Diario de un ciclista urbano (en Venezuela)
Después de posponer la alarma durante media hora con la excusa de que podría pedalear más rápido para llegar a tiempo a clases, logro levantarme para desayunar y... ¡sorpresa! El caucho amaneció espichado.
Creo que pasar cerca de la bici estacionada y apretar el caucho trasero para verificar si le falta aire, es un ritual que muchos practicamos desde tiempos remotos, tal vez desde esa vez que la bici nos dejó varados lejos de casa.
Ésta mañana fue uno de esos días en los que el acto de apretar el caucho vino acompañado con una expresión de espanto, sin embargo, mi resignación fue inmediata porque no tenía parches para repararlo y era muy temprano para salir a comprarlos, así que volví a la cama mientras hacía un plan para resolver mi desgracia.
Comencé a recordar que un par de días atrás pregunté por el precio de un kit de parches, le respuesta del vendedor: 220000 bs, mi respuesta: salir corriendo (Para que tenga una idea, 220000 bs es aproximadamente un salario mínimo sin incluir el bono de alimentación). Sabía que debía comprarlos tarde o temprano, y hoy fue el momento... Así que ésta fue mi segunda sorpresa del día: habían aumentado a 300000 bs.
Con la bici lista en la sala de operaciones, yo estaba prepara mentalmente para encontrarme con muchos agujeros (dos o tres) porque la pérdida de aire era exageradamente rápida.
Así llegó mi tercera sorpresa: no eran agujeros, era un corte que parecía hecho con tijeras.
Luego de llorar un instante en mi interior por lo que podría significar una tripa arruinada, me puse manos a la obra y lo tapé con el parche más grande que había en el kit y el poquito de esperanzas que aún me quedaban. A continuación pegué otro parche, y otro, y otro, e incluso parché un parche que había puesto la semana pasada.
Tres horas despues me dije a mi misma que cinco parches en un día debe ser mi récord personal, pero con grandes posibilidades de superarlo en un futuro cercano debido a las guarimbas, término que hace referencia a un conglomerado de cauchos y residuos sólidos en general dispuestos en el medio de la calle, y unidos con fuego, con la esperanza que tiene la gente de derrocar al gobierno y con la rabia que les causa ver al país destruido.
Nota: todas las fotos que presento son de mi autoría y fueon tomadas con mi panasonic lumix DMC-TZ2