Los cuatro elementos
En el tortuoso proceso que implica crecer y madurar nace la curiosidad de descubrir lo que significa el amor hacia otra persona. A lo largo de esa etapa ese sentimiento puede mutar y convertirse en un problema cuando personalidades conflictivas están puestas cara a cara, ocasionando relaciones destructivas, inciertas o llanamente malas para la salud mental de cualquier persona. Los cuatro elementos son cuatro relatos que orbitan alrededor de la idea de estos casos y los estragos que pueden dejar a su paso.
Cuando era nada te descubrí, fuego. Cálido como nada que hubiera sentido en el pasado, tu abrasadora llama denotaba una pasión por la cual me vi atraído en segundos. Supe que quería tenerte, supe que quería acallar mi vaciedad con la fuerza de tu calor. Habiendo hecho mutua conexión, la inocencia que viste en mí fue lo que llamó a tu interés. No advertir tus dos formas fue mi más grave error, me lancé a jugar con ellas sin precaución ajustándome a lo que querían de mí. No sabías qué querías ser, no sabías qué hacer, pero ahí permanecía yo, insistente en la tarea de apaciguar tus malas costumbres.
Logré hacerte parte de mí, pero en el acto me consumía a mí mismo quemado por tu candela incontrolable. Quise buscar un equilibrio en nosotros, una manera en la que los dos pudiéramos permanecer cerca, pero el daño que causabas era inevitable. Resistí hasta que di por perdida la búsqueda por el balance entre ambos, estocado por la pena de no tenerte y que tu vacío fuera irremplazable. Casi me transformo en cenizas dentro de tu colérico ardor, incluso rezaba para mis adentros que ojalá así hubiera sido; pues aun saliendo con vida de tu incendio tuve que tapar tus grandes quemaduras esperando a que sanaran. Cada una de esas heridas evoca tu recuerdo, cada una de ellas cuenta nuestra historia como si de un idioma ancestral se tratase. Tu ausencia era un invierno en pleno verano, suplicio que pude sobrellevar cuando otro elemento se cruzó en mi camino.
Me dejé llevar por el arrullo de tus olas sin saber que te volverías turbulenta, agua. Eras la sucesión idónea, la transición necesaria, quien no juzgaba esa serie de lesiones repartidas en mi cuerpo que dejó el fuego. Esta vez no era yo el inocente, sino tú. Disfrutaba de verte como si fueras un espejo mío, como si hubieras caído del cielo como una oportunidad de cuidarte de lo que me hicieron en el pasado. Inmaculada, tan agradable de noche como lo eras de día, me vi perdido en tus mares navegando en un barco sin rumbo, disfrutando de la vista y de tu relajante compañía.
Tengo la manía de creer que justo cuando todo va bien es que debes empezar a preocuparte. Algo pasó en uno de nuestros contactos, una falla inesperada colapsó mi aventura contigo. El diablo está en los detalles y no me fijé en ninguno para ver venir la catástrofe. Las nubes negras se volvieron tormenta eléctrica y causaron en ti un alboroto, perdí el mando del barco intentando evitar la tragedia a como diera lugar. Te pedía calma, te exigía una explicación, pero no hubo diálogo alguno. Era el fin y privado de maneras de asegurar mi supervivencia me entregué al desastre que causaste, cayendo lentamente al mar y sintiéndote una última vez en medio de mi ocaso; cerré los ojos esperando no volver a despertar jamás. No fue así, recuperé la consciencia en la orilla como si nada hubiera pasado, quizá un último favor tuyo antes de escapar. De todas maneras, la fobia al mar que me instauraste cumplió con su cometido de distanciarnos irremediablemente, quitándome las ganas de buscarte así supiera exactamente donde te escondías.
Con ese par de experiencias a mis espaldas, no sé quién me mandó a volverme a enrollar con otro elemento, querido aire. Con tanta ira acumulada, con tantas piezas rotas en mi interior no me creía humano, era menos persona de lo que fui antes que fuego y agua aparecieran. Una deidad debía de estar jugándome una mala pasada poniéndote frente a mí. Apareciste y aunque por malicia —tentado por esa idea de manipulación divina— ansiaba hacerte daño, no lo hice. Tu aparición desapareció todo aquello en una mitad de segundo, menos de lo que dura un chasquido de dedos. Fuiste calma y con calma te fuiste revelando, contándome tus vivencias y haciéndome reír sin prudencia.
Eras lo que quería y lo arruiné, los malos sentimientos volvieron a mí y traicioné a tu confianza. Te encontraste con rastros de fuego que quedaron en mí y mis manos te quemaron sin compasión. De tu nariz salió sangre y tu rostro convaleciente me miró con desdén, me echaste de tus aposentos y aunque con el tiempo tu calma fue capaz de perdonarme, me rehusaba a volver a herirte sin querer. Me alejé de tu fragilidad aprendiendo lo que debía expulsar de mí mismo, triste de que no hubieras sido tú el primer elemento con el que me encontrara.
Lo reconozco, me adelanté al destino testarudamente. Busqué con interés algo que me hiciera desviarme de mi ruta, que hiciera menguar la brasa que fuego había dejado dentro de mí sin avisar. Encontré a tierra creyéndola imposible, desadormeciéndola y provocando un terremoto que me rindió a sus pies. Tierra era lo que esperaba que fuera y todo lo contrario al mismo tiempo: frágil, de temida reacción e hiperactiva, intentando salir de los vicios que la afectaban. Reconoció el fuego que llevaba en mi interior y lo hizo suyo, lo tomó en sus manos y su sobria personalidad se tornó risueña y confiada. Su encantador misterio me llevó a desearla y si bien nunca la poseí, el dulzor de sus labios y sus movimientos simples fueron suficientes para mantenerme embelesado.
Su punto de quiebre fue lamentable, sus vicios se apoderaron de ella por completo y acabaron con la rehabilitación a la que se sometía. Distante e insegura en su crisis, quiso mandar todo el demonio y a pesar de intentar frenarla en un primer momento igual optó por estrellarse. Tierra siempre sería tierra, cínica y terrenal. Había comprobado definitivamente que los elementos y yo no cuajábamos. Me alejé de todas sus jugarretas y por primera vez estuve mejor que antes.
En mi paso por la Tierra he encontrado más personas y elementos en ellos pero he preferido mantenerles lejos, después de verles de cerca ya sabes cómo será con todos los demás. El dolor que provocan las personalidades en conflicto cuando son forzadas a estar juntas deja enseñanzas valiosas. La vida te llena a golpes con situaciones adversas hasta que aprendas a elegir mejor a quien tienes al lado —o te empieces a cuestionar si de verdad necesitas a alguien en ese lugar—. Nadie te obliga a pasar por aquel calvario, pero de repente a los tozudos como yo les hace falta vivirlo en carne propia para afirmar con total certeza: Es mejor estar solo que mal acompañado.
Me encantó eso de "El dolor que provocan las personalidades en conflicto cuando son forzadas a estar juntas deja enseñanzas valiosas.". Excelente escrito, lo compartiré! <3
Gracias por el apoyo y leerme, mi querida Jai. Un besote <3
Excelente post hermano, una temática siempre interesante, gracias por compartir!
Agradecido por tus palabras, Juan. Qué fino que lo hayas disfrutado ;)
Me gustaron muchos tus analogías. Muy creativo de tu parte comparar las relaciones dañinas con cada elemento. :3 Fue agradable.
Agradecido de que te hayas pasado a leerlo y que te haya gustado, María. El poema que presentaste también es una genialidad. Nos estamos leyendo ;)
Me ha encantado el relato, es muy interesante. Saludos.
Gracias por comentar, Genesis. Saludos de vuelta.
Muy bueno me encanto, saludos
Qué fino que te haya encantado, sadaipinto. Nos leemos por ahí, saludos de vuelta ;)
Hermano super intenso ese relato, saltando entre amor de distintos elementos y todos con sus particularidades. Muy reflexivo.
Agradecido por tu opinión, Ricardo. Mil gracias por tomarte la molestia de leerlo y disfrutarlo. Un abrazo.
Yes, the five element, fire, water, dirt, wind. Love it.
Muy bueno!!!
Este artículo fue seleccionado por el equipo @reveur
Hola @miedoyficcion, ¡Gracias por este contenido de Calidad!
Recibe nuestro Sello de Genialidad, así como nuestro voto y su cola de votos mas fuertecitos de quienes creen en nosotros.
que bonito, es un tema que aun puedes seguir ampliando, ese tema de los elementos de la naturaleza es extenso, fellicidades.
¡Gracias, Carolina!