El alma por amor | Parte 1 | [Relato]
No pude seguir encerrado pensando en lo que pudo ser, era un maldito tormento. Me levante del sillón apestoso, tome las llaves dispuesto a salir del solitario departamento, ―Aquello no era nada grave, yo solo saldría de esa situación―. El frío en las bolas me advirtió que necesitaba ponerme algo encima antes de salir. Tenis, vaqueros y chamarra. Listo para dejar el nido.
Me gusta encontrar la paz en medio del caos urbano. Encendí un cigarrillo, hacía algo de frío en la plaza central. Sentado comencé a escribir; hacía catarsis con propiedades descomunales cuando sentí su presencia. Delicados golpecitos asediaban el suelo a mis espaldas. Al volverme, una pequeña niñita me ofrecía rosas.
― Jajaja ¿para mí? ―le pregunté haciéndome el perplejo.
―Por cinco centavos puede llevar una para su novia señor ―me respondió con ínfulas de vendedor profesional.
― Toma el dinero, no quiero tus rosas. ¡Lárgate mocosa! Yo no regalo rosas.
A escasos ocho metros de mí, yacía una pareja joven, tal vez seis o siete años menor que yo. El chico compro una rosa a la niña para obsequiarla a su novia, yo encendí otro cigarrillo. Contemple con atención la cara de pendejo que hacía cuando miraba a su chica. Se veía tan ilusionado. Seguramente nunca lo habían dejado de querer. Seguramente no había probado aquel suculento trozo de infierno. Me vi en él por unos segundos, estuve tentado a salvarlo, pero no era mi asunto. No soy quien para evitar que otros se vayan de bruces
Hay personas que disfrutan ser generosas y ese tipo de cosas, creo que es bueno que existan; no es mi caso. Todo trastorno mental tiene sus aspectos «positivos» pero hay algunos que ni hablar. No pude con tanta estupidez, ya no pude seguir escribiendo. Pensé que unas cervezas me sentarían de maravilla
Camine en dirección a la fonda más cercana ―hace unos meses fui allí con un amigo, a celebrar que se convertiría en padre―. Era buena la cerveza de aquel lugar. Lo mejor es que no había recuerdos en común, no con ella.
―Por favor sírvame la mejor Pilsen que tenga; como los cretinos voy a embriagarme con cerveza ―dije en tono alegre―. Enseguida un tipo pálido y muy flaco, de algunos cincuenta años puso frente a mí la bebida.
―No perderé el tiempo contigo nena ―le dije a mi cerveza.
¡Leonel Medina! ―Palmadas en la espalda me tomaron por sorpresa y me hicieron ahogar con el licor―. ¿Cómo has estado amigo mío?
¿Qué se supone que debí decir? ―La gente cuando te saluda lo pregunta por cortesía, realmente no están interesados en saber que carajos te pasa. Tuve que forzar la sonrisa porque aún no estaba ebrio y…
― Hermano querido, todo va bonito. Cuanto tiempo sin verte ¿cómo has estado? ― ¿De dónde era ese cabrón? No soy bueno recordando nombres y menos fingiendo. No lo había visto nunca en mi vida. Debí preguntar por su familia, el trabajo y esas cosas que la gente siempre pregunta.
Fue obvio, fue incómodo. Yo no recordaba su nombre, tampoco me importaba mucho recordarlo. Hubo silencio un par de segundos. Intenté hacerlo mejor:
― ¿Quieres una cerveza? ¿Qué tal van las cosas?
―Sé que no recuerdas mi nombre, descuida. Soy Alfonzo; salías con mi hermana en la secundaria ¿recuerdas a Cristina Segovia?
― Claro, ¿Cómo no? ¿Qué tal esta ella? ―Contesté aliviado. Como quien deja caer un costal de harina de su espalda.
―Casada y con tres hijos. Se fue del país hace dos meses. Sabes cómo es ella, siempre toma decisiones sin consultarlo mucho. Cree que ser la mayor le da más autoridad. Tu ¿Qué has hecho con tu vida? ―me preguntó con una sonrisa amigable.
― ¿Aceptaras la cerveza? Esta es la primera ronda así que podemos empezar juntos jajaja
El licor siempre ayuda a que fluyan mejor las cosas. Hasta el momento solo respondíamos nuestras preguntas con otras preguntas. Pero a medida que la noche fue avanzando, comenzamos a contarnos cosas más personales. A fin de cuentas, probablemente no volveríamos a vernos.
Me habló de su amante. Le dije que se olvidara de aquella aventura, que su familia estaba primero. Me explico lo controladora que era su esposa y lo fría que podía llegar a ser en la cama. A mí me pareció encontrar similitud entre su esposa y Cristina. No le comenté al respecto, pero sí que eran acentuadamente parecidas. Solo pensé en lo curioso de nuestro proceder en algunas ocasiones. Seguimos pidiendo cervezas al menos por dos horas.
Ahí estábamos, sentados frente a la barra. Éramos compadres. Aún teníamos la mayoría de nuestras facultades cognitivas funcionando, pero no puedo decir lo mismo de nuestras habilidades motoras, y ni hablar de los reflejos. Un par de ebrios contaban sus historias cuando comenzó a sonar «Eres» de Café Tacuba. De inmediato encendí un cigarrillo, le ofrecí, y a pesar de no fumar acepto «por compartir»
No hablamos mientras la canción sonaba, pero se me hizo inevitable no drenarlo: «Aquí estoy a tu lado y espero aquí sentado hasta el final. No te has imaginado lo que por ti esperado, pues eres lo que yo amo en este mundo, eso eres» Comencé a soltar demonios, me derrumbé, recordé. Aquella canción narraba mi vida en ese instante. Me convertí en un maldito aferrado al pasado que no sabía soltar.
― Yo sabía que tu problema era una mujer. Vamos amigo déjalo salir, cuéntame de ella ―dijo muy empáticamente con la lengua dormida.
― ¿Qué quieres que te cuente? ¿Cómo fue que me jodió la vida? Yo paso, no hablaré de esas cosas.
―Cuéntame lo que quieras contarme. No te sientas presionado ―me respondió. Este tipo sabia como hacerme soltar la sopa.
Mis manos temblaban, saqué de mi cartera la «carta» ―En realidad era un fragmento de nuestra historia. Nunca enviaría aquello que escribí― inconclusa que comencé a escribir aquella tarde en la plaza, cuando una niñita me hizo recordar que no tenía a quien regalar rosas. Ella no sabía nada, no quiso hacerme sentir mal. Solo quería ganar algo de dinero. No debí maltratarla así. Somos crueles con los demás cuando nos sentimos heridos. Anhelamos solo aquello que no tenemos.
Él comenzó a leer. Se notaba el esfuerzo que hacía porque enfocaba la mirada en cada línea estrechando los párpados.
«Siguen vigentes sus besos, la humedad de sus labios tibios rozando mi rostro. Me dejo viendo estrellas. Comenzar una relación con alguien más significaría descartar toda posibilidad con ella, pero ¿qué posibilidades tengo ahora? Ella me descarto definitivamente. ¿Nunca han odiado al amor de su vida? Es frustrante querer vengarse y no poder, si le haces daño te lastimas a ti mismo, ella te lastima y tú no puedes evitarlo.
Yo debo verla todos los días; trabajamos en el mismo lugar. Debo saludarle y ser maduro, aunque a veces mando todo al carajo y la odio todo el día. La odio con el alma, la odio porque siento bonito cuando me mira; la odio porque me hace creer en Dios sin predicarme, la odio porque siempre la perdono, maldita sea, la odio.
Cuando nos conocimos, nunca imagine que pasaría algo entre nosotros. Paulatinamente fueron sucediendo cosas que crearon vínculos entre ambos. Es curioso cuando pasa sin que lo esperes, sin hacerte expectativas. Porque todo va tan despacio que no lo notas sino hasta que algún pequeño problema se interpone entre ustedes, y se desata el caos afectivo. Entonces sientes que perderla duele, y tú no quieres que duela; no quieres perderla.
Yo era un tipo bastante alegre, frecuentemente atinaba con buenos chistes y mi recompensa era su sonrisa; otras veces ella me veía, y negando con la cabeza reía, no del chiste sino de mi mal sentido del humor. Para mí era especial cuando eso sucedía, porque me hacía pensar que ella era mía en las buenas y las malas. Jajaja yo me pasaba con ella, lo admito, pero pasarse era genial. Justo cuando iba a besarla por primera vez, acerque mi boca a la suya, ella se acercó y cerró sus ojos, yo bese su mejilla. No consigo palabras que describan su reacción, pero fue como un “te odio desgraciado ¿Por qué me haces esto?” mientras se reía apenada. Enseguida levante su rostro frente al mío y la bese. Subí al cielo disparado aquel día. El fondo musical de mi vida diaria para entonces era “I'm yours” de Jason Mraz, yo le pertenecía, pero no lo había advertido.
Uno se encariña con los recuerdos, se acostumbra a tenerlos. Vives con ellos como esas viejas solteras viven con sus gatos. Se vuelven rutina. Te acostumbras a ellos, y estos forman el complejo recuerdo-sentimiento. Cada vez que recuerdas, sientes. Siempre he pensado que recordar sin sentir es olvidar. Ese recuerdo es tan valioso para mí como el gato lo es para la vieja.
Conozco personas que han sido perdonadas por delitos peores que el mío. Traidores natos siendo perdonados y recibiendo de vuelta el cariño de su amada. No tuve la oportunidad de reparar mis errores, es injusto y frustrante. Mis acciones fueron producto de una compleja confusión y ella llego a mi vida justo en ese momento. Ella conoció lo peor de mí. Yo necesitab…»>
― ¿Qué necesitabas? Dime ¿Qué fue lo que hiciste? ―me preguntó agitado al terminar la lectura.
― Su perdón, una segunda oportunidad. Eso quiero.
― Conozco a alguien que puede ayudarte muchacho ―dijo el pálido cantinero confiadamente mientras servía otro par de cervezas.
Seguramente este tipo me estaba tomando el pelo, aprovechándose de mi ebriedad. Yo había intentado todo para que ella regresara. Le pedí a Dios por las noches que la trajera de vuelta durante casi tres años. Dios no escucho; ella nunca volvió. Deje señales, muchas señales para que ella notara que yo había cambiado. Para que notara que yo aún estaba allí, esperando. Ya nada me convencía de que las cosas cambiarían. Yo termine por aceptar su ausencia eterna, pero no me lo creía del todo. Era absurdo y estúpido creer en las palabras de aquel viejo cantinero. A estas alturas, después de tanto tiempo ¿Quién iba ayudarme? ¿Cómo podría ser? ¿Quién la traería de vuelta?
Continuará.
Si te ha gustado mi historia por favor házmelo saber. Agradezco tus sugerencias.
Si te han gustado las imágenes que he utilizado en esta publicación, por acá podrás revisar con detalle: 1,2,3,4
Gracias por leerme.
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Excelente amigo, un final fuerte. Me gustó la forma en que juegas con los detalles.
Muchas gracias.
Demasiado buena tu historia, excelente manejo de las palabras, sabes llegar al lector manteniendo su interés y haciendo querer leerla hasta el final. Estupendo, me encantó!
Es mi primera vez, muchas gracias por la receptividad.
Esta fue una de mis partes favoritas ( Tal vez estoy equivocado, pero aún nada me ha demostrado lo contrario) sigue así llegaras lejos un saludo. Te invito a pasar a mi blog, te estaré siguiendo.