Mi vida a través de las artes: la danza.

in #spanish7 years ago

¿Qué quieres ser cuando seas grande? ¿Quizás doctora, maestra, ingeniero, abogado? No.

Desde niña nunca supe qué quería ser de grande. Incluso ahora, a mis casi veinte años y con un tercio de mi carrera no estoy muy segura de a qué me quiero dedicar. Pero algo si tuve siempre presente: mi vida estuvo rodeada de arte. Quiero decir, que aunque en voz alta nunca dijera “quiero ser tal cosa”, en mi subconsciente estaba trabajando en todo lo que me encantaba desde que tengo memoria. Danza, música, dibujo, teatro, literatura… He estado rodeada de todo eso desde que tengo uso de razón. Mis inclinaciones siempre han ido por ello. Y justo ahora, reflexionando sobre mi vida, es que he caído en cuenta de ese dato.

A medida que uno va creciendo todos a tu alrededor comienzan a presionarte e imponerte qué deberías estudiar: “deberías estudiar ingeniería, es lo que se da en el país.” Lo siento, se me dan los números, pero no me gustan. “Deberías estudiar derecho, peleas y hablas mucho.” Lo siento, simplemente no me gusta. Y te ven con ojos raros cuando expresas que te gustaría estudiar alguna carrera relacionada con humanidades, sobre todo con las carreras artísticas. “¿De qué vas a vivir? ¿Qué vas a hacer con eso?” No lo sé, pero me gusta y para mi es lo que importa. Porque cuando algo te gusta, sabes cómo sacarle el provecho a lo que haces.

Como mencioné anteriormente, mi vida ha estado llena de arte y no fue sino hasta ahora que he caído en cuenta completamente sobre eso. Por lo tanto, me pareció un poco divertido hacer un recuento de todo esto y comentar mis experiencias acerca de cada una de ellas. Y a diferencia de muchos niños, todo fue voluntario. Muchas personas dedicadas a un oficio artístico son porque sus padres los inscribieron en algún curso de pintura, en alguna academia de danza o en el sistema de orquestas. Pero mi caso fue diferente.

Fuente

Todo este largo camino comenzó con la danza. A mis cuatro —o cinco— tiernos años. Recuerdo estar en una de las mesas donde todos los niños del pre-escolar se sientan a jugar con plastilina o a hacer sus tareas, cuando una maestra desconocida para mí, era de grados superiores, se asomó por el salón y realizó la pregunta: “¿quién quiere participar en la extensión de danza?”. Yo tenía una característica particular; en realidad no escuchaba las preguntas, pero quería estar en todo, así que alcé la mano. Allí empezó.

A pesar de estudiar en una escuela pública, las clases de danza impartidas no eran tan malas. Aunque, más que clases de danzas, sólo era aprenderse una coreografía. No obstante, algunas no eran tan sencillas —atribuidas más que nada a las niñas de grados más altos— y los vestuarios eran trajes bien realizados y ostentosos. Aprendí mucho en la danza e incluso le decía a mi madre que quería estudiar en una academia. “Inscríbeme en una academia. O en el ateneo, ya que es gratis. Quiero bailar”. Siempre quise ser flexible, todavía sigo queriendo.

El ballet siempre fue mi amor, sobre todo al enterarme de que había una pieza llamada Giselle, casi igual que mi propio nombre. Además a eso, mi abuela materna practicó esta danza y quería ser tan flexible como ella. Nunca lo aprendí, por desgracia, pero sigo manteniendo una empatía con el género.

Aun así, no todo es color de rosa. Desde pequeña fui una niña rellenita y eso provocó presiones por parte de mi maestra de baile. “Estás muy gorda. Debes adelgazar. No comas tanto”. Mi madre siempre preparaba dos sándwiches para mi merienda de la escuela y siempre debía mantener una oculta. ¡Más vale que no descubriera que estaba comiendo de más! Crecí con un pequeño complejo acerca de mi peso y, hasta no hace mucho, seguía siendo rellena —cosa que ha cambiado. Pero, ojo, ni crean que haga dieta, ni ejercicio. Las cosas cambian, el ritmo de vida cambia y uno adelgaza—. Una pequeña niña con complejo de gordura y una profesora que presionaba con eso. Pero todavía quería bailar. Y seguía bailando. ¿Alguna vez han visto la serie de televisión, Dance Mom? ¿Han pensado que Abby Lee Miller es mala? Yo entiendo perfectamente a esas niñas, porque también lo pasé. Pero cuando algo te gusta, no sueles ver mucho los lados malos, aunque te deprimas, aunque llores.

Estuve en danza desde pre-escolar hasta 4to grado —de mis cuatro/cinco a once años, aproximadamente—. Nunca me dediqué a ello, nunca me inscribieron en una academia o en el ateneo de la ciudad. Simplemente lo dejé por falta de dinero para costearme mis vestuarios. Me puse muy triste cuando mis padres me dijeron que no podía hacer eso, cuando era algo que realmente me gustaba. Pero no me veía a mí misma dedicada a eso, a pesar de que era lo que me gustaba. Lo que sucedía es que no era lo único que me gustaba. A pesar de lo sencillo que era, los géneros que se tomaban eran variados, desde el folklore hasta la canción que se encontraba de moda.

Hoy día me sigue gustando bailar. A veces me gustaría inscribirme en algún grupo de danza para poder mejorar o adquirir habilidades nuevas. Pero como no puedo, me limito a aprenderme las coreografías de mis grupos K-POP favoritos o inventándome pasos para cualquier canción. Porque cuando me quedo sola en casa eso es todo lo que hago: bailar.

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