Una casa grande
Aquí les cuento mi observación con respecto a un lugar que me ha tocado vivir, porque así lo he querido y porque así Dios me lo ha permitido. Esto es lo que ha pasado y lo que pasa con mi casa de estudio:
Una casa grande , una historia eterna, una gama de recuerdos inmemorables de pinturas especiales, de esculturas vivientes, de luz convertidas en personas. Eras arte, eras amor en cada uno de tus espacios. Aún lo eres, pero falta que te aprecien y revivan cada uno de tus rincones.
Ya no es lo mismo, se ha derrumbado poco a poco. Se escuchaba el crujir de cada lágrima mientras todo se destruía. Los gritos ahogados en silencio, la tristeza oculta en cada "todo está bien". Esa casa grande fue invadida por la oscuridad y mientras más lo negaban, más pasaba: la luz se retiraba.
Esa casa abandonada fue testigo de amor y desamor jurado, de gotas de sacrificios, de risas descontroladas, de lagrimas desbordadas y de promesas incumplidas, como las que le hicieron a aquella estructura.
Ya no puede más. Le pesa la historia de hace mil años, tanto que aún la hace presa de esa cita que todos mencionan "Esta casa siempre lo ha vencido todo". Esa confianza en la resistencia de una casa que siempre protegió, pero que nadie defendió. Ahí el problema y la oportunidad de ser invadida. Ya nada la renueva, se convirtió en refugio de almas encadenadas, de corazones descarnados y de presencias dolorosas.
Ya no hay casi personas de luz.
Ni luz, pero sigue siendo una casa grande