Miau.
Miau. Así comienza una obra sin sentido que seguramente nadie lea. Pero miau era la palabra elegida, y así se quedará dando igual que espante a los lectores o incluso al mismo autor. Lo único que importa es miau. Y entonces comienza la historia, con un gato blanco de largo pelaje que andaba de arriba abajo por la ciudad de los sentidos.
Primero ronroneaba entre placeres propios del disfrute de la luna y ciertas notas musicales de esas que te erizan la piel, a medida que iba subiendo de círculo en círculo, el placer y el vicio se convirtieron en tortura, en obsesión, en dolor y monstruos abstractos cuya figura estética hacía agonizar a nuestro querido felino.
De blanco pasó a ser gris, y después negro al plantarse en frente de esa figura tan conocida a la cual no voy a nombrar. Cada filamento de su queratina capilar se erizó tensándose a un nivel mayor que el de un violín cuya cuerda está a punto de saltar y clavarse en el iris de aquel mirón que estaba demasiado cerca. Así fue pues, como el gatito angelical pasó a formar parte de los tópicos americanos de la mala suerte.
Ya nadie le quería acariciar, ni ver. Pero él no lo entendía puesto que seguía siendo el mismo, tan sólo había cambiado el tono de su cabello. Intentó de todo. Fue a una peluquería para que le pusieran mechas, pero claro, en sitios con tal caché no aceptaban a animales de su calaña. Terminó rapándose el pelo con el fin de fingir ser uno de esos gatos egipcios que tanto se llevan ahora entre personas cuya visión óptica no debe funcionar muy bien. Pero a las pocas horas el vello volvió a salir, y entonces, nuestro querido no protagonista desistió.
Se dio cuenta de que los “humanos” si se pueden llamar así, eran unos seres despreciables y superficiales que tan sólo sabían ver el exterior. Le dio pena no haber existido en la época de Platón y así haberle ayudado a transmitir su ideología en cuanto a estos temas, para que siguiese teniendo importancia hoy. Pero bueno, lo único que podía hacer era echarle la culpa a la sociedad teniendo en cuenta que esta es el conjunto de todos nosotros. A ella, y al caricaturesco sistema de educación vigente.
Con el tiempo empezó a ver la vida desde otro punto de vista ya que los gatos tienen visión nocturna. Así pues, comenzó a pasar su tiempo debajo de escaleras en la calle, derramando botes de sal y arañando o asustando a cualquiera que se le acercase. Sucumbió a la tradición antes de haberse rendido ante aquella feroz criatura que presidia la novena planta.
Ser malo conllevaba la eternidad, pero el tiempo no cambió nada. Quizás tenía una variedad más grande de alimentos a su disposición, y otro tipo de correas y marcas de arena. Pero él era salvaje, no tenía dueño. Había aprendido a odiar y su única esperanza era llegar al nivel de pertenecer a alguna bruja del aquelarre de la zona. Pero de momento, se conformaba pasando el día delante de esas mini TV´S que habían inventado en un pasado no tan lejano.
El gato dejó de tener importancia cuando te diste cuenta de que toda esta historia no tiene sentido, de que no hay gatos que se paseen por el mundo de Dante ni brujas que puedan rescatarles. Quizás el minino tan sólo había mutado su color, como las serpientes lo hacen con su piel. De todas formas, no se va a hablar de ciencias entre estas letras. Al menos de momento.
Ahora que ya sabes que la historia del felino sólo es una alegoría de como tú has cambiado por miedo a no ser aceptado por la sociedad tal y como eres. Ahora que te das cuenta de que vives en una obra de Calderón y toda tu existencia se asemeja a Matrix… Ahora, al fin, estás preparado para releerme.
Hi! I am a robot. I just upvoted you! I found similar content that readers might be interested in:
https://www.tumblr.com/search/gato%20egipcio
Es una bella historia de vida, muy clara y digna de ser considerada. Te felicito por la espontaneidad que brota de tu alma.
Oh, ¡muchísimas gracias por tus palabras!