Astolfo Romero se marchó cual trino de ave cantora
Astolfo Romero, cantautor conocido como "El parroquiano”, murió el 20 de mayo del año 2000 luego de haber pasado el último día de su vida en un estudio grabando lo que sería su último hit musical, “Ave cantora”.
Atendiendo a una propuesta de su amigo Reinaldo Cubillán, había compuesto una gaita para Betulio Medina quien desde el año 1998 decidió acompañarles en el proyecto musical institucional Los Chiquinquireños.
Astolfo y Reinaldo se encontraron a media mañana de ese sábado en la productora del creativo Heriberto Molina para esperar a Betulio y que grabase “Ave cantora”. La composición netamente vivencial ideada por el parroquiano describe el orgullo que siente un zuliano residenciado en Caracas cuando interpreta una gaita y más si a través de ella expresa su veneración por la virgen de Chiquinquirá.
Pasaban las horas. El sol preparaba su retirada. Betulio nunca llegó al estudio. Como para no perder la jornada, Astolfo con la asistencia del técnico Hendrick Esis decidió grabar de arriba abajo, sin cometer el mínimo error, las estrofas y el estribillo, quedando lista la maqueta. Al terminar se sentaron a conversar y de repente los equipos solos, sin nadie operando los controles, comenzaron a reproducir la guía. Esto ocurrió unas tres veces lo que causó sorpresa y risas. Coincidieron que la misma Virgen deseaba escuchar cómo había quedado la gaita que le habían dedicado. Lo que ninguno se imaginó es que justamente esa era la despedida de Astolfo. Se cumplía el fin de su ciclo vital.
A mí me resultó todo tan extraño, por supuesto no daba crédito a la noticia. Hasta he llegado a pensar que al Parroquiano como a Ricardo Aguirre, Dios les advirtió su partida. Lo digo porque durante los primeros meses del año pasaron varias cosas que al principio me parecieron simples coincidencias pero luego analizándolas en frío digo que no lo fueron tanto.
El 8 de febrero Astolfo había celebrado sus 50 años de vida. Organizó en su casa un tremendo jolgorio donde reunió a la familia y a queridos amigos. En abril anunciaba su retiro de los escenarios. La decisión la hizo pública durante una entrevista que me tocó formularle en el programa de radio “La gaita antañona” en Zuliana 102.1 FM, donde ambos compartíamos micrófonos. También el segundo domingo de mayo, en la reunión del día de las madres en la casa de su mamá Cira Elena, le comentaba a sus hermanos que si algo le ocurría estuvieran pendientes de sus hijos.
Para completar la semana de su muerte como era costumbre me llevó a la radio golosinas. No fui a laborar el viernes previo a su fallecimiento pero el miércoles, mientras cumplíamos las pautas del programa, Astolfo se recostó un rato en una poltrona que teníamos donde solía sentarse un colega regordete. De pronto allí se quedó profundamente dormido. Lo desperté porque ya le tocaba hacer su sección “la tienda del parroquiano” y me dijo: “Tía Mora, quisiera dormir, dormir, dormir, dormir y no despertar jamás”. Quién podía imaginarse que esa lapidaria frase se convertiría en noticia dos días después, a las 9:30 de la noche, cuando el corazón de Astolfo dejó de latir.
Por esas inexplicables situaciones de la vida, el domingo en la mañana siguiente a la muerte de Astolfo, Betulio Medina sí llegó al estudio. Le tocó la amarga experiencia de pararse frente al mismo micrófono donde su fraternal amigo le grabó la guía de “Ave cantora”. Se cumplía el deseo de Reinaldo Cubillán y el anhelo de Astolfo por el compromiso cumplido. Se cristalizó así, sin predisposición alguna, uno de los dúos más exitosos que ha tenido la gaita zuliana…
Astolfo Romero, el Parroquiano, se marchó cual trino de ave cantora, sus gaitas imperecederas se escuchas por todo el país y en cada rincón del mundo, las típicas, la tradicionales, esas que amó hasta los huesos. Me quedó su sonrisa, sus ocurrencias, su chispa criolla, su compañerismo y el mejor ejemplo de un padre responsable y amoroso hijo.