Viajando ando//Bahía de Conoma//FOTOGRAFÍAS.

Como toda amante viajera no podía, ni loca, dejar de mostrarles una hermosa playa que no todos tienen la dicha de conocer: Bahía de Ocumare, una playa sabrosa y hermosa.

Yo no conocía esta playa, todo fue por cosas del destino en mi viaje más reciente a Anzoátegui-Puerto La Cruz, el cual realicé por motivos de mi graduación y como es de esperarse de una persona que le encanta vivir cada día al máximo, no iba a dejar atrás el ir a la playa a disfrutar mi gran triunfo, celebrar echándome mi “bañito de playa” como decimos los venezolanos.

Estábamos mi familia y yo decidiendo a cuál iríamos y en eso nos comentaron de una playa tranquila, y que para llegar a ella bastaba ir en carro, ya que las demás playas conocidas, que son las islas, se les llega en lancha y por ser temporada baja solo estaba habilitada una sola embarcación para salir en el día, a las 8 a.m. aproximadamente (el día anterior nos fuimos de fiesta, era imposible pararnos tan temprano); así que terminó por convencernos conocer a Conoma.

La Bahía de Conoma está ubicada a unos diez minutos de Puerto La Cruz si toman a dirección de la carretera que va hacia Cumaná (vía de Los Altos de Sucre). Se accede por Valle Seco a través de una carretera de tierra que está siendo acondicionada actualmente para que su tránsito sea más sencillo.

Cuando estábamos vía a la playa nos paramos en un kiosco donde nos llamó la atención un gran cartel que decía COCADA FRIA Y RICA. ¿Cómo no pararnos para probar una de las delicias venezolanas? Era una tortura no probarla así que nos estacionamos un momento y la señora que las hacia nos las preparó súper bomba para nosotros. Pude observar al momento en el que la hacía, que colocaba en la licuadora su coco picadito, su taza de agua de coco, azúcar, leche y hielo. Después de que la sirviera en un pote grande le colocó suficiente leche condensada más un poco de canela y, para terminar enamorándonos de su delicia fue muy amable picando un coco entero para colocárnoslo en el envase.

Cuando vas llegando hay que bajar un camino un poco (bastante inclinado) así que agárrense bien de sus asientos al momento de pasar por allí y vayan lento en la bajada. Pero tiene algo bueno, la espectacular vista que se ve desde arriba antes de llegar a la playa, esa foto sí se las debo porque en ese momento solo estaba era tratando de que por la bajada no se me botara mi rica cocada (lo siento pero no podía perder ni una gota de esa maravilla). Al llegar ya a Conoma nos pidieron que pagáramos por entrar a la playa (es importante tener efectivo para pagarles a los que cuidan de ella).

Cuando me bajé del carro pude observar lo hermosa y tranquila que se veía, su agua se notaba muy limpia y unas olas controladas para poder meter a los niños a bañarse. Se veía hermosa, sin exagerar; me sentía orgullosa de tener tantas maravillas en mi país en ese momento.

Pedimos unas empanadas para pasar el día (45 para ser exacta). Es tradicional que cuando uno va a la playa debe de comprarse su empanada de pescado o, como en mi caso, mi empanada favorita de playa: la de pepitona. En verdad, estaban demasiado buenas y crujientes.

No tardé mucho para cambiarme y ponerme el traje de baño, me coloque mi bronceador y ¡chapuzón! Me fui a bañar en las ricas aguas de Conoma, al meterme en el agua noté que se sentía muy calientica la arena y una que otra piedra, pero sin mucha relevancia. Terminó por encantarme más, porque a mí, en lo personal, no me gusta sentir cosas cuando entro al agua, así que pasó la prueba y me quedé por un buen rato.