La vida humana básicamente comienza al momento de nuestra concepción, más allá de ser un acto de innumerables categorias, podemos considerar ese gran inicio como arte. El ser humano por su naturaleza elige, persigue e incluso alcanza el nivel de atención máximo hacia aquello que tanto le motiva. Es por eso que desde pequeños nos encontramos guiados hacia el amor, conexión y relación establecida con nuestros padres.

Desde la simple infancia, el ser humano es capaz de crear un sin fin de sentimientos, emociones y vivencias que conllevan a un encuentro propio espiritual: la pasión con lo hermoso, lo increíble, lo precioso o incluso con lo triste, lo feliz o lo malo. Si, como acabas de leer en el universo el arte no tiene sentimiento, emoción o descripción especifica, simple y divinamente es arte.

Lo que desde pequeños creímos imposible, a lo largo del tiempo lo hemos comenzado a creer e incluso plasmar. Cada quien convive en esa libertad de arte: la expresión continua y autónoma. Se puede traducir esto como la capacidad y poder tan sencilla de crear un universo a través de ti, de tu mente, de tu corazón y de todo lo que tú cómo ser humano puedes ser capaz de lograr. Innumerables elementos de la vida misma podemos encontrar para nuestro propio arte, pero qué es lo que realmente lo conforma? Una obra de arte, de cualquier categoría se basa principalmente en la fuerza y poder que le damos al sentimiento, emoción o vivencia que nosotros queremos transmitir.