Vacilante, ella va caminando entre los arboles del presente,
tratando de olvidar los vestigios del pasado,
tratando de devolver la tonada dormida
que el ímpetu astuto trajo entre sus sacos.
No se marcha entre las sombras,
ni se corre entre la niebla,
se camina con acierto, siempre mirando al frente,
por si la duda llega, darle un alto hacia el abismo.
Con firmeza y con arraigo
va avanzando poco a poco,
olvidada desde la tristeza, desde la nostalgia,
ya sin nada que ofrecer.
Queda desde la calma una sonrisa
que desfigura su rostro porque ya no es feliz,
cuando la ira es la que marca el destino
poco se puede hacer, solo se puede morir.
Fuente de textos e imágenes de mi autoría.