Los perros son como unos bellos y hermosos angelitos enviados por Dios para hacernos saber que el amor incondicional existe. Ellos con su ternura y alegría pueden hacernos olvidar cualquier mal momento que estemos atravesando. Pero existen personas que no piensan así, pues para ellos es más fácil abandonar en la calle a un perro que brindarle apoyo, refugio y cuidado. Sin embargo, acá en Puerto Ordaz hay una fundación que tiene por nombre FUNDAPROBA, conformada por personas con almas muy nobles, quienes se dedican a rescatar a los perritos en situación de calle.

Gracias a esa fundación, mi familia y yo decidimos adoptar a un perrito llamado “Lucho” el cual fue encontrado en la calle, presentando una fuerte infección en la parte arriba de sus dos ojitos y un pequeño tumor en su nariz. Cuando ví la noticia y lo observé a él en la foto, me sentí mal porque se que no es fácil para ellos estar días sin comer y más aún soportar tanta maldad en la calle. En fin, un 16 de septiembre Lucho llega a casa.

Los primeros días fueron difíciles, ya que lo llevábamos a sus quimioterapias y regresaba muy débil sin ganas de comer, pero aún no tenía tanta confianza con nosotros como para dejarse acariciar o consolar, y es lógico que se sintiera así debido a todo lo que tuvo que soportar en la calle.

Pero poco a poco Luchito fue recuperándose gracias a su tratamiento y al amor que le brindamos en casa, él se ha convertido en el bebé consentido. Es el angelito que llegó a nosotros para enseñarnos a ser agradecidos y pacientes.

Después de tenerlo con nosotros, me he dado cuenta que en solo segundos podemos cambiarle la vida a un perrito en situación de calle, todo lo que ellos necesitan es amor verdadero, atención y una familia que le de ese calor de hogar.

A pesar de que en mi familia le cambiamos por completo su vida, puedo decir que él también cambió por completo la mía porque en realidad me enseñó a que puedo ser amada grandemente y de forma incondicional y sobre todo a PERDONAR sin importar lo que haya pasado. Definitivamente ¡Lucho es un verdadero amigo!