Breve repaso a la historia de la mujer sindicalista
“Es la hora inaugural de la historia
para las mujeres del mundo.
Es la hora de las mujeres”.
(Raymond Robins, Sindicalista Norteamericana Congreso de la National Women`s Trade Union League 1917) .
Fuente
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La historia de la mujer sindicalista, la que verdaderamente comenzó a molestar a la patronal, se remonta al contexto mundial de la industrialización capitalista del S XIX.
Fue cuando la mujer, incorporada de manera masiva al mundo laboral “productivo” de las fábricas y vendida como proletariado femenino que debía competir con el masculino, empezó a organizarse en sindicatos utilizando las huelgas como su instrumento de protesta por excelencia.
No fueron las primeras en hacerlo porque llegaban tarde a la emancipación femenina burguesa y los hombres ya luchaban su propia guerra, pero ya no querían tener que pedir permiso a nadie ante la desatención a sus demandas de orden laboral y salarial.
Su motivación real, contraria y no en la misma línea de la de las mujeres sufragistas que eximían sus banderas feministas en clubes por el derecho a la incorporación de la mujer al trabajo, “sólo” era la participación activa en la lucha pública político-social contra la explotación a la cual estaban sometidas en trabajos precarios. Es decir, ya tenían ese acceso al trabajo, pero había diferencias importantes en las condiciones de acceso en cuanto a las condiciones en cómo trabajaba el género masculino.
Siempre tuvieron clara la idea de que sindicalismo y feminismo eran una “pareja mal avenida” por la diferencia de objetivos, aunque en realidad tampoco lo eran tanto. Éstas, se descubrieron oprimidas y excluidas del sistema, en una brecha salarial (desde entonces) que generaba picos de pobreza por género y que las abarcaba a casi todas ellas; así como experimentaban una feminización de la explotación con condiciones de vida y trabajo infra humanas que debían sobrellevar además de las labores domésticas.
Las otras, por su lado y algo más cómodas, exigían derechos y dignidad.
Lo dicho, tampoco pedían cosas tan diferentes.
En diferentes lugares del mundo, las mujeres comenzaron organizándose en grupos femeninos como las Mujeres de Partido Laborista (1907) o Le Groupe des femmes socialistes (1899) que participaban de la sociedad en apoyo o rechazo de ciertas candidaturas políticas o definiendo posturas ante procesos bélicos además de su militancia, de la que se ocuparían durante la I Guerra Mundial, cuando la mujer se convirtió en una figura sustituta del ausentismo masculino producto del desplazamiento bélico.
Tras la guerra, la mujer fue devuelta al hogar. Entonces, el apoyo masculino sólo se materializó en reducir los horarios laborales femeninos, y fue con una intención: porque parecía una medida que situaría al obrero hombre en posición ventajosa para volver a obtener contratos.
La diferenciación salarial era aceptada sin reserva e incluso parecía lógica, pero esto resultó un elemento disuasorio para la sindicación de las mujeres, junto a las presiones familiares, las dificultades que tenían para abonar las cuotas, debido a su menor remuneración, y una menor propaganda obrera entre ellas.
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En España
En España no fue hasta finales del primer tercio del s. XX que el movimiento femenino comenzó a consolidarse dentro del sindicalismo nacional, unido de manera íntima a otros cambios sociales y políticos como el derecho a voto o el del divorcio, progresos en la educación pública y en el ámbito de la salud.
Pero con la llegada del General Franco al poder, los derechos de las mujeres adquiridos en la Segunda República se perdieron volviendo al modelo tradicional en el que las mujeres se veían relegadas de nuevo a su papel de madre, esposa y cuidadora.
Con la caída del régimen franquista, el movimiento feminista volvió a recobrar fuerza mientras el movimiento sindical independiente emergía con fuerza también para promover derechos de hombres y mujeres en paralelo, de acuerdo a la Constitución del 1978.
Desde entonces, los sindicatos profesionales o corporativos son en los que las españolas han dado pasos más significativos.
Las féminas suponen el 43,8% de las sindicaciones europeas, cifras a las que España se acerca mucho. Y en la actualidad, para que haya más mujeres, el futuro plantea la necesidad de avanzar en temas de Conciliación para que también puedan desarrollar sus carreras en igualdad de condiciones.
CCOO tiene más del 40% de afiliación femenina, cumpliendo desde el 2008 con la cuota 40/60 en su Comisión Ejecutiva Confederal, pero se ve cómo la triple jornada de casa, trabajo y tarea sindical vence a algunas de las compañeras desde entonces.
¡Ánimo, valientes! Nunca antes había sido tan necesaria la presencia femenina en la lucha obrera significando ese 50% de población activa.
Hace varias semanas que no publicaba nada por aquí, pero como siempre he estado pendiente de poder publicar algo con sentido y trabajado. Disculpad la espera.
Respecto al post, se puede apreciar que está más centrado, sobre todo al final, en datos españoles puesto que es un artículo que quiero enviar a una revista especializada en estos temas de aquí. Pero igualmente creo que puede resultar interesante conocer algunos datos del principio, que esos sí son a nivel mundial, que nos pueden llevar a comprender mejor la actualidad de algunos movimientos y reivindicaciones.
Espero que os haya resultado interesante. Para mí supuso una tarea importante de documentación, pero también fue muy estimulante buscar y ordenar parte de la Historia para este post.
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Algunas fuentes utilizadas para el estudio:
¡Muy buen post! Sobre todo la parte sobre España. Solemos generalizar mucho este tipo de artículos y es genial que le hayas dedicado un pedacito a España.
¡Un gran abrazo!
Muchas gracias! La verdad es que, por eso mismo decidí centrarlo un poco más al final. Sobre generalidades ya se pueden leer más cosas en muchos sitios. Y ojo, muy interesantes.
Muchas gracias por la apreciación! (Y la curación!)
Interesante visión =)
Perdón que llegué tarde, pero no podía dejar de hacer el comentario: en las elecciones generales de 1933, se supone que el voto femenino fue decisivo para que la Unión de derechas y agrarios (lo más rancio que tod@s conocemos) consiguiera un para nada despreciable 40% de votos. Victoria Kent, hizo mención de esta capciosa posibilidad. Luego pasó lo que pasó, en fin. Buen artículo! te sigo.