Mamá, papá...¡Déjenme ser!

Los seres humanos (generalmente), tenemos cierta tendencia a querer y aceptar a las personas cuando piensan y hacen lo que a nosotros nos parece ideal o conveniente. Es por ello que suelen producirse ciertas rupturas en diversas relaciones, ya que no tenemos ese nivel evolutivo que implica aceptar a los demás tal cual son, con debilidades y fortalezas.

Como padres, desde que nacen los hijos, ya se tiene una idea preconcebida de lo que se quiere que sean estos. Y no es que esto este mal, pero seria bueno detenernos a pensar "¿y si lo que yo deseo para mi hijo no es lo que el quiere ser en la vida?" Se evitaría una serie de inconvenientes posteriores, que solo deterioran la relación padres/hijo, pues casi siempre, los hijos se revelan ante las aspiraciones de sus padres, puesto que cada ser humano esta en su derecho de vivir sus propias experiencias y aprender de estas.

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Si bien es cierto que los progenitores y la familia en general están para orientar y guiar, no es menos cierto que cada persona toma sus decisiones y que quizá estas no sean las mas acertadas para los padres, pero de igual manera deberíamos aceptarlas y no juzgar y condenar porque no se hacen las cosas como se tenían planificadas.

Hay padres que quieren vivir a través de sus hijos experiencias o sueños que ellos, en su momento, no lograron materializar por diversas razones, inclusive, porque sus padres tampoco se los permitieron, entonces, en lugar de romper con ciertos paradigmas, lo que hacen es arrastrarlos de por vida y pretenden transmitírselo a sus hijos, con la diferencia de que estos si se revelan y no lo permiten. Es ahí cuando se produce esa especie de enfrentamiento, en el cual, si como padres(y adultos), no logramos sobrellevar, puede afectar profundamente la relación entre las partes involucradas.

Toca, como padres, entender y aceptar que, aunque le dieron vida a ese ser, no les pertenece y por ende, debe desarrollar su propia personalidad, actuar de manera natural y auténtica, sin tener que complacer a otros en detrimento de sus propios intereses, para hacer feliz a una sociedad cargada de estereotipos obsoletos, matando por completo a la evolución.

Se puede educar con principios y valores sin dejar de lado el respeto hacia nuestros semejantes, mas aún, tratándose de personas tan importantes como nuestros hijos. Debemos brindar las herramientas necesarias a nuestros chicos para que puedan defenderse en la vida y, si al final la decisión que ellos tomen no es la que se espera, amarles igual y estar allí para apoyarles. A fin de cuentas, jamás se deja de ser padres, esta es una labor constante e interminable!

La idea que debe movernos siempre como padres, es la felicidad de los hijos y en la medida que entendamos y logremos asumir debidamente la maravillosa experiencia de esta labor, seremos garantes de forjar seres felices y exitosos, solo así, dejaremos de escuchar la frase que muchos jóvenes (sino todos) constantemente repiten: "mamá, papá, déjenme ser!".

Como adultos, muchas veces nos creemos (me incluyo) con derecho de criticar a nuestros chicos porque no son como deseamos que sean, sin imaginarnos siquiera el peso tan grande que estos deben arrastrar. Todos, en algún momento, tuvimos que atravesar por situaciones similares, pero parece que cuando somos adultos todo esto se nos olvida y en lugar de practicar la empatía, nos convertimos en jueces de nuestros jóvenes y nos centramos en todo lo negativo, olvidándonos de sus fortalezas, dando valor a las debilidades.

Es por ello que hay muchos chicos por ahí con problemas de autoestima, tristes y deprimidos. Porque no contaron con el apoyo de quienes han debido brindarlo en el momento oportuno para garantizar su felicidad.