Ragnarok Conspiracy 28/44 | En español
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Parte IV
28
Armado hasta los dientes
"No te alarmes ahora, calabacita —Una decrépita pero aun así amigable voz susurró en su oído—. Te vamos a sacar de este predicamento."
Una pequeña y resplandeciente esfera se materializó a medio metro sobre sus rodillas y se mantuvo ahí, levitando. Al principio la esfera parecía ser reflectante, como un espejo, pero Gwen observó más detenidamente y se dio cuenta de que no estaba reflejando la habitación en la que estaba, sino que parecía que el reflejo estuviera descolocado en el espacio y veía el rostro y cuerpo distorsionado de un hombre anciano.
"¿Abuelo?" —exclamó Gwen sin pensarlo.
"No hable ahora, mi niña, no hagas ningún ruido a menos que sea parte de nuestros intereses estratégicos."
La esfera como espejo comenzó a moverse hacia las piernas de Gwen. Mientras la seguía con la mirada, Gwen pudo ver al Agente de nueva Zion, que había estado atado como ella, de rodillas e inerte en el suelo junto a una silla vacía ¿Qué estaba haciendo? Entonces, su atención volvió a la esfera, que era mucho más grande ahora y un pequeño bulto comenzó a formarse en uno de los costados de la esfera de ahora unos seis o siete centímetros de largo. La esfera había crecido mucho, la imagen de su abuelo era borrosa ahora y, mientras el bulto se tornaba negro, luego plateado, lentamente emergió el filo dentado de un cuchillo de caza.
La hoja cortó las correas que estaban alrededor de su pierna izquierda, Gwen observó totalmente sorprendida a la esfera que estaba flotando ahora hacia su otra pierna. ¿Qué clase de tecnología era? Más esferas como espejos comenzaron a materializarse en la habitación, dos de ellas chocaron por un corto momento para luego separarse con una delgada pieza de cable metálico colgando entre ellas. ¡Se había ido! Gwen miró alrededor y se dio cuenta de que el Agente había desaparecido, ¿En dónde estaba? Y, ¿Qué estaba haciendo su abuelo?
Otro par de esferas metálicas aparecieron e hicieron lo mismo que el primer par había hecho. Pequeñas barras negras que reconoció como pequeñas mini cámaras habían emergido de las esferas, cuatro o cinco docenas te ellas comenzaron a flotar frenéticamente por la habitación.
Gwen comenzaba a asustarse.
"¡Abuelo!" —gritó con miedo.
Las esferas se movían cada vez más rápido por la habitación y los pares de esferas estaban ahora tan separados que parecían como espadas que danzaban a una velocidad incontrolable por la habitación.
¡Dios mío! ¡Abuelo!
Gwen gritaba de miedo y se escondió detrás de la mesa a la que había estado amarrada por quién sabe cuánto tiempo.
"Puedes relajarte, pequeña de mi campeón, todo va a estar bien, el abuelo te está cuidando."
Su abuelo había acabado de decir aquello cuando una enorme sección en forma de “V” de una de las paredes salió despedida por la habitación, interceptando a varias de las esferas. De la nada, el Agente de nueva Zion parecía haber saltado sobre la mesa tras la cual se escondía Gwen y dio un enorme paso hacia el enjambre, los brazos de su chaqueta estaban amarrados a su cinturón y sostenía la parte inferior de la chaqueta con sus brazos estirados como una red. Mientras trataba de atar su abrigo lleno de algunas esferas que capturó, una nueva esfera se formó. Esta no era reflectante como las otras, era negra, más negra que la noche más oscura, el color negro más profundo que Gwen jamás había visto. La esfera comenzó a expandirse hacia él pero el Agente soltó la chaqueta y de una manera extremadamente ágil se incorporó sobre la mesa detrás de la cual se escondía Gwen y desapareció de su vista. Cuando Gwen volvió la mirada hacia donde el Agente había capturado las esferas, el abrigo había desaparecido completamente dentro de la esfera negra que había crecido a un diámetro de casi tres metros y se extendía aparentemente bajo el suelo. Un sonido terrible recorrió la nave, de algún modo sonaba casi como una ballena, pero de otro modo también sonaba como una habitación llena de gente atrapada mientras la habitación se quemaba. El terrible sonido fue sucedido por una sensación como la de un terremoto.
Gwen se tambaleó para poder levantarse, una nueva esfera reflectante se materializó a unos veinte centímetros de su vientre. De nuevo, un pequeño bulto comenzó a formarse en la esfera, esta vez por debajo. Extendió su mano y un pequeño llavero cayó en ella. Gwen miró alrededor con asombro, la estrategia de su abuelo se había vuelto evidente. Todos en la habitación estaban atados con cables metálicos delgados y cerraduras. El Agente de Nueva Zion, el hombre viejo y lo que sea que fueren aquellas criaturas humanoides grises que el Agente había matado. Su abuelo no se arriesgaba a que alguno siguiera vivo, incluso el joven chico que estaba aún atado a su mesa por las correas estaba, adicionalmente, atado con los cables de metal. Todos atados, todos, ya sea inconscientes o muertos.
"¡Es TU nave ahora!" —La voz de su abuelo sonaba algo agitada—. "Ahora tú tienes el control, mi querida nieta."
Pero Gwen no sentía que tenía el control. Comenzó a caminar hacia lo que parecía ser el único camino fuera de la habitación cuando otro temblor recorrió la nave. Se tropezó, pero no cayó. La otra habitación era más pequeña, parecía un cuarto de descanso para los pequeños humanoides. Uno de ellos yacía en una de las literas, atado como los otros, pero este estaba claramente respirando; seguía vivo. El pánico se apoderó de Gwen, ¡Esas eran las dos únicas habitaciones de la nave! No había más pasillos, nada que pareciera una puerta, ni siquiera una ventana. Sólo dos habitaciones y un puñado de ventanillas, ¡No había salida! Tampoco había señales de un sistema para controlar la nave.
"—¡Abuelo! No hay nada que pueda usar para controlar la nave, no hay salida de esta habitación, no hay sistemas de navegación ni paneles, ¡No hay nada!"
Gwen miró hacia atrás, hacia la habitación más grande, y notó algo raro sobre la esfera negra; estaba palpitando. Se encogía a la mitad de su tamaño yendo de su color oscuro a una visión reflejada del laboratorio de su abuelo cuando se hacía pequeña, luego volvía a ser grande y oscura. Eran como lentos latidos. Cada vez que la esfera se expandía, coincidía con aquel horrible sonido y los estruendos. Algo estaba mal, ¡La nave estaba viva! La esfera le hacía daño. Algo estaba mal con aquellas esferas, muy mal.
"Espera un segundo, creo que lo tengo, te voy a sacar de ahí —La voz del abuelo era temblorosa, lo que confirmaba la corazonada de Gwen de que algo no iba bien."
La esfera volvió a convertirse en una pequeña esfera flotante y plateada del tamaño de un balón de fútbol mostrando la imagen deformada del laboratorio de su abuelo.
"Ok, lo tengo, te sacaré de ahí en un segundo, sólo déjame revertir la polaridad… no, no no no, joder."
El sonido de su voz de pronto se volvió un sonido de estática y luego el silencio. Mirando la esfera, Gwen vio el rostro de Wietse expresando horror y confusión. Entonces, la esfera se volvió verde; plantas; algún tipo de bosque, pero ninguna planta como las que Gwen había visto. Entonces se volvió negra, pero no tanto como lo había estado antes, no, era la imagen de un cielo estrellado. La esfera comenzó a actuar como un televisor cambiando canales. El tamaño de la esfera aumentó de nuevo. Gwen dio un paso atrás, luego otro, mientras la esfera palpitante parecía que engulliría la mitad de la habitación y más, alcanzando tanto el suelo como el techo, luego un sonido agonizante como los que había oído antes pero mucho más desgarrador que aquellos. En ese momento, Gwen sintió que era arrojada en dirección hacia la esfera, la cual comenzó a moverse en la misma dirección, desapareciendo dentro de la pared y, al entrar en la pared, el sonido cambió de un agudo como de una ballena a un agudo casi como el de un cerdo siendo asesinado.
La esfera se había ido ahora, pero la pared no y venía hacia Gwen a una velocidad aterradora. No iba a terminar bien, no iba a terminar bien en absoluto.
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