Los días lluviosos pueden ser los más hermosos
Debido a algunas dificultades y obligaciones, no he podido darme el placer de sentarme a escribir en los últimos días para esta bella página. Pero hoy, por fin, después de terminar algunos trabajos, me tomaré mi tiempo para contarles acerca del día de ayer; uno de los más lindos y a la vez uno de los más raros días que he tenido.
Siempre he sentido una gran preferencia hacia los días lluviosos en comparación con los días soleados. Siento que la uniformidad del cielo gris le da al césped y a los árboles un tono verde mucho más fuerte y bello, mostrando una mayor vitalidad y hermosura del ambiente.
Ayer, a diferencia de la mayoría de los días en la ciudad en la que vivo, se mantuvo nublado y lluvioso absolutamente todo el día. Me pareció increíble, ya que el clima es tan loco en donde vivo que, en algunas ocasiones, a las 6 de la mañana puede estar nublado, ventoso y hasta ligeramente lluvioso… Y luego a las 8 el sol es tan fuerte que todos los que aquí vivimos nos sentimos en una sauna mientras estamos en las calles.
En su mayoría, los días son soleados y con ligera brisa, absolutamente calurosos y bastante insoportables entre las 12 del mediodía y las 4 de la tarde.
Ayer, debido al clima, muchos de mis compañeros de clase llegaron bastante tarde y las colas de los carros para entrar a las universidades y escuelas eran más largas de lo usual. Esto no me sorprendió. Lo que sí logró sorprenderme fue que dos de mis profesores, los cuales suelen empezar la clase unos minutos más tarde de la hora establecida (por diversos factores perdonables), lograron empezar la clase a la hora indicada y no mostraron mucha consideración por las personas que llegaron tarde debido a las lluvias, llegando a cerrar (temporalmente) la puerta del salón o incluso bajándoles puntos a aquellos que tenían una exposición (esto lo comprendería si a los grupos que expusieron en días pasados se les hubiera aplicado la misma sanción, ya que la clase realmente nunca empieza a la hora correcta y también llegaron tarde).
Aparte, estoy en aquellos días en los cuales las mujeres no nos sentimos realmente cómodas ni física ni emocionalmente para tratar con nadie. Y justo ayer fue el día en el que más fuerte impactó en mí toda la carga hormonal, lo que dio lugar a situaciones tan desesperantes para mí como los intensos dolores abdominales, así como situaciones tan graciosas como terminar tirada en el piso llorando de la risa por un chiste muy nulo. Estos días son realmente una montaña rusa de emociones y sensaciones para nosotras. Mi novio nunca se había reído tanto de un estornudo mío (las chicas, y espero algunos chicos, lo entenderán).
Lo que sí me gustó mucho apreciar fue el relajante sonido de las gotas de lluvia al caer contra mi ventana mientras tomaba una pequeña siesta durante la tarde, es el sonido perfecto para relajarse luego de un día duro. Y algo que siempre me ha causado gracia de estos días es que, las personas de mi ciudad, aunque estamos habituadas al calor cotidiano, solemos quejarnos siempre de este; en los días lluviosos (que, si bien no son precisamente fríos, sino más bien muy frescos) abundan las personas con grandes chaquetas y suéteres de todos los tamaños.
No sé por qué, pero me resulta muy gracioso ver a los estudiantes tan abrigados en una de las ciudades más calurosas de Venezuela sólo porque hay nubes y de vez en cuando una que otra lluvia. Pero no los critico, enfermarse en este país se convirtió en un lujo.
Ayer al llegar a la universidad a mi clase de la noche, antes de que oscureciera, me di el placer de caminar unos minutos por los cortos caminos peatonales y tomar algunas fotos del ambiente, que me parece bastante brillante gracias a las relucientes gotas de lluvia que adornan los árboles y las flores. Espero que les gusten las fotos, a pesar de que mi cámara es pésima.
Volveré a escribir pronto y no tengo más que desear que espero que este tipo de días se repitan seguido. Una brisa fría, una llovizna ocasional y el verdor del ambiente es una de las cosas que más me gustan y que más atesoro de este tipo de días que tan escasamente tengo el placer de disfrutar.