Caminatas y otras cosas insólitas en mi ciudad/Parte 1
Desde hace unos pocos meses, por cuestiones de salud, decidí comenzar a hacer un ejercicio simple y efectivo lo más frecuentemente posible: caminar. Esto debido a que no puedo costearme un gym y a que me parece algo limitado ponerme a caminar simplemente alrededor de mi conjunto residencial. Eso sí, vivo en un país tan peligroso que prefiero salir sin mas que mis llaves y mi cédula de identidad, no me gusta tentar al destino y prefiero evitar un posible atraco.
Hago aproximadamente 5 km cada día, camino desde mi casa varias calles, entro a centros comerciales, subo y bajo escaleras de un extremo a otro de cada uno y sigo hasta llegar al que queda más lejos y que es el más extenso de todos, en el cual hago usualmente dos vueltas (cada una equivale a 1 km aproximadamente) y me devuelvo por el mismo camino.
Algo que me gusta de estas caminatas diarias es observar a las personas, el ambiente y en general todo lo que me rodea. Y ciertamente, admiro mi capacidad (y la de muchos) de seguir sorprendiéndome en este país de locos en el que vivo con las situaciones insólitas que uno puede observar simplemente saliendo a pasear. Soy joven y no tengo las mejores referencias de un país mejor, pero, en mi corta vida si pude notar demasiados cambios y un gran declive tan sólo en mi ciudad, y es precisamente a eso a lo que quiero apuntar en esta ocasión.
Por ejemplo, al ser mujer, durante estas caminatas suelo sentirme bastante insegura incluso sin llevar objetos de valor encima, porque ya es una costumbre que algunos hombres crean atractivo y conveniente hacer comentarios acerca del cuerpo femenino que no son nada agradables a oídos de una chica que sale a caminar, incluso con la ropa más holgada de su armario para evitar este tipo de situaciones incómodas. Se supone que una mujer debe tener el derecho de salir con la ropa que desee a la calle sin sentirse vulnerada bajo ningún concepto por alguien más, pero que incluso este tipo de situaciones se den cuando una chica intenta ir lo mas desarreglada posible a la calle, me resulta increíble, y eso habla mucho del tipo de educación que tienen las personas que uno se tropieza por la calle.
De hecho, yo misma he observado como algunas chicas que caminan cerca de mí que van mucho mejor arregladas, con ropa preciosa y su cabello acomodado han sufrido de comentarios aún peores de los que yo he sufrido. Por ese motivo, no puedo evitar a veces caminar muy cerca de ellas, o de cierta forma, cuidarlas en parte del trayecto, siento que necesito protegerlas de alguna manera, aunque yo no pueda hacer más que vigilar su entorno y hacerla sentir acompañada si siente algo más incómodo que un simple comentario vulgar.
Ayer por suerte, cuando salí a caminar no me encontré con este tipo de situaciones, más bien, me di el gusto de observar a varias parejas que iban caminando, más de las que suelo ver generalmente y eso me agrada bastante, ver a dos personas que se aman caminando de la mano, hablando con cariño o riéndose mutuamente, es algo que me gusta mucho… Ver que hay amor en el mundo en situaciones tan cotidianas es precioso.
También tuve gratas sorpresas al caminar por el centro comercial, como encontrarme al novio de mi mejor amiga que recién entró a trabajar a una tienda. Me sorprendió no sólo verlo, sino que él sabe que recientemente empecé una relación con un chico nuevo que él no conoce para nada y me preguntó sobre quién era y, sobre todo, como me trataba. Esa última cuestión me tiene claramente intrigada: ¿por qué varios de los chicos que se han enterado de mi relación más reciente me preguntan especialmente cómo me trata? Es decir, tuve novios anteriormente pero nunca mis amigos se habían enfocado en esta cuestión. Eso sí, mi nuevo novio es un caballero, amoroso, y agradable y no dudé en expresárselo a él y a todos los que me han preguntado; y ver que realmente se preocupó por mi bienestar le valió un aumento de mi cariño hacia él. Definitivamente mi amiga tiene un buen novio.
Y hablando de novios, el mio fue otra de mis sorpresas el día de ayer, me lo encontré cuando iba paseando con sus padres y como ya había dado varias vueltas decidí acompañarlos un rato, y aunque sus padres no son muy conversadores y abiertos, pude pasar un buen rato con él y eso era lo que a mí me importaba más, aunque ese rato de compañía me costó un poco caro porque cuando por fin me devolví a mi casa ya estaba oscureciendo y tenía que apretar el paso.
Esa última cuestión es otra cosa que me parece insólita, cuando empieza a anochecer y las calles están solas. Yo salgo a caminar en las tardes y trato de devolverme antes de las 5:30 pm para aprovechar al máximo la luz del sol, porque ya a las 6 empieza a anochecer. Pero el problema no es la oscuridad sino la falta de presencia humana en las calles luego de esa hora debido a la inseguridad.
Yo vivo en una de las ciudades más peligrosas no sólo del país, sino del mundo, por lo que los ciudadanos, con el paso de los años nos hemos autoimpuesto un toque de queda, porque es la mejor manera de evitar un asalto en las calles. Y si salimos lo hacemos en carro, y, de todos modos, hay muy poco tránsito luego de las 8 pm.
Por esta razón, siendo una joven que va caminando apurada hasta su casa antes de que termine de anochecer, puedo recordar todavía cuando hace unos 15 años yo salía con mis padres a varios sitios y estábamos ahí hasta las 8 pm sin problema y todos seguían afuera paseando, comiendo, comprando, etc. Íbamos a alquilar una película en el Blockbuster que quedaba cerca del centro comercial, y pasábamos siempre en la noche, y todavía había muchas personas afuera. Y digo esa hora porque hace 15 años yo era muy pequeña, pero si digo hace unos 10 años o un poquito menos, yo podía pasear con mi familia hasta las 11 pm que era cuando muchos sitios cerraban sus puertas, y casi no teníamos miedo, no nos sentíamos en peligro, es decir, teníamos una vida mas o menos decente.
¿Qué nos pasó? ¿Cómo puede ser que nos de miedo ir al centro comercial incluso a plena luz del día? Y esto es así porque hemos sido testigos de robos en centros comerciales a horas como el mediodía. Y ayer, devolviéndome a mi casa, a las 6 pm, atravesaba los sitios apurada, y ya casi todas las tiendas estaban cerradas y ni un alma en la calle… En ese momento sentí, como me ha pasado en muchas ocasiones en estos últimos tres años, que definitivamente me robaron mi juventud y mi libertad, sentí impotencia y, sobre todo, sentí miedo. Porque nunca se sabe que pasará con nosotros, donde terminaremos, o si sobreviviremos a esta catástrofe. Lo peor de todo, es que sólo estoy hablando de una zona a pocas calles de mi casa, es decir, una de las más transitadas y “seguras” de la ciudad. Pronto les contaré de otras cosas insólitas que he visto y que me tocará ver pronto.
Esta es una foto que tomé del cielo al momento de llegar a mi casa.
¡Gracias!