Ragnarok Conspiracy 10/44 | En español

in #spanish5 years ago (edited)

Otro capítulo de la novela "Conspiración Ragnarok", originalmente escrita por mí, traducida al español por Gabriel González, ilustrada por @marylucy con la portada de Keith Draws.

Al igual que el original, este libro se publica STEEM-primero. Nuestro objetivo es completar la serie STEEM y publicar el libro electrónico antes del Black-Friday (29 de noviembre).


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Part II


11 John

Morelos, territorio Quant, 7 de abril de 2042


Un confundido John Bridgewater vio a través de su formación boca arriba de drones mientras estos se precipitaban hacia la Tierra, llamando así recuerdos de los últimos momentos de su padre, hacía ya hace ocho largos años. Cada vez que John recordaba la muerte de su padre, su odio por los Quants incrementaba, ¡Un dron asesino con forma de ave! ¿Qué clase de mente retorcida podría crear aquel dispositivo asesino?

Su casco computarizado se tornó negro y John volvió al presente. Su mente trataba de entender lo que estaba sucediendo «¿Pero qué…?»

¡PEM! —gritó John— ¡Esos malditos Otomanos!

Luego de años de un incómodo cese al fuego a las ocasionales escaramuzas entre Nueva Zion y los Quants, escaramuzas que John recibía con los brazos abiertos, las cosas ahora habían cambiado. Mientras que John había odiado la idea de un cese al fuego temporal hasta donde les concernía a los Quants, encontraba confort en el hecho de que los GNU y los Otomanos seguían luchando. Como un Agente, para John, la guerra nunca había parado en realidad, siempre estaba en misiones tácticas. Si no estaba cazando a las marionetas de la Nueva Orden de Nueva Babilonia, John pasaba su tiempo libre, o sus vacaciones, como voluntario luchando con las fuerzas GNU. El Comandante de John lo sabía, pero ella entendía su historia, así que hacía la vista gorda mientras John salía en su propia misión privada en contra de los Quants.

¿Cómo había, entonces, podido haber fallado así ahora? Su entrenamiento como Agente combinado con su experiencia con las fuerzas GNU lo habían convertido en el indicado para el trabajo. Al menos para un trabajo que involucrase pelear en contra de los Quants. Pero las tácticas de combate de John no se habían ajustado a la nueva realidad política aún, y este no era el mejor momento para quedarse corto. Los GNU y los Otomanos se habían ido y firmaron un tratado de paz. ¡Un tratado de paz con esos asquerosos Quants! Y ahora los Otomanos habían compartido sus tácticas de pulsos electromagnéticos con ellos.

¡Esos bastardos! ¿Una alianza con ellos? ¡Nunca! ¿Cómo pudieron? —John estaba furioso.

Después de lo que le habían hecho a él, a su familia, todo lo que John quería ahora era vengar a su padre, pero eso, sabía, no había sido la finalidad de su misión.

Mientras John contemplaba su fracaso, su mente saltó de nuevo a su padre. John padre había sido un simple trabajador del muelleen Willemstad, Curazao. Un hombre trabajador si ningún interés alguno en la política. Un alma simple y gentil. No el héroe de guerra que su madre, al igual que toda la comunidad Inglesa en Curazao, lo habían convertido.

Controlando sus emociones, John rápidamente tomó su casco computarizado y se desconectó del ahora muerto interfaz de la computadora. El hecho de que su casco se hubiera tornado negro sólo significaba una cosa: Los Quants habían localizado y tomado su transmisor de apoyo. Ya sabrían ahora que estaba ubicado en el costado de la montaña. Sería cuestión de minutos para que dieran con su ubicación.

Tropezándose varias veces, John logró salir de la van de control. Rápidamente tomó su traje alado en su salida, sabía que sin la protección de sus drones sería como un pato sentado ahí. Mientras que John pudiera haber dado felizmente la vida para evitar el lanzamiento, ahora sin drones ni un arma todo lo que podía hacer era intentar una retirada estratégica.

La misión de John no era la de vengar a su padre. Bien si para John lo había sido por una parte, había mucho más que eso en juego. Su misión había fallado, las otras facciones estaban a punto de terminar la guerra a un costo terrible que, por alguna razón, sólo era completamente entendido por Nueva Zion.

A pesar de su odio por los Quants, fue su computadora con tecnología de empalmes cuánticos la que permitió al mundo finalmente ver a la antiquísima conspiración de Babilonia. Había mostrado al mundo que su abuelo rastafari no había sido el “estúpido bufón” que su madre siempre había sido que era. El abuelo, como resultó ser, había estado en lo correcto todo el tiempo con sus desvaríos acerca de Babilonia. Pero John dudaba de que su abuelo hubiera tenido una verdadera previsión de cuán profunda se hizo Babilonia. El abuelo había ido a vivir con la tía de John hacía algunos años antes de que todo comenzase. Antes de eso, su madre siempre le decía:

"El viejo bufón Estaba viviendo tras la espalda de dios desde los años de matusalén. No dejes que el viejo cavernícola rastafari ponga ideas estúpidas en tu cabeza."

Usualmente seguido por un:

"No tendré ninguna discusión tecnofóbica sobre Babilonia en esta casa."

Una pequeña roca se desprendió y John casi pierde el agarre de la pared del precipicio, la mente de John volvió al ahora. Estaba lo suficientemente alto como para hacer su escape. Se subió a una pequeña saliente y se preparó para el salto. No podía evitar sentir un terrible dolor; le había fallado a su padre, y no sólo a él, sino a Nueva Zion, no, a toda la humanidad.

Mientras hacía su descenso con su traje alado, no sentía miedo, sino odio y arrepentimiento.

Él ya había hecho saltos como ese antes en Realidad Virtual, pero este era el primero que hacía en la realidad. Debía haber habido algo de ansiedad, pero no sentía ninguna. Todo lo que sentía era vergüenza, arrepentimiento y odio. Vergüenza y arrepentimiento por no haber sido capaz de detener el lanzamiento y odio, un profundo odio hacia los Quants y sus nuevos aliados Otomanos. Este lanzamiento, esta nueva arma, terminaría la guerra con los Quants e instalaría una nueva paz; pero a qué precio.

Nueva Babilonia podía haber huido a Marte uno, una pequeña y rudimentaria colonia en Marte construida para dar cobijo a sólo un cuarto del número total de personas que terminaron buscando refugio ahí, John sabía que el mundo aún no había visto lo último de estos demonios. Las otras facciones estaban ampliamente infravalorando la malicia y astucia de Nueva Babilonia.

Nueva Babilonia, sabía John, no fueron inofensivos. El alzamiento de la Nueva Orden lo había demostrado.
Ellos estaban tramando algo desde allá en ese momento. Planear y la intriga era su modo de vida. Terminar la guerra de esta manera dejaría al planeta vulnerable. John activó su paracaídas y aterrizó cuidadosamente en las cañas de un pequeño lago, se dio cuenta de que vendría una nueva lucha. Una para evitar que Nueva Babilonia retomase el control de la tierra.


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