Prioridades Municipales, una historia de la vida real
Por otro lado, hace un par de días presencié —por casualidad– el preludio del asfaltado de una de las vías de acceso a un mercado popular muy concurrido de mi ciudad (La Curva de Molina). Para mí, que procuro no perder la capacidad de asombro, aquello fue todo un show, con cámaras, fotógrafos y periodistas por doquier para sacarle el jugo –en términos de propaganda política- a tal acontecimiento.
Entonces asocié ambas situaciones y me vino a la mente una pregunta: ¿Por qué asfaltar calles en vez reparar las cloacas? Lo que me llevó a otras preguntas, que considero, nos llevan a respuestas interesantes que tal vez no habíamos considerado antes. Así que es precisamente eso lo que abordaré en éste post.
¿Por qué asfaltar una vía en lugar de reparar un drenaje?
Supongamos que tenemos que elegir, por las razones que sean, resolver un problema o el otro. Para ello es necesario analizar ambas situaciones y deducir cuál solución tiene una mejor relación beneficio-costo.
Ahora bien, si analizamos el impacto que tiene cada situación en la comunidad, por un lado, el problema de las cloacas es un problema latente que afecta a unos pocos, y con un poco de suerte, de manera temporal, es decir, cuando algo hace colapsar el sistema de drenaje. Sin embargo, el caso en donde las aguas negras corren por la calle prácticamente todos los días, podría ocasionar problemas de salud a los residentes de la zona. Por otro lado, una calle llena de huecos siempre está ahí entorpeciendo el paso, día y noche, y probablemente a una mayor cantidad de personas, además puede ocasionar congestionamiento y es poco estética.
Si yo tuviese que elegir, escogería preservar la salud de esas personas impidiendo que estén en contacto con ésta agua sucia, antes que evitar esos molestos congestionamientos. Tal vez los conductores pueden tomar una vía alterna, pero las personas no pueden mudarse de la noche a la mañana.
Otro aspecto que hay que tener en cuenta es el económico. El agua, drenando por las vías incorrectas, no solo afecta a todas las personas que están cerca, sino que es también causa del deterioro de las calles porque el asfalto dura mucho menos cuando está en constante contacto con el agua, ¿entonces por qué no atacar la causa del deterioro de las calles si, per se, es directamente un problema?
Lo que uno sospecha de inmediato es que asfaltar es mucho más económico y menos complicado que reparar drenajes, y tal vez sea cierto, pero ¿y a largo plazo? ¿no sería más rentable resolver el problema de una vez por todas?
Supongamos que tenemos una bici. Con el tiempo y el uso, inevitablemente hay que cambiar las llantas porque éstas se desgastan y se vuelven más vulnerables a esos pequeños objetos puntiagudos que reposan en la vía. De hecho, una de las señales de que hay que cambiarlas por unas nuevas es, que la cámara —o tripa— se pincha con mucha frecuencia.
Así que, por un lado, quieres sacarles el máximo provecho a tus llantas viejas —principalmente porque los parches son mucho más económicos que las llantas— aunque eso signifique sacrificar las cámaras de aire; por otro lado, sabes que lo más inteligente es cambiar las llantas antes de que tengas que comprar cámaras nuevas también.
Nuestro problema principal es entonces, una llanta gastada, y esto a su vez ocasiona que la cámara de aire pierda vida útil. Es esto lo que sucede con los asuntos de vialidad, en donde el factor que ocasiona que las calles se deterioren más rápidamente es, sin dudas, un drenaje mediocre.
Así que compramos llantas nuevas... ¿Cierto? Nos ahorramos los parches y las cámaras extra, y nos ahorramos tener que volver a casa caminando con la bici pinchada.
Lo lógico es reparar el drenaje, económicamente hablando.
Ahora bien, si todo apunta a que es más conveniente reparar las cloacas ¿Por qué sucede lo contrario? ¿Qué es lo que no estamos considerando?
Ah sí, la política.
Yo casi nada sé de política, y sé que los políticos poco saben de ingeniería civil, pero no hay que ser expertos de ningún tipo para entender lo que sucede.
Cuando tenemos escasos escrúpulos y está en nuestras manos una decisión así, la relación beneficio-costo toma otro enfoque, y consiste en escoger la solución que provocará la mayor cantidad de gente beneficiada al menor costo posible.
Así que no importa en qué grado se vean afectadas las personas por un problema o por el otro, la cantidad de ellas será uno de los factores determinantes para tomar la decisión.
Asimismo, si volvemos a la analogía de la bici pero ahora suponemos que al cabo de un mes vamos a mudarnos y no podemos llevarla con nosotros, sí nos resultará mucho más económico comprar un kit de parches que cambiar las llantas, de hecho, suena hasta ilógico comprar llantas nuevas.
Entonces basta con asfaltar la vía un par de veces para mantener a las personas conformes, si es rentable a largo plazo o no, no nos concierne, porque para entonces, alguien más estará a cargo.
Existe otro factor determinante: las obras que están del nivel cero hacia abajo no hacen buena propaganda política. Todos nos olvidamos del bote de aguas servidas cuando éste desaparece, porque, aunque no desaparezca debido a que el problema se haya solucionado, el problema desaparece para nosotros sin necesidad de alguna reparación. Lo contrario sucede con una vía recién asfaltada, éstas son un recordatorio constante y palpable de un aporte a la comunidad por parte de quien sea que tenga la responsabilidad.
Creo entonces, que es así es como se llega a la conclusión —equivocadísima— de que es más viable asfaltar calles que reparar drenajes. Me gustaría que me contaras en los comentarios cómo es en tu localidad todo éste asunto de la vialidad.
¡Anímate!