La parada. Microrelato.

in #spanish6 years ago (edited)

"La vida está llena de emboscadas, pero nunca sabremos cual es la peor..."

Saludos amigos. Casi a todos nos ha pasado algún desencuentro en la vida, no me refiero al amor sino a esas experiencias que nos dejan marcados para siempre de alguna forma negativa, sin embargo, drenarlos minimiza su permanencia en nuestras mentes. A continuación dejo para su consideración el siguiente texto.

Fuente

Estaba cerca de la esquina. Unos carros pasan y Miguel se percata que son particulares. Tal vez, en el próximo enjambre de vehículos podrían aproximarse alguno de la línea de transporte. El cansancio se refleja en su rostro de una forma tal, que cualquiera notaría la necesidad que tiene de agarrar cama urgentemente.

Desde ese lugar, puede ver claramente el artefacto que proyecta tres colores, quien juega dinámicamente realizando destellos sin dirigir tráfico alguno. Del verde pasa al amarillo y luego al rojo, un simple juego que toma segundos para repetirse.

Las cuatros esquinas son estratégicas para el comercio, de un lado la farmacia mostrando su aviso casi imperceptible de TURNO, frente a ella cinco minutos atrás había cerrado el puesto de arepas, quedando a oscura como la pescadería que se encuentra frente a él; por último, el auto repuesto Tahoca, c.a.

La parada de autobuses se muestra con un logo azulado ubicado a tres metros de altura en el poste donde se encuentra el joven. Se arrecuesta al parador solitario, mira a su alrededor donde el semáforo aún trabaja como loco.

La noche se muestra clara, el mozo al caminar le sigue la luna, pero un grupo de nubes impiden la total visibilidad de las estrellas.

Eran las dos y treinta de la madrugada continuaba esperando, mira hacia los dos extremos notando que la calle se encontraba vacía, solo luces de los postes mostraban aquel sin fin de patas incandescentes hasta perderse en el horizonte.

Miguel estaba desesperado, y sobre todo al percatarse que el sueño no le permitía realizar razonamiento oportuno.

Al pasar cierto tiempo, en la esquina próxima a la casa comercial, tres personas aparecieron. Tal vez borrachos proveniente de algún bar cercano.

Se detuvieron a unos metros de la parada y esas personas comenzaron a preocuparles, optando a vigilar sus comportamientos, ya que en esa zona eran comunes los asaltos nocturnos.

La calle sigue vacía. Desarrollándose en ella una escena justamente con cuatros personajes, los tres desconocidos y él, separados por extremos de esquinas. El sueño se esfumó forzosamente. El análisis de lo que percibía mostró una cantidad de conjeturas siendo la más válida el que los colocaban como posibles rateros, y para Miguel era la peor.

La noche comenzó a notarse infinita, pasan dos vehículos, pero no eran ni taxis ni transporte público. Ellos, todavía se encuentran allí en la esquina.

Los tres personajes realizan una especie de conferencia grupal, cuando el chico notó que el más pequeño comenzó a dirigirse hacia la parada donde se encuentra.

-El extraño que se acerca, ojalá venga a esperar transporte se dice Miguel a sus adentros para minimizar la opresión que le generaba la exaltación del corazón. Su caminar era lento. Se detiene, mira a ambos lados y deja su rostro donde las otras dos personas también lo avistan.

El chaval no sabe si apartarse sigilosamente o salir corriendo. Es imprudente reaccionar de la forma que lo delataría por su miedo más profundo.

Atento a todo, observa a los dos hombres como el que se había acercado.

– ¡Dios! protégeme por si deciden robarme - mientras busca protección divina Miguel se percata que en la otra esquina se mostraba solo uno de ellos, eso le causó más angustia de la que ya tenía, presintió que preparaban una emboscada.

El Muchacho parado junto a Miguel le busca conversación, habla sobre la hora, lo tarde que era para poder trasladarse. Mientras lo escuchaba sus sentidos se activaron para estar pendiente de ambos extremos y en eso confirma su intuición, al ver al chico salir por el lado contrario, encontrándose arrinconado en la parada.

Todo sucedió rápidamente, pasos fuertes se dejaron escuchar en el pavimento de aquella solitaria avenida. La defensa era inevitable, lucharía para salvar sus pertenencias y por qué no, su vida.

Segundos después dejo de recordar.

Él estaba acostado en una cama, con los ojos desorbitados, ni la falta de luz impedía que su madre lo mirara con tanto horror, con el pánico más absoluto, trata de abrazar a Miguel con tanta fuerza que continuaba haciéndole daño.

-Estoy aquí hijo, tranquilo -

-¡Mamá! me duele todo-

Después de una noche tan larga, necesitaba descansar. No puede más, porque no hay nadie que resista lo vivido, y sobre todo cuando cae en la inconsciencia, donde ellos, los malandros, se movieron libremente, robándole, hasta que circulara por sus venas partes de hígado y riñones.

Al despertar, ni siquiera podía moverse; estaba paralizado como si se hubieran llevado su alma.

Miguel súbitamente esperó a que su madre se recuperara. La dejó desahogarse. Lloró al reflexionar.

A veces convertimos nuestras andanzas en el peor de los días…


J.R.M.(@siondaba)


Gracias por leer. Hasta la próxima.