retroceder. Se adentró con esfuerzo cada vez más a las profundidades del mar y vio frente a él, ojos brillantes de todos los tamaños, aquellos ojos familiares que había visto en algún lugar. ¡Cierto! recordó el niño, las almas consumidas del abismo. El niño con desesperación se alejó como pudo de ellas pero entre más nadaba aparecían más almas y su presencia se sentía tóxica. Vio la corriente de la que el guardián del mar hablaba, aquella que arrastraba las almas al abismo y se agitó. Volvió a nadar en sentido contrario y entre tanto nado y nado encontró lo que olvidó por completo buscar. La perla de los sueños, se hallaba tan cerca de él, su luz iluminaba a su al rededor y pudo ver los pequeños y aterradores detalles que lo rodeaban y deseó que la oscuridad volviera, aquellos seres marinos monstruosos y hambrientos lo miraban, nadó rápido, tomó la perla y subió a la superficie con todo lo que tenía, dejando atrás a esas criaturas hambrientas y horribles.
Subió a la superficie y el guardián lo esperaba de brazos cruzados, el niño escupiendo esa oscura agua y con el corazón latiendo a mil por hora vio al guardián con odio, abrió su mano frente a él y le enseñó lo que llevaba en ella, el guardián vio la perla brillante en su pequeña mano y la agarró.
‘’Bien hecho, has pasado la primera prueba, pero más importante, ¿recuerdas ahora que te trajo por este camino, niño sin honor?’’, preguntó Celoc con expectativa.
‘’¡No he hecho nada malo!’’, gritó el niño sin honor y el guardián del mar negro soltó un suspiro de decepción.
‘’Aun no estás dispuesto a aceptarlo, ya veo. Si tú lo dices entonces, ¿debe ser cierto, no? Sin embargo, estas aquí buscando redención’’, el guardián enojado se alejó de él. ‘’Esta prueba llego a su fin, vete de aquí.’’
Entonces Celoc hizo un movimiento con su inmensa pata y el niño se desvaneció para luego aparecer en la ciudad de los muertos, donde pudo ver por sí mismo como las miles de almas ennegrecidas que antes se encontraban allí, ahora solo eran un cuarto de lo que solían ser.