Tu infinito, mi infinito.
Me tienes tan loco y dopado que siento que una estrella me habla, que me susurra al oído, que me acaricia el borde de la oreja, pero cuando reacciono eres tú. También siento que la luna me manda cartas, me habla y me envía mensajes a menudo, pero sólo es mi imaginación, la imaginación que le doy un mar y un bote, un cielo y alas, libertad y
una galaxia entera por recorrer. En el camino se encuentra con la luna, la luna que me recuerda a ti, la luna que me da muchos mensajes de recuerdos. Siguiendo mi camino encuentro que no tiene límites, ni una pared con la cual tropezar y caer al mundo real, mi mente siempre anda dando vueltas por lo más alto, siempre vuela, tan alto que no se ve, que no se entiende, que nadie logra distinguirla. Y al frente lleva una luz alumbrando la galaxia. En su camino hacia lo infinito
se encuentra con la vía láctea y allí ve a otras imaginaciones, que vuelan, pero chocan, diferentes ideas, pensamientos que se contradicen… Pero sigue, y sin detenerse sigue su camino hacia lo infinito, buscando un porqué de las cosas, un porqué que sabe que no hallará pero no se da por
vencida, sigue y sigue. Así se esté enredando en su propio mundo, en su propia galaxia, sigue buscando un infinito. Así vuela la imaginación.
Sin limites, sin rumbo, pero a donde llega es bien recibida, a donde llega busca una solución a los problemas, y la imaginación busca lo infinito porque cree que
la solución total a los problemas y la vida fácil están en el infinito. Pero como el infinito es infinito, serían infinitos los intentos de llegar a lo
Infinito.