Ejercicio de Concentración
Todos sabemos que a los enamorados les brillan los ojos cuando se ven. Sus miradas chispean y cautivan incluso a quienes no pertenecen a esa burbuja de amor. Sin embargo, solo ellos saben bien qué se mueve dentro de sus cuerpos y qué ideas se liberan. Existe un instante maravilloso, en que ambos se conectan y saben exactamente lo que quiere el otro. Surge entonces una comunicación telepática, carnal y secreta entre los dos. Ese juego es una de mis cosas favoritas.
Una vez hace meses, inspirada y borracha de emociones propias del romance, le escribí esto a un muchacho.
Ejercicio de concentración
Te pido que me mires. Concéntrate en mis ojos y date cuenta de que son distintos el uno del otro, el derecho es más grande y el izquierdo parece triste. Cuenta mis pestañas una por una, fíjate si alguna está más debajo de la otra o si están enredadas. Observa si la luz del sol cambia el color del iris y piérdete en su patrón; métete dentro de mis pupilas, camina por los laberínticos túneles negros de mi mirada y grita para ver si escuchas tu eco. Busca a lo lejos la luz y sal por los poros de mi piel. Cuélgate de mis cejas con si fueran un juego de niños. Duerme entre mi boca, llénate de mi saliva y luego escala hasta mis pómulos. Dirígete hasta mi cuello y persigue el camino de mis venas, corriendo y dando vueltas en el aire. Cánsate, y descansa sobre mis senos, usa de almohada algún pezon. Corre de un lunar a otro y diviértete adivinando cuando será cada exhalación e inhalación. Acobíjate en mi ombligo y besa mi cicatriz más vieja. ¡Antes de llegar a mi pubis! Pasa por mi espalda hasta la nuca. Conoce sus montañas, sus manchas, sus puntos negros, las picadas de zancudo y las vértebras. Hunde la yema de tus dedos hasta que hayas tocado la dureza de mis huesos. Desde un hombro intenta calcular la distancia hasta mis manos. Vuelve a bajar hasta mis glúteos, brinca sobre ellos, muérdelos, pellízcalos. Admira el dibujo de mis estrías y siente el relieve de mi celulitis. Recorre mis muslos sin afeitar y llega a mis rodillas. Sóbame los morados y conoce las marcas de mi niñez. Apresúrate hasta mis pies, masajéalos, quiérelos. Toca mis tobillos, apriétalos. Sube... Ahora sí… Entra por mis labios, hazte paso entre mis vellos, asómate por cada agujero y conoce el límite más íntimo que poseo. Roza mi clítoris delicadamente y trátalo con amor. Ahora te pido que me escuches los susurros, los gemidos. Te pido que como conoces todo mi cuerpo, lo cuides en cada torsión, tensión y estiramiento. Que lo contemples y... espera... ¡¿Dónde estás?!... ¿Para dónde te fuiste?... ¿En qué piensas?... ¡Te pedí que me miraras a los ojos! ¿Tengo que comenzar de nuevo?
(los dibujos adjuntos son de mi autoría)
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jajajajajaja, estuvo muy bueno, me gusto la forma y el fondo de la dinámica, evocaste el erotismo de mi ser. Excelente.
Es parte de lo que quiero expresar. ¡Gracias, Lucioni! Saludos.
A ti, gracias, por despertar esa parte de mi ser.
Hermoso :)
¡Gracias, José! <3