Codex Akásico: El Heraldo del Caos y el Orden [Thiago I] (NSFW)

in #spanish7 years ago (edited)





Nota: Este capítulo contiene descripciones explícitas de actos de índole sexual que podrían considerarse Not Safe For Work (NSFW), así que este contenido no es recomendable para personas menores de 18 años.

Thiago I

Me desperté con el rigor de la cotidianidad, como era costumbre, escuché el sonido del tráfico como si se tratase de una melodía orquestada, me preparé un café cargado y lo tomé acompañado de un cigarro de calidad cuestionable, pero de igual forma sirvió para su propósito.

Me enfoqué en relajar mi mente antes de ser engullido por la rutina, –¿Hoy podría ser, tal vez? –me pregunté ensimismado.

Salí a deambular en las calles y de nuevo me encontré con ese escenario, solo un tipo del común, con gustos simples, en medio de una ciudad que parecía conglomerar y congratular a todo lo mundano, eso era Ámsterdam, la ciudad en la que nació mi padre, pero que no me representaba ni en lo más mínimo. Me encontraba aquí casi por obligación, desde ya hace 7 meses, buscando evidencias que justificasen mi larga estadía en este lugar. Un teólogo a la orden del vaticano como demonólogo, rumores sobre supuestas manifestaciones demoniacas me trajeron hasta el corazón cosmopolita de los Países Bajos.


Caminando un largo rato, me topé con un charco, me detuve para observar mi rostro exhausto en el reflejo del agua, mis facciones demacradas por el constante descuido se deformaban con las ondas, mis ojos marrones se perdían en los tonos oscuros de la lama, mi cabello estaba invadido por hebras grisáceas, –dando un vistazo al pasado, ya casi ni me puedo reconocer, es como si el reflejo de este charco fuese otra persona proveniente de una dimensión muy alejada de la nuestra –pensé.

Llegué hasta los barrios rojos, si todo salía como esperaba, mi larga estadía habrá tenido sentido, todos estos meses de exhaustiva investigación habrán servido, aunque como ya había aprendido con mi profesión, había que estar preparado para encontrarse con un fiasco al final del túnel. –Ahora bien, ¿entonces este será el lugar donde gastaré mí tiempo hoy? ¡Eh! –pensé con desanimo.

Me encontraba frente a un teatro abandonado, las putas me incitaban a caer en la tentación del pecado carnal desde las incandescentes vitrinas, pero estaba demasiado enfocado en lo ininteligible como para distraerme con ese tipo de banalidades superfluas. Según la información que había recaudado hasta ahora, este es el lugar de reunión de una secta adoradora de Baal.


Me dispuse a tocar una gran puerta de madera desgatada. Luego de un rato tocando sin ninguna respuesta, doy por sentado que no se encontraba nadie aparentemente, sin embargo, la intuición, que bien podría ser un sexto sentido que había desarrollado en todos estos años como investigador paranormal, me indicó que hay algo más. Proseguí observando a detalle todo lo adyacente a la construcción; a pesar de la profesión que ejercía, yo era un nihilista por naturaleza, sin embargo, esto no significaba que no estuviese a la expectativa de cualquier eventualidad sobrenatural; en efecto, ese deseo tan profundo que entraba en disonancia con mi naturaleza inherente era lo que me había llevado, entre otras cosas, a ser un servidor del vaticano.

Al cabo de unos segundos de imperturbable vigilia, advertí unas marcas de color rojo carmesí en la pared de un callejón en las proximidades del teatro; mi extenso conocimiento en teología me sugirió que esas marcas se asemejaban a la simbología utilizada en los rituales paganos de los antiguos babilónicos, saqué una pequeña cámara del abrigo y le tomé unas fotos al mural.

Mientras fumaba un cigarrillo sentado en una de las bancas, una misteriosa mujer vestida con una túnica gris se acercó a mí.

–¿Qué es lo que buscas mujer? –vociferé con tono cortante.

–Busco todo y nada al mismo tiempo, eso dependerá del recipiente, pero me temo que un ser tan minúsculo cómo tú, poco tiene que ofrecer –replicó con una voz llena de sobriedad, –sin dudas, no estaba drogada –pensé.

Cuando observé con detalle su vestimenta, todo se esclareció, evidentemente se trataba de unos los lunáticos que adoraban a Baal, al ver su rostro, pude reconocerla, se trataba de una de las prostitutas que vi en las vitrinas rojas.

–Pensándolo bien… Creo que, después de todo, me puedes servir de algo. Veamos, déjate de rodeos y mejor llévame con los otros adoradores del duque del infierno –expresé tajante.

–Me temo que primero deberás pasar una prueba, veremos si de verdad estás preparado para sentir a mi señor –asintió, luego prosiguió rociándome unas esporas alucinógenas en mi rostro, –esto te ayudará a abrir las puertas –expresó entre risas.


Me levanté atado a una cama ornamentada con cortinas de seda roja, con mi vista borrosa, vi como una hermosura de cabello rubio colocaba sus voluptuosas tetas en mi rostro, –Vamos, no seas tímido… Tócalas, chúpalas o muérdelas, cualquier acto sexual propiciará el acenso de mi señor –aventuró mientras me lanzaba miradas lascivas. Al mirar a través de las cortinas, logré atisbar a ocho sujetos sentados en un comedor, se encontraban amenizando un gran festín, algunos de los más mórbidos incluso vomitaban para seguir degustando del inmenso repertorio de platillos, estaban tan ocupados con la comida que parecían ignorar lo que sucedía en frente de ellos.

Comencé a sentir espasmos cuando la mujer me realizó una felación, esa belleza hacía arcadas mientras me lo chupaba con viciosas ganas; al pasar unos minutos, la rubia se sentó a horcajadas en mi entrepierna e introdujo mi miembro en su culo. Mientras me cabalgaba, empecé a visionar como una serpiente negra se subía a la cama, la fémina gimió con furia cuando la culebra se metió en su coño, prontamente, su rostro cambió por completo, era parecido al de una ofidia, su piel se llenó de escamas impregnadas de alquitrán, sus fauces emanaban un fétido olor a azufre que inundaba a mis fosas nasales, esa cosa comenzó a emitir sonidos guturales que ofuscaban mi audición, luego cientos de moscas invadieron el lecho y me sofocaron, me sentía confinado en medio del desvarío que me rodeaba.

Después de ese fatídico suceso, mi consciencia cayó en un vacío abismal que parecía no tener un final…


Me desperté desconcertado en la cama de mi desordenado apartamento, me encontraba bañado en sudor, –vaya mierda de sueño he tenido –pensé. Me levanté para mirarme en el espejo alargado de mi sala, rápidamente me percaté de un extraño tatuaje de color gris, simbolizaba a una mosca, –¿Qué fue todo eso? Esta marca es… –divagué consternado.



Si deseas leer el prólogo de la novela que escribo junto a @smanuels, este es el enlace directo:

Codex Akásico: El Heraldo del Caos y el Orden [Prólogo]



Fuentes de las Imágenes: 1234



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