He escuchado a muchas personas, por lo general más sabias y maduras que yo, hablar sobre lo valioso que es el tiempo y lo efímero de su esencia en nuestras vidas. No me siento más madura, ni más sabia que hace solo un par de días, supongo, pero le he empezado a dar sentido a su concepto.

No abandoné, mucho menos desaparecí metiéndome debajo de las piedras. Hay como un millón de razones que pueden explicar perfectamente por qué, de forma repentina, tuve que posponer una de las cosas más importantes de mi vida: escribir. Sin embargo, siento que dar excusas y justificaciones sería permitirme admitir que no encontré tiempo para mi felicidad a pesar de que mi día tiene 24 horas al igual que el de ustedes, ¿pero no es exactamente eso lo que estoy tratando de decir sin hacerlo verdaderamente?

Es muy fácil distraerse y posponer las cosas, pues damos al tiempo por hecho sin recodar que él es un viaje de iba sin retorno. No recuperas nada de lo que pierdes, solo avanzas e improvisas sobre su marcha.

Luego de casi dos meses sin escribir, sin verdaderamente sentarme en frente de mi computadora y drenar el repertorio de malas ideas y pensamientos soeces que sofocan mi mente, siento que no hay excusa que valga haberme permitido perderme de esta sensación.

Inicié un par de proyectos nuevos que me daban tanto miedo de intentar porque, a pesar de que el final de mi arcoíris pinta más que oro y chocolates, también significa colarme la soga al cuello en mis horarios. Representa sacrificar ciertos espacios y ciertos descansos.

Volver después de una cantidad significativa de tiempo, por lo menos para mi, es tan aterrador como dar "publicar" por primera vez en cualquier plataforma —o peor—, ya que no sabes qué esperar; si alguien te recuerda o se alegra de tu retorno, o si de repente notas que no hiciste falta y no eres más que una publicación perdida entre miles y miles de excelentes post girando dentro del universo tecnológico. Además de eso, jamás sientes que algún tema es verdaderamente bueno para reempezar.

Y, antes de poder darte cuenta, continuas perdiendo el tiempo. Por que aunque este no se siente como el agua escapándose de entre tus dedos, encaja perfectamente con el nuevo concepto que he armado de él en mi mente. — Y es que el tiempo sería más apreciado por la humanidad si pudiéramos verlo o tocarlo puesto que tendemos a "valorar" más lo tangible que lo mágico de su significado—.

Hoy desperté y dije: "ya es hora, Milagros". Pero, en realidad, siempre ha sido hora de levantarme y empezar, solo que mi agitada mente siempre consigue encaminarme hacia otros lados.

He perdido tiempo y, asimismo, lo he aprovechado de más. Pronto, muy pronto, les estaré contando el misterio, no tan misterioso, que le ha quitado horas a mi día y ha incrementado mi felicidad y propósitos.

Por lo pronto, solo puedo decirles esto: Sean bienvenidos nuevamente a este minúsculo espacio del universo donde descargo lo que jamás digo, más siempre pienso.

¡Ah, por cierto!

Para todos aquellos que en su momento se interesaron y me pidieron más capítulos del Boulevard de los Corazones Rotos, he comenzado a publicarlo de manera oficial en otra plataforma, no se qué tan próxima estoy de hacerlo aquí, así que aquí se los dejo.

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Hasta pronto.
Besos.