Agrios gusto (1/--) Novela ligera
-Ema, es hora de detener el trabajo y venir a comer conmigo - con una sonrisa más falsa que una silicona, Francisco el gerente de planificación y control anuncio tal invitación causándome dolor de cabeza con solo escuchar su voz.
-Lo siento Sr. Francisco, pero ya tengo planes con Mirella y Xavier para almorzar – su ceño se frunció automáticamente – lo siento –su mirada se volvió oscura, siempre era lo mismo con este sujeto, era un dolor de cabeza.
-… ya veo – apartando la mirada se dirigió a la salida deteniéndose antes de salir – por cierto sabes el proyecto de bazzil C.A? - pregunto repentinamente, claro que sabía sobre ese proyecto, mismo que el había negado al tener como fin una ayuda a los empleados al darle residencia temporal al ser trasladado a otro país motivado a asuntos laborales.
-Si…
-Bien, quiero en menos de 30 minutos la firma de la junta asesora para su aprobación, he cambiado de idea con ese proyecto – anuncio despreocupadamente, abrí la boca indignada con lo que acababa de decir.
-Perdone Señor Con todo respeto, pero es mi hora de almuerzo, y no la voy a retrasar por un trabajo que no está entre mis funciones, le recuerdo que se encuentra la Sra. Ana Maria y la Sra. Maria Francis ambas parte del personal secretariado de la empresa, si desea la firma de la junta puede pedírselas a ellas, si me disculpa tengo un almuerzo al cual asistir, permiso – solté aquello tan rápido que temí por un momento que mi lengua se enredara, era el colmo con ese tipo, como se atreve a darme órdenes? Indignada saco el móvil dispuesta a mandarle un mensaje a Gustavo (hijo de los dueños de la empresa y gran amigo mío)
-Lista Ema? – la gruesa voz de Xavier me tomo por sorpresa, mi vista lo barrio de pies a cabeza en un instante – ¡¿podrías ser un poco más discreta?! – sonreí
-Perdona, es que ese pantalón resalta ese trasero de infarto que te gastas, no pude evitar mirarte y… – me acerque un poco a su oído susurrando despacio – ese paquete tuyo solo hace que se me haga agua la boca – sentí como su cuerpo se tensó - me dejarías mamártela? – al separarme su cara roja como tomate me causo diversión.
-Infiernos!! Se supone que debes ser la tímida en esta relación ¡joder! ¿Cómo me preguntas ese tipo de cosas? – grito escandalizado con sus mejillas brillando en borgoña.
-Es tu culpa por tentarme de esa manera – respondí alzándome de hombros.
-Dios eres un caso perdido –limpiando las gotas inexistente de sudor pregunto – no tienes vergüenza?
-De que hablas? Sabes que eso te encanta, más cuando estoy encima de ti diciéndote palabras sucias – susurre divertida estoy ultimo cerca de su oído – anda mejor vamos por Mirella.
-no es necesario, aquí estoy – respondió está apareciendo por un pasillo – esta compañía tiene paredes muy finas, estoy segura que la recepcionista escucho toda su “escandalosa” conversación – su carcajada puso nervioso a Xavier, mientras yo solo alzaba los hombros.
-Es normal alabar un buen paquete, Xavier es quien se avergüenza sin razón.
-Bueno en eso tienes razón Ema, dichosa tú.
-La invitación al trio sigue en pie.
-Lo sé, pero no creo que Xavier pueda conmigo, soy toda una salvaje
-¡ESTOY AQUÍ! – grito rojo como tomate Xavier
-¡lo sabemos! – respondimos al unisonoro MIrella y yo
-Con ustedes no se puede, mejor vamos a comer – ahogando la risa seguimos a un avergonzado Xavier abandonando las instalaciones.
Finalizada la jornada laboral, regrese a mi departamento para encontrarme con la soledad que esto conllevaba, el silencio perturbador del lugar me ahogo por un momento obligándome a salir nuevamente del departamento rumbo al super a comprar algo que seguramente no era necesario, pero debía mantener mi mente ocupada, y el silencio no era una opción para mi salud mental.
Mi psicólogo más de una vez me recomendó adoptar una mascota, pero no estaba segura de poder cuidar de un ser vivo cuando me costaba cuidarme a mí misma, las marcar en mis piernas eran prueba viviente de ello, pese a que paso hace mucho tiempo las secuelas de los sucesos pasados me persiguen en sueños y muchas veces abordan mi realidad cuando me encuentro sola, motivo por el cual me cuesta tener una pareja, más de una me abandono no dispuesto a soportar mis ataques de crisis tras una pesadilla.
-Oh Ema es bueno verte – la voz de Jeremy el chico del súper lleno mis tímpanos con su cantarina voz – vas al super?
-Eh… si, día libre? –pregunte luego de fijarme en su vestimenta casual.
-Si, increíble no? en mi día libre y voy al trabajo – comento divertido mientras reanudaba mi ida al super.
-Supongo – y murió la conversación, realmente no soy de las que les gusta hacer amigos, siempre pienso que todos en algún momento te abandona o se alejan y el vacío que queda es insoportable por lo que preferí mantener a la gene a raya sin tomarle mayor cariño, así era mi pequeño mundo, y estaba bien con el (en parte)
Cuando llegamos a nuestro destino nos separamos, buscando algo sin realmente necesitarlo, tome un pequeño frasco de anti-bacterial, suponiendo que eso me hacía falta, pasando por el pasillo de ferretería vi una soga negra muy llamativa y estuve tentada a tomarla, pero ¿que se supone que haría con ella? Apure el paso a la caja para cancelar el anti-bacterial (no indispensable) eh irme a casa, chocando en el proceso con un hombre alto de mirada dura, quien me intimido con solo su presencia.
-D-disculpe – tartamudee una disculpa, apartándome un poco y detallando la imponente figura, misma que no me había quitado ojo de encima mientras hacia mi recorrido visual avergonzándome enseguida, baje la mirada detallando que en sus manos estaba la misma soga que antes había visto.
-No hay problema – su fría voz me tomo por sorpresa, impidiendo que alzara mi mirada, me sentía tan estúpida, pero era algo más fuerte que yo – puedes alzar tu mirada – ordeno sin un atisbo de pregunta en su voz, inmediatamente obedecí maldiciendo mi obediencia, su mirada era indescifrable, oscura y profunda, con un toque se sensualidad en ella – adelante – demando, y cual robot camine a la caja, sacando la tarjeta dispuesta a pagar el bendito anti-bacterial, cuando su pesada mano sostuvo la mía y una exquisita corriente atravesó mi columna vertebral – yo pago – iba a protestar cuando su mirada me indico que no aceptaría negativa y que prácticamente me mantuviera cayada, y lo peor del caso es que así lo hice.
-G-gracias pe…- su feroz mirada me indico que no había pero que valiera, trague duro, ¡joder este tipo va a acabar conmigo! lo peor del asunto es que aquello de alguna manera me tranquilizaba, no estaba seguro de a qué nivel, pero el hecho de que fuera así de imponente conmigo me gustaba y asustaba al mismo tiempo.
-Vives cerca? – pregunto cuando ambos salimos del super, una voz interior me dijo que me alejara pero otra me gritaba que le dijera lo que pidiera y más.
-Si
-Te llevo entonces – se encamino a un audi negro (mas sospechoso no podía ser) y me abrió la puerta de copiloto, sabia (una parte de mí) que aquello era una mala idea, pero mi cuerpo se movió por voluntad propia confiando de alguna manera en aquel sujeto que ni su nombre sabia – hacia dónde? – pregunto cuando abordo el auto.
-Av. Rosa, primer edificio de la misma
-Piso? – dude por un momento
-5, Apartamento 502 – me maldije internamente por exponerme de tal manera
-Bien – prendió el vehículo y en menos de 10 minutos llegamos al complejo departamental en el que vivo.
-Gracias – dije tan bajito que no estuve segura de sí me escucho, me miraba de esa manera que no podía descifrar poniéndome nerviosa, cuando me decidí a abandonar el vehículo los seguros de este se pasaron congelándome un momento por la shock de la sorpresa, lo mire buscando una explicación.
-Y tu nombre para cuando me lo darás? – abrí la boca sorprendida por la furia que sus ojos mostraban, ¡joder con este tipo!
-E-ema – me miro entrecerrando los ojos – E-emarlys Capra
-Eres italiana?
-Tengo familia italiana
-Bien, Emarlys mi nombre es Aleksei Barton no veremos pronto – dijo para luego quitar los seguro y volver su vista al frente supe que era mi momento de ida, y una vez baje del coche este espero a que me adentrara en el edificio para luego irse, me deslice por la puerta hasta el suelo soltando el aire que había estado reteniendo, aquello me había dejado fría y su ida con un deje de decepción. “ Aleksei Barton”
Y tras unas semanas difíciles me distraigo un rato