Un conejo no tan conejo. 🐰
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En un bosque real en la imaginación de creativas mentes, saltaba un conejito en busca de su habitual comida, la cual se le complicaba a diario porque en el terreno gobernaba los cerdos salvajes. Lo único que chiquitin pensaba era en satisfacer sus necesidades básicas, comer, fornicar, conejear con sus amigos y familiares. Le encantaba el cuento de la historia de la tortuga y la liebre, tenía un mejor amigo tortuga bohemio, acostumbraba a fumar hierba, hábito el cual el conejito le provocaba, pero se abstenía a tales vicios por temor a no poder soportarlo y ser consumido por la tentación, aunque por dentro se carcomía por hacerlo.
Por más difícil que se apretaba la comunidad en el bosque, el conejo es feliz, solía practicar cardio para estar saludable y fitness, por más que parezca extraño, la tortuga lo acompañaba, sin lograr alcanzar su ritmo, lo esperaba a que regrese. Su alimento favorito es el plátano, le alegraba demasiado mantener una dieta que incluyera su fruta favorita, a veces repudiaba las zanahorias, por más que fuera el alimento predilecto, primordial y base de su cultura; las sociedades de conejos comían zanahorias, en el desayuno, almuerzo y cena, zanahoria en jugo, 3 en 1, tortas, al horno, en puré, en diferentes tipos de panes.
Le gustaban las hembras con malicias, dispuestas a ser diferentes, únicas en el bosque, perversas y astutas, por ello es su afán por las zorras, se enamoró perdidamente en varias ocasiones, le han hecho mucho daño en su corazoncito, sin importar cuan lastimado hubiese sido, después de curar sus heridas, iba por el siguiente barranco, un poco masoquista, necio y testarudo. Normalmente vivía solitario, sin seguir la manada de conejos, el resto pensaba en sexo como típicos conejos, aparearse cumpliendo las exigencias de sus instintos naturales. Sin embargo, el conejito vivía aislado de tales expectativas.
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Por más que se intentaba animar, el entusiasmo decaía, aburriéndose en un punto alarmante, en una especie de depresión, sin melancolía, sentía en su paladar el sinsabor e incoloro vivir, buscaba la pasión conectarse en ese estado de estupor, que lo mantenía hiperactivo, brincando de aquí para allá, pero como si fuese víctima de falta de baterías, ocurrían los bajones de algarabía, la euforia se cambió por una pereza, desmotivado, no era tristeza, más allá de la baja frecuencia emocional, es un punto medio, sin movimiento, templado, no de calma, perturbación inerte, no le provocaba nada de inspiración, ausente por completo.
Pensaba constantemente en conseguir algo que inyectara adrenalina en su vida, las endorfinas de manera natural sin anfetaminas, pastillas de éxtasis, hongos, lsd, hierba con la tortuga, hablar de esto le causó bostezos, reconocía que los vacíos no se llenan con caprichos carnales, el buscaba algo más etéreo, el fuego apasionado de una amante, por ejemplo, pero en su incapacidad de sobreponerse, iba a la deriva, como zombie en su rutina, esclavo de las normas del bosque, rígido por crueles cerdos salvajes, la cual en instantes el coraje lo encendía por completo, abriendo exclamaciones en su actuar, en ir en una misión suicida a enfrentarlos.
Su mamá conejo, la quería demasiado, se preocupaba en demasía por su querido muchachito, el problema es que por más cariño que siembra la madre, se sentía en un limbo de grisáceo espasmo, flotando a la expectativa de ser encontrado por la felicidad, cosa que bien sabía la tenemos nosotros en el interior, en el fondo se enderezo con paciencia, se divertía con la tortuga, en un pasatiempo juvenil, cantando y componiendo letras, lo sedaba un poco de su letargo de agonía existencial, fluía con el tiempo, no le quedó otra opción, que seguir la corriente del río.
Un día el conejo harto, se aventuró a conseguir la respuesta a su dilema, a contestar las preguntas sin respuestas, a descifrar el laberinto, a adivinar el acertijo, a prender la mecha de su fogata, que con ironía alzaba día a día, apagada por el sofocamiento. Como si Dios lo escuchara, el universo le alineo las estrellas, planetas y constelaciones a su favor, incluso en la astrología su energía se encontró en su punto más alto, el horóscopo le adelanto primicias maravillosas, pronto encontraría la abundancia, pero primero tenía que pasar por pruebas difíciles, que actualmente iba a buena pata.
Pruebas de la vida que estuvo superando, este estallido de emoción interna, por querer conseguir la paz de sus inquietudes, los impulsos de su latente pecho, la curiosidad alterada de su mente, el alma en forcejeos debido al encierro, se desato, como la última gota que soportaría un dique, se rompió arrastrando a su paso, cualquier cosa que fuera testigo de su osada revolución, no es un ataque de rabieta que antes sufría, esta vez ese derrumbamiento, broto agua al bosque seco de su interior, nutriendo a los arboles deshidratados, poco a poco el conejo se dio cuenta que su larga espera valió la pena.
El bosque floreció, precioso, un jardín envidiado por dioses, tan hermoso que no había nada que envidiar, porque con solo verlo, la imagen es tan generosa que sentías sosiego por el resto de tu vida, saber que existe un lugar tan exuberante de belleza, bienvenido sean quienes profundicen los misterios de la vida. El conejo alegre, fue corriendo a invitar a su amigo la tortuga con la intención de cambiar sus hábitos de circulo vicioso, su sorpresa es que la tortuga ya habitaba en ese bosque especial, con su casa y un huerto de hierba happy.
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Anonadado, vio que del bosque de colorida plenitud, se separaba por un margen largo, una especie de frontera, una línea simple distanciaba un bosque horrible, espantoso, salido de la imaginación de Tim Burton, en ello se observaban a los habitantes de su comunidad, tristes, deambulando, lo peor es que reconocían al conejito, se saludaban, pero no entendían porque sonreía tanto, le entristeció un poco ver que los animales se comportaban indiferentes, sufriendo culpas, preocupaciones, victimizaciones, cuando al frente de sus narices podrían deleitar un regocijante paraíso, es ahí que comprendió que el infierno y el cielo existe en la mente, aun escondidos en su miseria, se encontraban a gusto, felices en el caos, y otros tanto como la tortuga y el conejo, por más diferentes que son en el estilo de vida, encontraron la felicidad a su manera, al igual que el resto construían su realidad.
Fuente de separadores.
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"es ahí que comprendió que el infierno y el cielo existe en la mente" ¡Qué bueno estuvo! Muy buen cuento, muy buen cuento.
@elieserurabno me encanta que te gustará brou!
Muy buen contenido y lección de vida.
Yeah bella! <3