El mundo de los hombres termina donde su conocimiento les permite ver. Pero más allá, en el mundo de polvo, estrellas y plasma, justo en el Hemisferio Norte, había una pequeña constelación llamada Lince que, a pesar de su tamaño, brillaba con un hermoso fulgor. Elvashack, Lyncuz, Alsciacukat, Maculosa, Ursae, las trillizas y las pequeñas Jo y Neg eran las diez hermosas hermanas estrellas que la componían. Vivían juntas en el templo de la constelación, cada día despertaban con los primeros rayos de Apolo para cumplir con todos sus deberes: refinar más polvo, diluir el plasma, ajustar la luminosidad y verificar la masa, esto sin contar las horas de diversión porque todas eran muy unidas, dormían, se alimentaban y reían juntas mientras brillaban en el mar celeste. Estaban emocionadas porque hoy, al atardecer, sentadas las diez en la orilla de su templo estelar columpiando las piernas en el espacio, observarían la llegada del gran espectáculo de Orión.
A muchas leguas, el día que comenzaba el invierno había un gran espectáculo visual, arribaba al Hemisferio Norte la Constelacion de Orión, compuesta de múltiples estrellas de fulgor multicolor, majestuosos matices rojos, azules, morados y blancos adornaban el cielo, que emanaban de nubes y estallidos. Orión era el estándar de oro de las constelaciones: Brillaba con 800 veces la luminosidad del mismísimo Apolo y era conocida por todos los hombres, inclusive era una deidad para algunos de ellos, y por encima de todo, ésta constelacion era una sociedad bien estructurada. Rigel y Betelguse, reinaban con fulgor azul y rojo sobre las demás, con mano de piedra para mantener el orden pero con sabiduría y amabilidad para guiar su pueblo. Bellatrix era la mano derecha del rey, Hatysa la tesorera, además estaban Tabit, Meissa, Gliessen y miles de soldados dispuestos a cumplir con su deber: el cumulo del trapecio, la Nebulosa de Mairam, la espada del rey: Ensis con odos sus soldados de la Nebulosa de Orión, finalmente los tenientes, Betel y Saiph, que junto al Rey y su consejera completaban el cuadrante de Orión.
Al atardecer, marchando en formación y con grandes piruetas, seguidos de sus reyes saludando a los espectadores, las estrellas de esta constelación se colocaban en sus posiciones para su gran trabajo: brillar durante la noche y así guiar a la humanidad en crecimiento durante el frio invierno.
Elvashack o Elvs, como sus hermanas le llamaban, se sentía maravillada de tal esplendor, soñaba con el día que Lince brillara con tanta potencia. Añoraba los tiempos cuando los humanos las admiraban mientras las estudiaban, especialmente Johannes, quien miraba cada noche desde la tierra ese pequeño cumulo de luz en el cielo entre la Madre Osa y Auriga, y que nadie había notado, y por eso ellas brillaban juntas orgullosas de sí mismas para él.
-¡Que guapos son todos esos soldados! – exclamó Maculosa.
-¡Son unos Adonis! – exclamaron suspirando las trillizas.
-Realmente solo el Rey Rigel me cautiva… casi puedes ver la sabiduría en sus ojos… me imagino lo feliz que es la Reina Bet… – suspiró la serena Alsciacukat.
-¡Pues a mí no me gustan nada Kat! – gritó la pequeña y tormentosa Jo.
-Entenderás cuando crezcas Jo – reconoció Lyncuz - ¿No es cierto Elvs?...
-Pues realmente hace un millar de años no me parecían tan hermosos como ahora Jo… - admitió Elvs riendo y guiñó a Ursae, que permanecía en silencio acunando a Neg.
El espectáculo duró unos minutos más y los soldados tomaron sus puestos, la luz se intensificó en cada uno de sus pechos y como estatuas brillaron durante toda la noche. Las hermanas fascinadas se acomodaron al borde de su propio templo y durmieron juntas observando la hermosa luz, todas, excepto Elvs, que mirando meditaba buscando formas de hacer que ella y sus hermanas pudieran algún día ser así. No tardó una sonrisa en posarse sobre su rostro y así durmió tranquila diciéndose que al amanecer algunas cosas cambiarían.
A la salida del Sol, en la constelación de Orión, Saiph y Betel discutían lo que harían durante el día:
-Entonces ¿¿Me acompañarás a perseguir a las Pléyades hermano?? – inquirió Betel con emoción –…Son unas ricuras ¡Y están aquí cerca! No me fallarías ¿verdad?
-Madura Betel… las Pléyades son hermosas, pero Atlas ya te lo ha advertido un millón de veces… - dijo Saiph.
-Faltaría recordármelo un millón de años más, cada vez que las veo caminar se me olvida la advertencia – respondió Betel suspirando mirando hacia las Pléyades.
-Pues quizás no se te olvide ésta Betel… – interrumpió por la espalda el Rey Rigel - … Si Atlas realmente hace que nos reduzcan el fulgor, lo hará removiendo a Betel del cuadrante ¿Estamos claros?
-Señor, si Señor – respondió él con miedo.
-Saiph, ve con Hatysa para las instrucciones, necesitaré que migres a las estrellas cercanas para estrechar nuestros lazos fraternos en mi representación, serás a partir de ahora el nuevo Embajador de la Constelación de Orión.
-Sí, Señor, me honra con su encomienda… – dijo Saiph seriamente y viendo la cara de tristeza en su amigo, que quedaría solo para acechar a las Pléyades preguntó - ¿Será éste un recorrido rápido Señor?
-No, quisiera que fueras un poco más allá de las estrellas vecinas, donde veas o te hagan saber que los templos necesiten ayuda en ésta área celeste, ofrece una mano amiga en nuestro nombre, Hatysa te explicará con más detalles.
-Muy bien mi Señor… – respondió con una reverencia y se retiró pero el Rey le detuvo sujetándolo por el antebrazo.
-Saiph, cuídate, no sabemos quiénes serán hostiles con tu llegada, en el cielo hay estrellas que sólo viven de la envidia y no pensaran dos veces para pedir recompensa por tu cabeza… – le pidió en voz baja.
-Está bien padre, no te preocupes… – le sonrió y siguió su camino.
Hatysa mandó a Orión por las constelaciones vecinas saludando y recibiendo todas las peticiones, pero pensando en el encargo del rey Saiph más lejos en busca de los realmente necesitados de plasma y polvo estelar por muy lejano estuvieran su templo. Su viaje no fue corto, muchas constelaciones y todo tipo de poblaciones, gente agradecida y alegre por recibirlo, otras más despectivas y premurosas de que se retirara. Sin embargo, Saiph aterrizó en cada templo estelar que pudo, saludando en nombre del Rey, tomando peticiones y estrechando lazos fraternos.
Desde el patio del templo de la Madre Osa, escucho risas y gritos, así que giró para ver una constelación vecina. Preguntó a la Madre Osa y ella le comentó que se trataba de un pequeño y deteriorado templo estelar, no muy brillante, manejado por diez jóvenes hermanas que perdieron sus padres en la última oleada solar, así que de seguro ellas necesitarían su ayuda. Entonces Saiph, siguiendo su misión, se despidió y marchó para aterrizar en el patio principal de la constelación Lince.
En efecto, se veía que la constelacion carecía de grandes recursos, las paredes del templo estaban rotas y agrietadas y las estatuas cubiertas por moho en vez de brillo, la pintura tenía quinquenios perdida. Sin embargo, había luz, flores y pequeñas cascadas que daban un aspecto ameno y alegre. Alsciacukat y Lyncuz eran las que estaban sentadas allí, en el patio principal, la primera era la mayor de sus hermanas y la encargada de que todo estuviera marchando bien, levantándose caminó hacia él y con una reverencia saludó al embajador de Orión.
-Bienvenido a nuestra humilde morada majestad, nos sentimos honradas de su presencia… – dijo Kat con vehemencia.
-El placer es todo mío, vengo en representación… - el Embajador Saiph se vio interrumpido por una horda gritos y risas que provenían de niñas correteando sin control, que al advertir su presencia, tropezaron entre sí para terminar las seis sobre el piso.
-Mis más sinceras disculpas embajador por el comportamiento de mis pequeñas hermanas… – suspiró y se excusó Kat con vergüenza –…Niñas, este es el Embajador Saiph, de la Constelación de Orión, acomoden sus vestidos y presenten su reverencia… - les explicó con seriedad.
Divertido Saiph las miró ruborizarse, mirarse entre sí sorprendidas y rápidamente alisar sus vestidos y disculparse haciendo reverencias a la que respondió asintiendo con su cabeza.
-Como les decía, vengo en representación del Rey… - una vez más el Embajador fue interrumpido, pero esta vez por el llanto de la pequeña Neg en brazos de Lyncuz.
-Disculpe mi señor… - Excusó Lyncuz y se retiró a los aposentos.
-En representación del Rey Rigel de la… - logró decir con molestia antes de ser interrumpido una vez más.
-¡¡¡MUEVETE!!! – se escuchó gritar a Elvs en dirección al embajador con señas de que se apartara del camino. Saiph miró que detrás de la joven gritona venía una gigante polilla estelar así que creyendo que estaba en peligro, tomó el puño de su espada del cinturón y se colocó en posición de defensa.
-¡NOOO! ¡NO LA MATES! ¡MUEVETE! ¡MUEVETE! ¡MUEVETE! – Saiph desconcertado no entendía que era lo que estaba pasando, soltó su espada y Elvs corriendo se abalanzó sobre de él, cayendo juntos al suelo. La polilla se lanzó a ellos y justo antes de que los atacara una luz amarilla emergió de las dos estatuas del templo y pulverizó el insecto gigante.
Saiph estaba ahora en el suelo y cubierto de polen estelar, la materia base para hacer polvo estelar, en sus brazos estaba callada, la estrella más hermosa que jamás había visto, emanando una hermosa luz blanca como si su piel fuera diamante a pesar de estar recubierta en polvo rosa. Las hermanas estallaron en risas y Lyncuz regresó corriendo para ver qué pasaba, al verlo, estupefacta, se unió a sus hermanas.
- ¡¡¡ELVS!!! ¡¡LEVÁNTATE AHORA MISMO!! ¡¿Qué se supone que estás haciendo?! – preguntó molesta Kat, la vergüenza no cabía en su rostro - … ¡¿Se han puesto de acuerdo para hacer esto ahora?! – inquirió a todas que reían mientras ella desfallecía de la vergüenza.
Los gritos de Kat sacaron a Elvs de la hipnosis en la que estaba, no sabía quién era, pero los ojos de este intruso brillaban con luz amarilla de Apolo. Su piel era blanca y su cabezo azul oscuro, pero en sus ojos se podían ver galaxias lejanas, perderse como en el mar de los humanos.
-¿Tú quién eres?... – inquirió casi susurrando Elvs.
-¿Yo? No, gracias
-¿Ah?
-¿Tú quién eres?
Kat levantó a su hermana del suelo - y de los brazos en que estaba perdida – y la apartó para ofrecer ayuda al Embajador, quien aún ensimismado se incorporó agradeciendo su ayuda.
-Elvs ¿por qué te perseguía una polilla gigante? – preguntó Kat sacudiendo el polvo rosa de su hermana.
-Yo… - apartó la mirada de Saiph - … Conseguí una forma de hacer más polvo estelar para nuestro brillo, altere la configuración de las estatuas del patio para que transformen la polilla en polen y luego con unas gotas de plasma y un molino durante los rayos de apolo tendremos más polvo estelar.
-¿Sí? – Suspiró Kat - ¿Y de dónde se supone que sacaremos más plasma?
-Eso lo podría solucionar yo –Saiph tosió interrumpiendo porque había sido apartado de la conversación -…Yo soy Saiph, Embajador de la Constelación de Orión, y si ya no hay más interrupciones, he venido a presentar nuestros más cordiales saludos y a ofrecer nuestra mano amiga, si están necesitadas de plasma, con gusto presentare sus solicitudes al rey y probablemente podremos donarles algunos barriles.
-Nosotras no necesitamos mendigar nada de nadie – le respondió molesta Elvs.
-No es mendigar, estaríamos felices de darles…
-¿LO QUE LES SOBRA? ¡No gracias! ¡Bien solas podemos! ¿Tú crees que puedes venir así como si nada a darles sobra a las pobres niñas? ¡Hemos mantenido el templo brillando nosotras solas!
- Elvs de seguro esa no fue la intención del embajador, no nos van a separar, hemos estado cumpliendo con nuestro deber.
-Seguro es un espía ¿No lo ves? ¡Quiere ver si aceptamos la “donación” para ver si estamos a punto de apagarnos!
-¡Elvashack! ¡Suficiente! – Regañó Kat frente a un Saiph estupefacto -… Deja de faltar respeto, pensé que ya habías superado esta etapa, discúlpate con el Embajador ahora mismo.
Elvs molesta por alguna razón, miró con dureza a su hermana, y se retiró sin decir palabra dejando boquiabiertos a todos los presentes y preguntándose por qué reaccionó de esa manera.
- Realmente no la merecemos embajador, pero si necesitamos ayuda, no necesariamente plasma, lo que esté en sus manos será bien recibido, yo… - los ojos de Kat se nublaron por un segundo, pero tragando y sonriendo se recuperó - … sabré administrar lo que su alteza nos conceda para el mejor beneficio de todas… Una vez más me disculpo por todo lo que aconteció aquí.
Saiph asintió -…No se preocupe, entiendo que no debe haber sido fácil para ustedes…
- Entonces ya lo sabe… – susurró Kat
-Sí, me lo comentaron antes, pero no hagamos un problema de eso, prometo que volveré con los recados que envíe mi rey…
Saiph se retiró a su constelación porque ya llegaba la hora de colocarse en posición para alumbrar el cielo nocturno, pero esa noche en su mente, mientras inmóvil brillaba cumpliendo con su deber, no dejaba de pensar en esa hermosa y gruñona piel diamante cubierta en polvo rosa, en sus ojos blancos resplandecientes y en sus labios, en su ceño enojado, y debatiendo mentalmente con la luna, su confidente en secreto, cuán difícil ha de haber sido crecer ellas solas sin nadie, sabiendo en carne propia lo que es crecer solo, sin el amor de una madre y con un padre ausente. Y Artemisa, la luna, sonreía, porque no a muchos kilómetros de él, una gruñona joven, piel de diamante, repetía el encuentro en su cabeza, pensando en si ojos de Apolo era un espía estelar o si era solo que tenía el descaro de venir pretencioso a presumir de sus excesos de un material tan precario en sus vidas.
Curioso como dos vidas que comparten un mismo cielo y nunca se habían visto, son susceptibles de los juegos de las Moiras mientras tejen sus destinos. ¿Serán un amor posible y verdadero? ¿O será otra historia triste del destino? Pronto lo sabremos.
Fuente de la imagen principal:
http://theiphonewalls.com/milky-way-night-sky-stars
Un placer leerte, te sigo y upvoteo!
Saludos
¡Muchas gracias! ¡Que bueno que te haya gustado! Saludos