Vuela Alto.
Vuela Alto
Adriana estaba perdida desde hacía muchos meses. Llevaba sola, vagando sin rumbo fijo, desde los diecinueve años, pero ahora la situación se había acentuado. No solamente no aceptaba consejo de nadie, ni siquiera de psicólogos expertos, ni de sus amigos, sino que tampoco permitía que nadie se le acercase. Intentar hablarle era, para todos sus conocidos, una misión imposible.
Primero perdió el trabajo. Cosa normal, ya que siempre llegaba tarde a todos lados, y no le gustaba recibir órdenes. Adri solía decir que era un «alma libre». Cuando su último jefe le oyó decirlo a uno de sus compañeros, le entregó sin dudar la hoja que indicaba su despido. «Lamento que tenga que ser así, pero no me has dejado otra opción» dijo él. Claro que sí, claro que lo lamentaba, por supuesto. Adriana perdió entonces el poco dinero que tenía ahorrado. Resulta que, el mismo día en que fue despedida, un par de bandidos se habían metido en su apartamento, y le habían quitado todas sus pertenencias, incluyendo entre estas el dinero que tenía ahorrado. Como no confiaba en los bancos, lo tenía todo en efectivo.
Fue entonces cuando perdió sus amistades y conocidos. Se filtró en su grupo la historia que contaba como ella había perdido su virginidad con un chico que, pocos meses después, había sido acusado y arrestado de matón a sueldo. Así fue como, en menos de una semana, la jovencita lo había perdido todo. Poco a poco fue metiéndose, más y más, en las drogas, hasta que un día, su mente se esclareció, y ella pensó lucidamente, algo que no hacía en semanas: «Todavía no he perdido mis piernas, y con ellas puedo volar» se dijo. Subir a lo más alto del apartamento, un edificio muy alto, de más de veinte pisos, no le costó nada en lo absoluto. Miró la acera, y se echó a reír. Saltar tampoco le costó nada.
Amigo esta genial, me gusto, ojala hubiera sido mas largo pero igual te quedo bien.